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3.000 METROS OBSTÁCULOS

Luismi Berlanas fue a la guerra

El madrileño cuenta cómo sobrevivió ay terminó cuarto en una carrera violenta

Pero Berlanas se entrometió, aunque no se hubiera preparado específicamente para ello, para la guerra. Su preparación, sus largas sesiones de esquí el invierno en Navacerrada, era la preparación de un hombre determinado a conquistar la gloria en una carrera de la que se enamoró hace tres años y en la que se ha especializado como ningún europeo antes, exceptuando al polaco Malinovski o al sueco Gardelund. Y también su forma de torturar una máquina, un tapiz rodante, especie de rodillo, en el que, con bastones, simulaba en primavera a la vez la técnica del esquí de fondo y la de subir una escalera. “Reventó a la máquina, no le aguantó más”, cuenta con su gracia única Penti, a su lado, cambiándose, poniéndose ropa seca. “La verdad es que la tenía aburrida, ya no me quería ni ver, le hacía sesiones de dos hora, y hasta series duras. Y es una máquina que te hace resoplar ya a los 10 minutos”, explica, más sobrio, castellano, Berlanas.

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Todo aquello, y su fría determinación, y una mentalidad de hierro, le permitieron recuperarse de la operación en el tendón de Aquiles del pie derecho, y llegar a la final de un Mundial, su segunda gran final consecutiva después de los Juegos de Sydney, donde acabó quinto. “Ha sido más duro, más difícil, llegar aquí que competir”, dice Berlanas, que en el proceso se encontró con los mismos problemas en el pie izquierdo, lo que constituyó su mayor limitación en la final. “También tenía un poco de dificultad al respirar, y por eso me puse una tirita en la nariz, que me ha funcionado bien, aunque al final todo el aire es poco”. Más difícil de superar fue lo del pie izquierdo, del que seguramente se operará, también en Finlandia, el próximo otoño. “Fue el problema en las dos últimas rías, que pasé así, así”, dice. “Cuando sabía que iba a caer con el pie izquierdo, sentía un miedo instintivo y me retraía”. Berlanas, que por sus problemas en los tendones apenas ha podido entrenar los saltos de obstáculos, allí perdía el paso.

La ría, una valla de 91,4 centímetros, seguidos de una piscina de 3,66 metros con una profundidad máxima de 70 centímetros, es la seña de distinción del 3.000 obstáculos, principalmente porque es un obstáculo, el penúltimo, situado a 150 metros de la llegada, el lugar de donde salen los ataques decisivos. Los kenianos, plumas de 50 kilos, caída flexible, la pasan volando, sin apoyarse en la valla. Aterrizan y no pierden tiempo para aumentar el ritmo. Los europeos y marroquíes, y el dolorido Berlanas, la pasan más trabajosamente. “De todas formas, no siempre es una ventaja pasarla sin poner el pie”, tercia Penti. “Mira el keniano Yator cómo se ha caído. Y luego dicen que se gana tiempo”. Yator, uno de los tres kenianos que con el marroquí Ezzine, finalmente plata, y el propio Berlanas, formaba el grupo selecto en los últimos 400 metros, se cayó en la última ría. Perdió uno de los primeros puestos, permitió que Berlanas terminara cuarto. Un puesto que dedicó a otro obstaculista, Marcos Cepeda, que sufrió un accidente. Un puesto que se merecía. Por lo menos.

Berlanas iba en el grupo bueno y no se conformó con ello. Fue a falta de 400 metros cuando intentó ir a por más, atacar valiente. Fue cuando más claramente le recordaron que aquello era una guerra. “Yo iba con fuerzas para cambiar, y me iba a colocar cuando sonó la campana”, dice. “Pero estos kenianos están a todas, y en cuanto ven que te vas a mover te cierran. Es así, primero los rojos [los kenianos] te cierran, y luego los verdes [los marroquíes] te dan el codazo, y te quedas fuera”. Ese tratamiento le dispensaron a Berlanas cuando sonó la campana. De repente se vio contra una valla, la pasó como pudo y se encontró con el ritmo perdido y los demás lanzando el ataque definitivo. Fue una guerra. “Yo veía medalla, pero como siempre, los kenianos aceleran y los marroquíes te dan su recado”. La medalla se la llevó Ezzine. “Y mira, entró en la final por los pelos, pero ya se lo decía yo a Penti y a Eliseo [el tercer español], cuidado con Ezzine que siempre coge”.

Berlanas se operará y Penti, Antonio Jiménez, se dedicará a disfrutar del resto de temporada. “Voy a hacer la Golden League y quiero llegar a la final del Grand Prix, que es en Australia”, dice el sevillano, un magnífico sexto en su debut en un Mundial. “Jopé, sexto del mundo”, decía como necesitando convencerse de la importancia de su final oyéndolo en alto. “Estoy tan contento como si hubiera cogido medalla”.

Penti, optimista nato, ya piensa en el Europeo de Múnich 2002, y habla hasta de un podio sólo español. Hoy sería factible. “Pero”, advierte Berlanas, “esperemos que los franceses no sigan nacionalizando marroquíes…”

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