_
_
_
_

Cuando la canción devuelve el golpe

Las llamadas ‘answer songs’ han sido una buena manera de rendir culto, o destrozar, un tema previo. Existen desde principios del siglo pasado y a menudo han sido un arma del feminismo cantado para poner al ‘songwriter’ masculino en su sitio

Laura Fernández
Concierto de Amy Winehouse en el Rock in Rio de Madrid, en 2008.
Concierto de Amy Winehouse en el Rock in Rio de Madrid, en 2008.CLAUDIO ÁLVAREZ

Dijo en una ocasión la guionista de videojuegos Rhianna Pratchett, hija del celebérrimo Terry Pratchett, autor del delirante Mundo Disco, que quiso dedicarse a los videojuegos nada más darse cuenta de que era el único universo en el que podías fight back, es decir, devolver el golpe. Tenía apenas ocho años, y con quien jugaba era con su padre. Se dijo Rhianna, que no se llevaba nada bien con el resto de niñas del colegio, que por fin había encontrado un sitio en el que, si alguien te hacía algo, te bastaba con apretar un botón para que ese alguien recibiese su merecido. Se diría que el mundo hiperconectado e hiperrecreativo de hoy es una versión de ese concepto, que nunca fue exclusivo del mundo del videojuego. Hoy vamos a echarle un vistazo a las llamadas answer songs, esto es, las canciones respuesta, o también, las canciones que devuelven el golpe, y que existen desde que el mundo es mundo. Si el mundo es mundo desde que existe la música pop.

Aunque, como tal, la answer song se popularizó en la década de los 50 —en concreto, podría decirse que nació con las seis respuestas que recibió la Hound Dog original, la que cantó Big Mama Thorton en 1953, siendo la más famosa de todas ellas, Bear Cat, de Rufus Thomas—, nació mucho antes, en concreto, en 1902. Arthur Collins cantó la respuesta que William Jerome, a ritmo de un prehistórico rockabilly, había escrito a Bill Bailey, Won't You Please Come Home, de Hughie Cannon, respondiéndose a sí mismo, pues Collins había interpretado también esa. La respuesta podía entenderse como una especie de arrimar el hombro, no en vano llevaba por título I Wonder Why Bill Bailey Don't Come Home. Aunque si hay una answer song famosa anterior a las más fructíferas décadas de los cincuenta y los sesenta es el This Land is Your Land de Woody Guthrie, concebida como una respuesta al himno de Estados Unidos, el God Bless America, de Irving Berlin. De hecho, el primer título fue: God Blessed America for Me.

Lo que ocurrió en la década de los cincuenta, y especialmente después de las seis más o menos juguetonas y rentables respuestas a Hound Dog —en ese caso fue el éxito del tema el que multiplicó los disparos— fue que las solistas y a menudo, sobre todo, las letristas, femeninas, tomaron la canción respuesta como una especie de socarrona y aparentemente ingenua pero efectiva arma en su batalla contra la absoluta preponderancia de lo masculino. Carole King, que antes de lanzar su propia carrera, compuso buena parte de los clásicos de la década —como el Will You Love Me Tomorrow de las Shirelles, o el He Hit Me (It Felt Like a Kiss)—, se convirtió en toda una experta en la materia a finales de los cincuenta. Su Oh, Neil! es una respuesta al Oh, Carol! de su ex, Neil Sedaka, y el curioso Short Mort, al Tall Paul de Annette Funicello. Aunque fueron las cuatro respuestas al Get a Job de The Silhouettes, entre ellas, el Got a Job, de The Miracles, las que se llevaron la fama de finales de la década.

Aunque, como tal, la answer song se popularizó en la década de los 50, nació mucho antes, en concreto, en 1902

Con el paso del tiempo, la fiebre answer song creció y creció. Especialmente en el ámbito más narrativo. El mundo del country se llenó de historias dentro de historias que hacían referencia a otros pequeños mundos creados por un artista anterior. Un ejemplo para ilustrarlo: (I'm the Girl from) Wolverton Mountain, de Jo Ann Campbell plantaba cara al Wolverton Mountain de Claude King. Aunque donde realmente se popularizó su factura fue en el mundo del hit pop no necesariamente archifamoso. El Back in the U.S.S.R. de los The Beatles (1968) contestaba al Back in the U.S.A. de Chuck Berry (1959), o ya en los setenta, el famosísimo Sweet Home Alabama, de Lynyrd Skynyrd, se concebía como un disparo contra el Alabama de Neil Young, y dicen, también, su Southern Man. ¿Un caso aún más famoso? En la década de los ochenta, el singular Love Will Tear Us Apart, de Joy Division, se confesaba, en parte, como contrapartida al Love Will Keep Us Together, de Neil Sedaka y Howard Greenfield.

De hecho, en la década de los ochenta hay artistas como Lydia Murdock que se hicieron famosos más por haber contestado a una canción hiperconocida que por sus propios méritos en tanto que artistas. Ella, en concreto, respondió con Superstar al Billie Jean de Michael Jackson. En su misma liga jugó Peter Schilling, que se atrevió a medirse al Space Oddity de David Bowie con su Major Tom (Coming Home). Y si en los ochenta todo era purpurina e intento de alcanzar algún tipo de fama coqueteando con los hits del momento, en los noventa, la cosa se puso algo más seria, y las respuestas tenían siempre en mente algún tipo de crítica. Por ejemplo, la maravillosa Semi Charmed Life de Third Eye Blind (1997) era la versión precaria del Walk on the Wild Side de Lou Reed, mientras The Offspring les decía a los Who que los chavales no estaban bien: su The Kids Aren't Alright (1998) reescribía el The Kids Are Alright (1965) de aquellos.

En los ochenta hay artistas como Lydia Murdock que se hicieron famosos más por haber contestado a una canción hiperconocida que por sus propios méritos en tanto que artistas

¿Y qué hay del asunto del género? Woman, de Neneh Cherry (1996) disparaba contra el It's a Man's Man's Man's World de James Brown (1966), y años más tarde, la mismísima Amy Winehouse hacía lo propio con Me and Mrs. Jones de Billy Paul sin cambiarle ni siquiera el título. Lady Gaga firmaba en 2008 un Boys, Boys, Boys que se presenta como la contrapartida femenina del testosterónico Girls, Girls, Girls de Mötley Crüe (1987). Aunque también hubo, en esa primera década de los 2000, declaraciones de amor como la de Travis Tritt a Sheryl Crow al responder a su Strong Enough con Strong Enough to Be Your Man; y la, hoy por hoy, más encantadora canción respuesta del indie mundial, el Lloyd, I'm Ready to Be Heartbroken, que Tracyanne Campbell, la líder de Camera Obscura, compuso en respuesta al Are You Ready to Be Heartbroken?, de Lloyd Cole and the Commotions (1984).

Si bien en el mundo del rap es del todo habitual que una canción contenga partes de otra y responda de alguna manera a acusaciones o apuntes anteriores, entre aquellos que se han cruzado ciertos desmanes —y han pretendido reírse de lo absurdo de una posición hermética— destacan las answer songs que se dedicaron, entre ellos, Pet Shop Boys y Eminem. Los Pet Shop Boys compusieron The Night I Fell in Love como un intento de reírse de Stan, de Eminem, y de paso, de su supuesta homofobia, y el rapero escribió algo de vuelta contra la pareja en Canibitch. ¿Algo más cercano? California Gurls es la respuesta de Katy Perry a Empire State of Mind de Jay-Z y la primera vez en que ambas canciones, el original y su respuesta, acaban siendo número uno.

Y el mundo ha dado tantas vueltas en el siglo y algo más que hace que existe el fenómeno que entre las últimas answer songs hay incluso respuestas masculinas a temas femeninos, como la reescritura de Christine and the Queens del Sorry de Beyoncé. ¿Que qué ha pasado mientras tanto en España? Poco, pero curiosamente hace no demasiado se puso de moda una particular canción respuesta que tenía mucho de disparo feminista: la que Travis Birds hizo del clásico de Joaquín Sabina 19 días y 500 noches, titulada 19 días y 500 noches después. La canción era la misma canción —utilizaba la misma melodía— pero el punto de vista era el de María, la chica a la que Sabina echaba de menos en su tema y que no salía del todo bien parada. Es precisamente el tema de Birds el que cierra esta pequeña muestra de canciones que devolvieron, narrativamente, el golpe.

Escucha directamente en Spotify esta y otras playlists de EL PAÍS

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Laura Fernández
Laura Fernández es escritora. Su última novela, 'La señora Potter no es exactamente Santa Claus' (Random House), mereció, entre otros, el Ojo Crítico de Narrativa y el Premio Finestres 2021. Es también periodista y crítica literaria y musical, y una apasionada entrevistadora de escritores y analista de series de televisión.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_