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ARTE

Exposiciones colectivas de verano, mucho más que un trámite

Muchas de las galerías de Madrid tiran de la clásica “colectiva de verano” reinventando el formato de una exposición que cada vez gana más interés

'Silence Noir' (2016), de Zoulikha Bouabdellah. Alfombras de oración y stilettos. 360 × 210 cm. Obra expuesta en la muestra colectiva 'Ver versus Ver' de la galería  Sabrina Amrani.
'Silence Noir' (2016), de Zoulikha Bouabdellah. Alfombras de oración y stilettos. 360 × 210 cm. Obra expuesta en la muestra colectiva 'Ver versus Ver' de la galería Sabrina Amrani. Cortesía de la artista y Sabrina Amrani

Para una galería de arte el verano es sinónimo de inventario. Por mucho que puedan estar ordenados los almacenes siempre hay flecos sueltos que van acumulándose en el curso del año. De ese trabajo, de hecho, han salido muchas de las exposiciones colectivas que suelen cerrar la temporada en julio. Un trabajo que este año surge, también, a traspiés. Juana de Aizpuru empezó a revisar su stock en cuanto llegó el confinamiento y, desde entonces, ofrece a sus clientes muchas de las obras que tiene en la recámara con un descuento digno de las terceras rebajas. Toda estrategia es poca para no dejar que el pulso se apague. Lo saben las veteranas, las que han visto en las crisis el peor y el mejor momento para darle la vuelta al sistema del arte. Es la comidilla entre los galeristas que estos días intentan buscar normalidad revisando piezas y artistas con los que llevan años trabajando, como si buscaran en su propia historia una especie de brújala emocional. La que colgó Nieves Fernández a modo de foto hace unos días en su Instagram emociona. Ahí estaba su abuela, con su mismo nombre y su misma profesión: galerista a pleno pulmón. Recordar de dónde venimos siempre ha sido el mejor impulso para poder dar otro mayor hacia un futuro que se avecina más que incierto.

'685 Holes'. de la serie Pictures of Holes (1997), de Vik Muniz. Fotografía en blanco y negro.
'685 Holes'. de la serie Pictures of Holes (1997), de Vik Muniz. Fotografía en blanco y negro.Galería Elba Benítez

La exposición Obra temprana / Early Works, en la galería Elba Benítez, va en esa línea. Las primeras obras siempre causan una fascinación especial, sobre todo vistas tras un desfase temporal que no hace más que acumular cambios y constantes revisiones en los artistas. Una muestra llena de curiosidades, como volver a ver la obra Untitled (1986) de Cristina Iglesias, donde ya puede verse la combinación entre fundamento y ligereza que tan protagonista será en su escultura años después. O Pictures of Holes (1997), de Vik Muniz, siempre escultor, aunque lo que tengamos enfrente sea una obra bidimensional llena de chocolate, desecho o juguetes, signos todos de la sociedad que está por venir. El icono es, de hecho, el hilo conductor en la galería Heinrich Ehrhardt, que acoge la exposición Cuando B se encuentra con C y D, una inteligente muestra llena de perspectivas invertidas con la nómina de artistas habituales de la galería. Aunque vean entre ellos diferencias abismales entre sí, todo tiene una coherencia casi imposible de explicar, como las afinidades colectivas que nos definen sin saber por qué. André Butzer, Julia Spínola, Mauro Cerqueira o Thilo Heinzmann entre otros, tratan de recrear ese espacio orgánico de lo común poniendo en escena un bonito baile entre apariencia y representación: la quintaesencia del arte.

Tras la colectiva de la galería Travesía Cuatro se colocan dos de las cabezas más jóvenes de su equipo, a modo de lanzadera profesional. Tiran de palabras clave que definen el arte contemporáneo hoy: arqueología del presente, crítica al Antropoceno y lenguaje molecular con un título que remite a la realidad palpable como punta del iceberg de un mundo oculto que apenas conocemos: Rascando la superficie. Rascamos un poquito la superficie visual y encontramos un diálogo del arte con la naturaleza muy en sintonía con el que Joan Jonas lanza desde las salas del Museo Thyssen. Diversidad cultural traducida en un sinfín de paisajes de un presente pensado como estrato físico que acumula el tiempo del mismo modo en que una batería almacena energía. Mucha va a hacer falta de capear este complejo año desde el mundo del arte. A ello parece hacer referencia también la colectiva titulada Scroll, en la galería The Goma. Alude a una mezcla entre stroll (paseo en inglés) y strolch (vagabundo en alemán), para hablar del movimiento como intensificación de la vida psíquica y como ese ejercicio escapista de nuestras rutinas. La ausencia, el aislamiento, el tiempo extendido, la pantalla del ordenador como ventana a la realidad en mano de los artistas habituales de este espacio, de Pierre Descamps, a Enrique Radigales pasando por Cristina Garrido.

Vista de la exposición 'Scroll' en la galería The Goma.
Vista de la exposición 'Scroll' en la galería The Goma.

Algo más sofisticada es la exposición que presenta la galería NoguerasBlanchard: One strike, everything is scattered. Hans- Peter Feldmann, Marine Hugonnier, Perejaume, Valeska Soares y Antoni Tàpies piensan sobre pintura en su vertiente más tradicional alejados del tradicional cubo blanco y en una puesta en escena que nos acerca a la idea de Salón de París que nació en 1673 con la primera exposición de arte semipública organizada por la Real academia de pintura y escultura, y que tuvo lugar en el Salón Carré del Louvre. La recreación de ese espíritu y el giño a los cuadrados de Lissitsky en el título abren la obra de estos artistas tan diferentes entre sí a un sinfín de cosmologías comunes.

Otra vuelta al alcance de la visión le da Sabrina Amrani en la colectiva que tiene actualmente en su galerías. Ver versus ver reflexiona sobre lo que hay más allá de lo visible, con obra de muchos artistas con los que habitualmente trabaja. Amrani es una de las galerías que se ha pasado a la visita virtual en 3D, con la se puede recorrer su fantástico espacio viendo la exposición desde cualquier lugar. Un hándicap positivo a una galería que siempre ha tenido una clara visión de por dónde va el futuro del arte y que no ha dudado en arriesgar al abrir un espacio en un barrio tan poco transitado por el contexto artístico de Madrid como Carabanchel. Aunque si alguien se ha lanzado a inventariar lo que puede dar de sí una colectiva es el tándem MaisterraValbuena. Lo hacen a modo de exposición en cadena con un ciclo de 28 exposiciones cortas que se extienden hasta febrero. El primer Encuentro (así titulan el ciclo) es entre dos pintoras a reivindicar: Amalia Avia y Sarah Grilo. Idea excepcional para un momento excepcional.

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