Crueldad inverosímil
Falta credibilidad narrativa en 'Las alegres', de Ginés Sánchez
Reseñé en estas mismas páginas novelas de Ginés Sánchez (Murcia, 1967). Acabo de leer ahora su nueva, Las alegres. Siempre he destacado en Sánchez su sentido de la narración como representación de lo mejor y lo peor que alberga la condición humana. Desde sus escenarios hasta la configuración de sus personajes, siempre en sus novelas está el mundo que parece ser y el que sospechamos que es en realidad. A veces ni siquiera necesitamos sospechar nada. Ginés Sánchez nos lo presenta tal cual. En esta labor, la técnica narrativa que emplea no es secundaria. Juega su rol esencial. Hace que lo que leemos tenga un relieve humano, concita interrogantes severos y nos desnuda. Poética (una manera de entender la novela) y estética (una manera de dibujarla) se conjugan, una constante casi generacional en la narrativa española desde hace unos años a esta parte.
Ahora explicaré por qué no me ha gustado Las alegres. Trataré de hacerlo en el poco espacio que tengo. La novela trata de unas mujeres que son agredidas casi sistemáticamente en un lugar que se llama Cheetah. Adolescentes, niñas y mujeres adultas son amenazadas, asesinadas o violadas. O las tres cosas. A su vez un grupo de otras mujeres se organizan para responder a esa situación. Esas mujeres, a las que el sistema judicial de ese lugar (que no existe) cataloga de terroristas, han ocasionado alguna víctima mortal. Directa o indirectamente.
Terminada la novela, Sánchez advierte al lector de que en ningún momento trató de justificar ningún tipo de violencia. Supongo que se refiere a las dos que aparecen en la novela. La de género y la de reacción a aquella. El interrogante que se le planteará al lector (a mí lo planteó) es ¿en qué basa el autor el dibujo de sus terroristas, dónde se ha dado en el mundo que una organización terrorista de esas características se tome la justicia por su propias manos? Creo que es aquí donde Las alegres pierde toda su credibilidad narrativa. No es una fisura menor, tampoco el diseño de su espacio narrativo. Un popurrí con expresiones, localizaciones sin ton ni son geográficas que pueden remitir (confundir) a un país u otro de América Latina. ¿Quiso Ginés Sánchez escribir una distopía? Me pongo a releer, necesito hacerlo, la cuarta parte de 2666, de Roberto Bolaño, donde se narran los horribles asesinatos de mujeres en Santa Teresa, ciudad real de México.
Las alegres
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