Vetusta Morla para escuchar en butaca
La banda madrileña publica su quinto disco en estudio, ‘MSDL’, una relectura desnuda de las canciones del anterior álbum, ‘Mismo Sitio, Distinto Lugar’
Los seis componentes de Vetusta Morla tocan en directo. No han traído las pantallas gigantes de los grandes recintos. La escenografía es sencilla, unas cortinas a base de tiras de plástico para delimitar espacios y luces que dan color a las canciones. Y el público, un público fiel tras más de 20 años de carrera, escucha atentamente, paladeando los temas, sentados en unas butacas. Podría parecer un formato de concierto para tiempos inciertos de pandemia justo después de un largo confinamiento, pero el último bolo de la banda originaria de Tres Cantos, que ya apostó por este modelo antes de desatarse el miedo al coronavirus, se celebró a principios de marzo. Precisamente, el grupo tuvo que interrumpir por culpa de la covid-19 su gira en recintos con butacas, titulada Canciones dentro de canciones, tras unos pocos recitales en A Coruña y en Barcelona.
“Con estos conciertos se invitaba a la gente a la reflexión, al reposo, a la contemplación, porque era también un espectáculo muy visual”, explica Juan Pedro Martín Pucho (1979), voz de la banda, en una aséptica entrevista telefónica. “Y parece que eso es lo que ha venido después: la reflexión, la calma, la contemplación. Es bastante curioso, pero son casualidades”. De cualquier forma, Vetusta Morla, que el pasado 22 de mayo lanzó su quinto disco de estudio, MSDL, espera poder retomar la gira para presentar esas canciones en cuando las autoridades sanitarias lo permitan, eso sí, con su nuevo formato. “Es un espectáculo que tenía mucho que ver con las artes escénicas, y era para ver sentado, en un lugar tranquilo y recogido. No eran conciertos para el aire libre”, asegura el cantante, que añade: “Los grandes recintos, los grandes festivales, eso queda para una fase posterior, no lo sé… Pero sí que he pensado mucho que fue una especie de profecía”.
Pucho ha pasado el confinamiento solo, en Madrid, y dice que bastante tranquilo. “Soy una persona que se aísla bastante bien”, asegura. Lo ha hecho viendo películas y leyendo, como muchos españoles durante esta pandemia. “Obviamente, después de tanto tiempo sí que pesa el no tener contacto físico”. Todo ha sido distinto para Guille Galván (1980), guitarra del grupo, que ha pasado estos meses encerrado en familia, compaginando la tarea de padre con la de profesor de sus dos hijos, también como muchos españoles. “He disfrutado de tener un tiempo de calidad que normalmente no tengo”, explica Galván, también al teléfono, para añadir que se siente muy afortunado porque la enfermedad no le ha tocado ni a su familia ni a nadie muy cercano.
Preguntado por cómo ha aprovechado el tiempo, Galván rebate la cuestión: “Tenemos mucha obsesión por aprovechar el tiempo y a lo mejor, en estas circunstancias, lo mejor es observar, hacerse preguntas y no tener que ser productivo. Si algo nos ha regalado esta situación es la posibilidad de parar... a veces tengo la sensación de que hay que hacerlo todo ya y compartirlo todo al momento”.
Guille Galván: “Ahora ningún proyecto es apropiado, salvo escuchar la música en casa. El directo necesita de contacto físico y de vivirlo casi cuerpo a cuerpo con tu gente”
“Durante los dos meses del confinamiento más intenso hemos preferido mantener un perfil bajo, esperando a ver cómo nos reorganizábamos ya que, a nivel cultural, vienen tiempos complicados y hay que reinventarse”, comenta Galván, que cuenta que en este periodo lo único que han hecho en el plano musical ha sido la canción solidaria Los abrazos prohibidos, cuyos beneficios se han donado al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
“Es obvio que no podemos salir de esta igual”, asevera Pucho por su parte. “Han pasado muchísimas cosas. Si saliésemos igual, no evolucionaríamos como seres humanos. Nada va a ser lo mismo, no sé si para mejor o para peor”. Aún así, opina que hay que dejar un poco de espacio a la incertidumbre ya que “tomar decisiones precipitadamente no es bueno”.
En cuanto a MSDL, se trata de una relectura de los temas de su disco de 2017 Mismo Sitio, Distinto Lugar. El concepto del álbum surgió en 2018, cuando los organizadores de Veranos de la Villa les propusieron hacer un concierto sorpresa en el madrileño parque de la Quinta de Torres Arias ante un aforo pequeño, apenas un mes después de tocar ante 38.000 personas en la Caja Mágica. “Nos dijimos que por qué no hacer el disco entero, pero desde otro lugar”, recuerda Pucho, “revisitar las canciones y darles la vuelta, y cambiarles el estilo y la estructura. Fue un concierto muy bonito, tocamos de espaldas al público tal y como nos colocamos en la sala de ensayo, como si estuviésemos alrededor de una hoguera”. Ese fue el germen de MSDL.
Después de cada disco, Vetusta Morla siempre ha hecho un proyecto alternativo, ya sea tocar con la Orquesta Sinfónica de la Región de Murcia (tras la gira de Mapas, en 2012), o el directo 15151 (después de La Deriva, 2014), o el libro Memoria instantánea. En esta ocasión, confluyeron las dos ideas, la de ofrecer un extended, un bis del ciclo del disco, y el de rehacer un álbum que de alguna manera ya tenía en su título la idea de llevar las canciones a lugares inesperados. “Nos dijimos: ‘Siempre hemos hecho versiones de nuestras canciones pero nunca las hemos grabado”, explica el cantante. Y añade: “Cada tema respira de una manera pero el leitmotiv era hacer justo lo contrario de lo que hicimos en los estudios Hansa de Berlín cuando grabamos Mismo Sitio, Distinto Lugar… Esta vez nos propusimos volver a lo básico, al origen, y hacer tomas únicas, grabando los seis a la vez en una sola habitación”.
“Jugamos con esa famosa frase de que un disco siempre es mejor grabarlo cuando acaba la gira, porque es cuando más conoces las canciones, cuando más vueltas les has dado, y cuando más pegado estás a ellas”, explica por su parte Galván, “ha sido un ejercicio que demuestra que las canciones son un material vivo y que cuando se quedan reflejadas o grabadas en un disco es como hacerles una foto, pero pueden ser cambiantes a lo largo del tiempo”. Por eso, cada tema de MSDL respira de una manera. Hay temas que se han desnudado más, otros que han añadido cosas... “Estas canciones no tienen nada que ver con cómo acabaron después de la gira de Mismo Sitio, Distinto Lugar, esto es casi como volver a la casilla de salida”, matiza Pucho por su parte, “son canciones mucho más desnudas, más puras”.
Quizá podría darse el caso de que, cuando se acabará la gira de MSDL, quedara la impresión de que el mejor disco posible sería el que se grabara al final. Galván ríe con la posibilidad: “Podríamos entrar en un bucle infinito, pero creo que el ejercicio queda ya hecho en este. Y también tendremos que decidir en la gira de un futuro disco si las canciones de Mismo Sitio, Distinto Lugar las tocamos como en el disco original o como la versión de MSDL. Es lo bonito de todo esto y es también lo que te hace afrontar giras largas con cierta frescura, el poder cambiarle la piel a una canción cuando te apetezca”.
Pero para que llegue el momento de pensar en un concierto aún falta. “Nos queda esperar, tener paciencia y no tener prisa por volver a hacer algo que igual sea perjudicial para todos”, reconoce Galván, quizá apelando a la sabiduría de la tortuga que da nombre a la banda (un personaje del libro La historia interminable de Michael Ende). Y sobre si su nuevo formato, más íntimo y en butacas, es más adecuado para estos tiempos, prefiere ser cauteloso ante la gravedad de la pandemia: “Sería bastante irresponsable por mi parte afirmarlo. Yo creo que ahora ningún proyecto es apropiado para lo que tenemos, salvo escuchar la música en casa. El directo es el directo y necesita de contacto físico y de vivirlo casi cuerpo a cuerpo con tu gente”.
MSDL. Vetusta Morla. Sony. Edición de vinilo y CD.
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