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Kit de supervivencia cultural para el encierro (día 27)

‘Babelia’ recomienda los mejores libros, discos, películas, series, cómics y videojuegos para disfrutar en casa

Babelia propone un libro, un disco, una película, una serie, un cómic y un videojuego cada día, mientras dure el confinamiento en los hogares y la parálisis del sector del ocio, para poder disfrutar de la cultura desde casa.

UN LIBRO: El asombroso viaje de Pomponio Flato, de Eduardo Mendoza

Aprovechando que es Viernes Santo, imaginemos que el quinto evangelista fuera Eduardo Mendoza y no J. J. Benítez. ¿Cómo habría contado la vida de Cristo el autor de Sin noticias de Gurb? ¿Que cómo? Ya la contó en 2008, en El asombroso viaje de Pomponio Flato, que es el Evangelio según San Eduardo Mendoza Garriga, un señor serio de Barcelona que en 2016 ganó el premio Cervantes. Por algo sería. ¿Por la gracia de Dios? Tal vez. Sus caminos son inescrutables. El caso es que su asombroso viaje narra la historia de un patricio romano que en el siglo I viaja a Palestina en busca de una fuente cuyas aguas alargan la vida pero acortan la inteligencia. Una vez en los dominios de Pilatos, se topa con un enigma: el carpintero de Nazaret –un tal José– ha sido acusado de asesinato. Flato tratará de demostrar su inocencia con la ayuda de un personaje peculiar: el hijo adoptivo del acusado –un tal Jesús–, que, como todos los niños a su edad, cree que su padre biológico –al que tiene muy idealizado– es todopoderoso.

A medio camino entre Flavio Josefo y los Monty Python, Plinio el Viejo, Conan Doyle y Asterix, Eduardo Mendoza salpica las situaciones más disparatadas con diálogos literales de la Biblia, como si alguien estuviera tomando notas sobre el terreno para los cuatro fantásticos: Mateo, Marcos, Lucas y Juan. Lo del terreno es importante porque una clave de la investigación es la especulación inmobiliaria: ya pueden imaginarse el precio del metro cuadrado cuando la tierra es santa. Esta novela fulgurante, que se lee en lo que dura un Via Crucis, devolverá a los mayores de 33 años la fe en la ficción. Los creyentes tonificarán su espíritu y los no creyentes recibirán indulgencia plenaria (si no desde la Santa Sede –el ateísmo tiene sus desventajas–, sí al menos desde la sede del grupo Planeta). La paz sea con todos ellos. Javier Rodríguez Marcos

El asombroso viaje de Pomponio Flato. Eduardo Mendoza. Seix Barral, 2008. Disponible en edición impresa y electrónica en Todos tus libros, Amazon y Fnac.

UN DISCO: Love is Hell, de Ryan Adams

Ahora que el duelo por lo cotidiano forma parte de nuestro día a día, ahora que vivimos, a ratos, en una amortiguada ex realidad más propia de una rara novela de J. G. Ballard que de lo que hasta hace poco considerábamos el mundo de ahí fuera, tal vez empaticemos mejor con el halo de reclusión y fin del mundo que recorre el más íntimo de los trabajos de Ryan Adams, el invendible, según su discográfica del momento, Love is Hell. Concebido como un díptico –dos EPs de ocho temas con dos bonus tracks cada uno–, en la época más apesadumbradamente brillante de su carrera, Love Is Hell explora el abismo de la ruptura desde una lucidez que se atreve a reinventar clásicos (como Wonderwall, en una versión tan superior a la original que Liam Gallagher decidió que a partir de entonces podía considerarla suya) y a alargar la sombra de su peculiar americanashoegazer hasta lo apocalípticamente encantador (World War 24).

El resultado desprende una elegante y por momentos dolorosísima textura de universo en suspensión (The Shadowlands pero también City Rain, City Streets y la calma destruida de Avalanche) a la vez suplicante y monocromáticamente indómito que, a ratos, se ilumina (Thank You Louise y, sobre todo, English Girls Approximately, muy Gram Parsons después de Jeff Buckley, con Marianne Faithfull a los coros). Como un buen amigo, Love Is Hell te tiende la mano para que no te caigas. El propio Adams lo consideró una especie de “dañada y compleja” secuela de su aclamadísimo Heartbreaker (2000) y, con el tiempo, se ha convertido en una fascinante bola de nieve dentro de una bola de nieve, un álbum en el que se canta a lo que se teme desde el corazón mismo de lo temido (Afraid Not Scared), tratando de que no parezca que el derrumbe está ahí mismo (This House Is Not For Sale) pero no pudiendo evitar que lo esté. Como todo lo que nos rodea estos días. Laura Fernández

Love is Hell. Ryan Adams. UMG Recordings, 2004. El disco está disponible en Spotify y otras plataformas.

UNA PELÍCULA: Marte, de Ridley Scott

Nunca hay que dejar a nadie atrás. El mensaje, que antes sonaba a arenga de capitán de navío, hoy sin embargo deviene en fundamental. En Marte, una inmensa tormenta obliga a una tripulación a huir de su estación en Marte dando por muerto a uno de sus miembros que, para iniciar la acción, en realidad no ha fallecido. Ese biólogo al que encarna Matt Damon se convierte en el marciano del título original (The Martian), porque luchará por sobrevivir con las pocas provisiones que tiene: crea un huerto, se las ingenia para crear agua, mantiene una bitácora y, sobre todo, lucha por comunicarse con la Tierra y avisarles de que está vivo. Lo grande de Marte no está en cómo las naciones se apoyan para rescatar al náufrago, sino en las enseñanzas que recibe el patio de butacas sobre lo complejo que es el acto de comunicarse. Primero, por la falta de medios, que agudiza el ingenio –hasta grados delirantes– del marciano de adopción. Segundo, por la distancia, que imposibilita el diálogo, algo que en otras películas más cercanas a la ciencia ficción que esta se resuelve sin ningún criterio científico. Marte apuesta al final por la idea de que el ser humano solo puede sobrevivir con organización, inventiva y comunicación, y Scott, que dirigió casi de rebote –no era el realizador previsto– este cóctel de Apollo 13Náufrago, acierta de pleno con un actor como Matt Damon, que hace creíble al hombre agarrado a un hilo de esperanza. Por cierto, película a recomendar la próxima vez que alguien se queje de tener poca cobertura. Gregorio Belinchón

Marte. Ridley Scott. 2015. La película está disponible en Vodafone, iTunes y Rakuten.

UNA SERIE: The Bold Type

Del mismo modo que Anna Wintour, editora de la edición estadounidense de la revista Vogue, era la inspiración del personaje que interpreta Meryl Streep en El diablo viste de Prada, la editora de Cosmopolitan entre 2012 y 2016, Joanna Coles, es el referente real para la jefa de las tres amigas protagonistas de The Bold Type. Eso sí, Coles ejerce como productora y supervisora de la serie, por lo que el resultado es mucho más favorecedor para ella que el de la película para Wintour. No por ligera y desenfadada The Bold Type tiene menos mérito, y más en momentos en los que el drama y la densidad del día a día llegan a abrumar. Con un tono general optimista, la serie destaca sobre otras historias femeninas porque sus jóvenes protagonistas suelen poner por delante sus metas profesionales que las personales y tienen la sororidad interiorizada en su día a día. Para ellas, las cuestiones amorosas son solo un aspecto más de la vida, y no el centro de ella, como ocurre en muchas ficciones enfocadas en el público femenino. Son mujeres que dudan, se equivocan, tienen miedos, y para las que el móvil es una extensión de ellas mismas. Buscan su lugar en el mundo (y quién no), y lo hacen ayudadas por una jefa que ejerce como mentora. Además, la serie se esfuerza por retratar (aunque con cierto idealismo inevitable) la forma de trabajar la prensa escrita, con los miedos del formato ante los cambios recientes y su necesidad de adaptación. No todo son risas, moda y ligereza en esta serie. Sus historias también tratan temas serios, desde el cáncer de mama hasta los abusos sexuales (con una de sus tramas llegaron a adelantarse al Me Too), los problemas de los inmigrantes o la exploración de la identidad sexual. Natalia Marcos

The Bold Type. Sarah Watson. Freeform. 2017. Las tres primeras temporadas de la serie están disponibles en Amazon Prime Video.

UN CÓMIC: Los dientes de la eternidad, de Jorge García y Gustavo Rico

Sabido es que los superhéroes son la mitología de nuestro tiempo. Nuevos dioses que se mueven a ritmo de rock mientas los antiguos todavía deciden si prefieren a Beethoven o a Wagner, pero que al final han sabido mezclarse con sus progenitores en sana algarabía. Las páginas de Marvel acogían por igual a los Spiderman que a Thor o Hércules, en demostración de buena camaradería divina y, de paso, de la profunda relación que los ligaba. Pero la mitología no sólo se ha inmiscuido en el género por antonomasia del cómic, también ha sido protagonista de muchas aproximaciones de la historieta. Si ustedes son más de las historias de aesires, vanires, jotuns, valquirias y demás protagonistas de la mitología nórdica, tienen una excelente opción en Los dientes de la eternidad, de Jorge García y Gustavo Rico. García es uno de los mejores guionistas del cómic español, que sabe cómo aprovechar las ficciones para llevar a su terreno la reflexión posterior. La historia del rey Gylfi es un atractivo envoltorio para hablar de temas universales como la amistad, la traición y la mentira, que se apoya en el trabajo excepcional de Gustavo Rico. Publicada de forma parcial hace casi una década, el dibujante aprovechó el prolongado tiempo que pasó hasta completar la obra para redibujarla completamente, con una potencia visual y compositiva apabullante, heredera de Jack Kirby, Segio Toppi o Javier Olivares, impulsada por un tratamiento del color impactante, que se convierte en conductor de épicas y epopeyas. Viñetas que parecen explotar ante nuestros ojos, luchas míticas que hacen temblar los bordes de la viñeta, personajes que irradian una fuerza que deslumbra al lector más avezado. Un tebeo para disfrutar de los mitos y, durante un rato, volver a creer en los dioses. Álvaro Pons

Los dientes de la eternidad. Jorge García y Gustavo Rico. Norma Editorial, 2016. El cómic está disponible en Todos tus libros y Amazon.

UN VIDEOJUEGO: Bioshock

Cuando apareció en 2007, el videojuego Bioshock, de Ken Levine, fue un golpe encima de la mesa. En el juego somos un hombre cuyo avión se estrella en medio del mar y, por azar, termina en un solitario faro. Desde allí, un pequeño submarino le envía a la auténtica protagonista del juego: Rapture, la ciudad submarina, otrora esplendorosa y refugio de las mejores mentes del mundo pero hoy azotada por una plaga que enloquece a su gente y presa de la devastación. Allí, en las ruinas de la silente y amenazadora Rapture, viviremos una aventura en primera persona cargada de tensión, acción y con dosis de terror. Pero el juego no termina en su superficie adrenalítica: Bioshock se atreve a bucear (nunca mejor dicho) en conceptos filosóficos serios, que pivotan alrededor del objetivismo de Ayn Rand, y ponen en tela de juicio lo que entendemos por sociedad y sus pilares básicos. Un juego que marcó una época. Jorge Morla

Bioshock. Kevin Levine. 2K, 2007. El juego está disponible en Microsoft Windows, Xbox One, PlayStation 4, iOS y Nintendo Switch.

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