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Un siglo de guitarra flamenca de concierto

Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar admitieron las enseñanzas de Niño Ricardo y Sabicas, influencias que se extienden a Melchor de Marchena y Diego del Gastor. Ofrecemos un completo repaso al género de camino a la normalidad

Paco de Lucía, en un concierto de Madrid en junio de 2010.
Paco de Lucía, en un concierto de Madrid en junio de 2010. Santi Burgos

El periodista, y también guitarrista, Pablo San Nicasio la definió certeramente como "la música de España". Se refería a la de la guitarra flamenca, un instrumento nacido en tiempos lejanos para acompañar al cante y al baile, pero que, desde hace casi un siglo, ha venido recorriendo una larga trayectoria de emancipación de sus primitivas funciones hasta llegar a convertirse en la banda sonora de un país, una inagotable fuente de creaciones y de músicas por las que, ciertamente, nuestra a tierra es identificada más allá de nuestras fronteras.

Siempre es difícil fijar un hito del que partir, pero lo haremos en la figura del maestro Don Ramón Montoya, con el que la sonanta —el otro nombre que recibe dentro del género— comienza a buscar en solitario un camino de expresión propio, el de la "guitarra flamenca de concierto", de la que se nutre íntegramente la selección musical que les ofrecemos. Con ella se comprueba que los guitarristas no estaban destinados exclusivamente a labores de acompañamiento. No, a ellos les estaba encomendada una misión superior: la de ser los verdaderos e imprescindibles vehículos de la evolución de la música flamenca. Y todo ello, sin abandonar sus iniciales funciones, a las que han aportado un incalculable crecimiento.

El escritor Juan José Téllez ya los calificó como "los intelectuales del flamenco" en tanto "estiran los límites del conocimiento y enriquecen al individuo". De parecida forma, el guitarrista e investigador Norberto Torres destacó en su día "el impresionante papel intelectual de catalizador y compositor de música ágrafa del guitarrista flamenco". Su participación ha sido, pues, fundamental en la evolución del género, una evolución que tiene un carácter dialéctico en tanto la guitarra se nutre siempre de su relación con las otras disciplinas de este arte, el cante y el baile, y estas a su vez de la música de la sonanta.

En la actualidad, y no sin razón, se habla de momentos de esplendor. Se hace necesario subrayar que esta reconocida brillantez solo se entiende como resultado de una larga cadena generacional que, arrancando en las primeras décadas del siglo pasado, ha ido elaborando un tejido de interrelaciones, de influencias y magisterios reconocidos, sobre el que ha ido creciendo la hermosa construcción de la que hoy gozamos. Un sólido edificio construido por muchas voluntades y grandes genialidades, que han ido abriendo puertas para que otros continúen la obra a partir de la herencia por ellos dejada. Y así, en el tiempo, se van sucediendo los maestros y los discípulos que, a su vez, se convertirán en maestros en una, hasta ahora, inacabada cadena de generaciones con sus respectivos magisterios y aprendizajes que se dan la mano con el devenir de los años.

Esa es la idea que preside la playlist adjunta, que, en tres bloques más o menos generacionales, ilustra musicalmente el desarrollo de la disciplina a lo largo de casi noventa años: desde los registros en París del maestro Montoya, en los años treinta del siglo pasado, a la última grabación de Cañizares, de 2019. Los guitarristas históricos de la primera mitad de la centuria ejercen un magisterio por los maestros de la siguiente generación. Paco de Lucía o Manolo Sanlúcar han admitido las enseñanzas de Niño Ricardo y Sabicas, influencias que se extienden a Melchor de Marchena y Diego del Gastor en el caso de otros guitarristas.

La generación de Paco, Sanlúcar y Serranito protagoniza una auténtica revolución de la guitarra de concierto a partir de los años sesenta. Las muchas aportaciones en cadencias y afinaciones que habían dejado fijadas los maestros se encontraban agotadas, y a ellos les tocó ensanchar los límites establecidos con una avalancha de innovaciones que determinará a la generación posterior, la de los Riqueni, Núñez, Cañizares o Amigo, entre otros, que lejos que anclarse ha seguido desarrollando más y nuevas posibilidades armónicas.

De la rondeña de Montoya a la de Paco de Lucía, por poner un ejemplo de la lista, corre una ostensible evolución que apreciarán. Y más allá del progreso en la técnica —nunca se ha tocado mejor que ahora, se suele decir—, la música que emana de estos guitarristas le acompañará, llenará estos días de regreso a la normalidad y, sobre todo, embellecerá muchos de sus momentos como pocas cosas lo pueden hacer.

Relación de estilos de las canciones

1. Ramón Montoya (1880-1949). Rondeña

2. Manuel Serrapí «Niño Ricardo» (1904-1972). Malagueñas

3. Agustín Castellón «Sabicas» (1912-1990). Farruca

4. Melchor de Marchena (1902-1980). Taranta

5. Diego del Gastor (1908-1973). Soleares

6. Esteban de Sanlúcar (1910-1989). Castillo de Xauen

7. Luis Maravilla (1914-2000). Noche en Santa Cruz

8. Mario Escudero (1928-2004). Zapateado

9. Manuel Cano (1925-1990). Seguiriyas

10. Víctor Monge «Serranito» (1942). Alegrías

11. Manolo Sanlúcar (1943). Carta a doña Rosita

12. Paco de Lucía (1947-2014). Rondeña

13. Pepe Habichuela (1944). Granaína

14. Paco Cepero (1942). Rumba

15. Niño Miguel (1952-2013). Vals flamenco

16. Gerardo Núñez (1961). Bulerías

17. Rafael Riqueni (1962). Tema de amor

18. José Luis Móntón (1962). Rota (Farruca)

19. Juan Manuel Cañizares (1966). Seguiriya

20. Vicente Amigo (1967). Soleá

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