“El antisemitismo goza de muy buena salud”
Diego Moldes compendia las aportaciones de los judíos al mundo moderno en ‘Cuando Einstein encontró a Kafka’
El día de esta entrevista el mundo de la cultura lloraba la muerte de Kirk Douglas, que había fallecido durante la madrugada. Último mito del Hollywood clásico, de Douglas solo se supo su ascendencia judía (y que en realidad se llamaba Issur Danielovitch Demsky) cuando publicó su biografía en 1988, El hijo del trapero. "Si no existiera antisemitismo en el mundo”, explica Diego Moldes (Pontevedra, 1977), “nadie tendría por qué cambiar su nombre y ocultar su origen, ¿no?". Delante de Moldes, que no es judío aunque no le importa definirse como judío cultural, hay un café y un libro negro y monumental: Cuando Einstein encontró a Kafka (Galaxia Gutemberg), en el que compendia las aportaciones de los judíos al mundo moderno.
El libro, Moldes lo sabe, es un artefacto muy curioso por cuanto que hace proselitismo sobre una religión, o una cultura, absolutamente contraria al proselitismo. “Me gusta la palabra artefacto. Lo que intenté es huir de dos conceptos problemáticos: religión y política. Lo que sí hice es una investigación que aglutinase las aportaciones que los judíos, en tanto que individuos, habían hecho al mundo moderno. Pero como individuos, no como pueblo”, explica Moldes, que además de escritor es historiador del cine y director de relaciones institucionales de la Universidad Nebrija. Además, cree que añadir bibliografía al estudio de la base judeocristiana de la sociedad occidental es absurdo: ya hay mucho escrito sobre ello. Él quería otro enfoque: “Un libro que te haga replantearte qué significa la palabra judío. Y por qué para los extremismos, de un lado y de otro, tiene un matiz peyorativo”.
"Quería hacer un libro que te haga replantearte qué significa la palabra judío. Y por qué para los extremismos tiene un matiz peyorativo"
El libro lo componen dos partes. Una primera, más ensayística, sobre la situación de los judíos hoy. Luego, otras seiscientas páginas con nombres y apellidos. Los Einstein o Kafka que dan título al libro son solo una gota en un mar: de Elias Canetti a Joseph Pulitzer, pasando por Rosalind Elsie Franklin o Naomi Klein, Moldes glosa los individuos que han hecho grandes aportaciones al mundo moderno. En la primera parte, llama la atención un mapamundi del antisemitismo (o mejor dicho, de los prejuicios antisemitas) hecho por la Anti-Defamation League en 103 países. Las cifras (que corresponden al año 2016, y que Moldes cree que hoy son mayores) marean un poco: un 26% del mundo tiene esos prejuicios. En números: 1.090.000.000 personas. Con todo, lo realmente preocupante para Moldes no son los fríos números. “Aunque el atisemitismo sigue teniendo muy buena salud, no podemos generalizar y decir que tal o cual país es antisemita”, sostiene. “¡Pero lo preocupante es que los prejuicios crecen en países donde no hay judíos! Hay más prejuicios en Grecia que en Países Bajos, más en México que en Estados Unidos, más en España que en Alemania. Y para mí, el antisemitismo sin judíos es conspiranoico”.
Moldes sostiene que el antisemitismo “es el huevo de la serpiente. De él emergen los demás delitos de odio: xenofobia, racismo, islamofobia, gitanofobia… Y claro, es más difícil de combatir que otros delitos de odio porque no es explícito: si alguien es judío, yo no tengo por qué saberlo. Pero otras etnias sí reciben rechazo por su físico”, sostiene. “Y ya que hablamos de eso, el antisemitismo, o la judeofobia, creo que en parte tiene que ver con ese carácter antiproselitista. Eso generó una desconfianza que se ha perpetuado en el tiempo”.
Volviendo a los méritos de los judíos o de los descendientes de judíos, aunque en el libro de Moldes se apuntan algunos factores genéticos —los judíos asquenazíes son la etnia con un cociente intelectual promedio más alto del mundo—, el investigador sostiene que “tiene que ver con la alfabetización, con la cultura. Y luego, hay un concepto en la educación judía interesante: como educación intelectual, no tolera el dolce far niente. La vagancia, la vida contemplativa". "Es decir, el intelectual judío”, y aquí Moldes cita a Harold Bloom, al recientemente desaparecido George Steiner o a Noam Chomsky, “es gente muy activa. No solo escriben libros: los divulgan y tienen una voluntad educativa. Para mí, el judaísmo es un humanismo, y la cultura occidental bebe de ellos”. Sobre que, por ejemplo, el 24% de los Premios Nobel desde el nacimiento de estos galardones hasta 2019 han sido otorgados a personas de origen judío (más de 800 premiados), Moldes cree que “probablemente es algo fruto de miles de años de proceso educativo. Ser exterminados, exiliados, usurpadas sus tierras… generó un pueblo, además de móvil, resistente e inteligente”.
Luego el libro entra, muy detalladamente, en desglosar diferentes campos: literatura, cine, economía, inventos. En el ámbito literario, detalla cómo el Holocausto actuó de parteaguas de la literatura judía. En el económico, pasa revista a compañías como Shell, Heineken o Mercedes-Benz. ¿Cuál es el invento hecho por judíos que más le sorprendió en la elaboración del libro? “El cemento, que se inventa en Jericó, la ciudad más antigua del mundo. El primer registro que hay de cemento es de hace más de 9.000 años. Pero hay cientos de ejemplos. En el caso de la aspirina, me sigue sorprendiendo porque se atribuye al ayudante del inventor. También está el mando a distancia, el pendrive. Los tomates Cherry”.
Volviendo al antisemitismo, es en parte una pescadilla que se muerde la cola. “Amos Oz decía que se les culpaba de estar en Europa y se les decía: 'iros a Palestina'. Y cuando la ONU acepta el Estado de Israel, se les critica por tener un Estado”, explica Moldes. El pasado 5 de febrero veía la luz, un día después de su muerte, una entrevista póstuma a George Steiner. En ella se declaraba antisionista. “Sí”, admite Moldes, “pero luego lo matiza, dice que es fácil ser antisionista desde Estados Unidos o Cambridge, y que su visión posiblemente sería distinta si hubiera vivido en Israel”. De todos modos, Moldes sostiene que “no hay que confundir criticar a algún Gobierno israelí con criticar al Estado de Israel”. “Pero creo que a Israel se le reclaman una serie de cosas que no se le reclaman a los demás países que han surgido desde que se creara el Estado de Israel en 1948, y que también han tenido conflictos territoriales. Y son muchos países. Creo que detrás de eso sí hay algo de antisemitismo”. Cierra. “No hay pueblo más difícil de comprender que los judíos”, dice la cita inicial de Elias Canetti que abre el volumen. El libro de Moldes aporta su grano de arena a esa comprensión.
Cuando Einstein encontró a Kafa. Contribuciones de los judíos al mundo moderno. Diego Moldes. Galaxia Gutemberg. 695 páginas. 33 euros.
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