‘Cobertura’: dos actores para treinta personajes en una sátira enloquecida
Clara Segura y Bruno Oro se multiplican en la obra, coescrita por Alejo Levis, recién estrenada en el Romea barcelonés
Habrá que resumir mucho, porque Cobertura es un derrame de energía, un no parar a caballo entre la entrega y el exceso, que a veces suelen ir juntos. Empiezo por Alejo Levis, que firmó (con Marc Angelet) aquella pequeña joya llamada Life Spoiler. Con Levis empieza la multiplicación: escribe Cobertura con Bruno Oro (también protagonista) y además firma escenografía y audiovisuales y es ayudante de dirección, a las órdenes de Clara Segura. Cierro un primer círculo al caer en la cuenta de que Levis y Angelet levantaron Inmortal, el monólogo donde Oro interpretaba a una treintena de personajes, y treinta o más encarnan Segura y Oro en esta Cobertura que acaba de alzar el vuelo en Barcelona. La función es una sátira enloquecida, con saltos en el tiempo (desde los noventa hasta el ahora mismo) y desbordamiento de historias, quizás porque los parientes narrativos de Segura, Oro y Levis pudieran ser Nao Albet y Marcel Borràs, y el pastel tenga toques del Berlanga más asilvestrado y el Álex de la Iglesia de Mi gran noche, que tampoco se quedaba corto.
No todo en Cobertura me acaba de convencer, pero los protagonistas están entregadísimos, arrasadores
No todo en Cobertura me acaba de convencer, pero los protagonistas están entregadísimos, arrasadores, y tienen al público a sus pies desde el minuto uno. Y en registro cómico, que no es frecuente, sobre todo para Clara Segura: su gestualidad, su portentosa forma de clavar las réplicas, me hacen pensar en la gran Rosa Maria Sardà. Oro es más conocido por su humor, aunque no hay que olvidar que se formó en Shakespeare y en el TNC estrenó Arcadia, de Stoppard. Luego se lanzaron a la carretera (como Compañía Total Memos) en pequeños teatros o en polideportivos, para ocho personas o más de mil. Su riqueza de registros se nota (¡y cómo!) en Cobertura, que ha abierto con todo el papel vendido. La acción comienza en el cine Arcadia Nexflin, donde Roxana, estrella feminista, debutó de la mano del director argentino Guillermo Peñalvar con Quiero nadar en tus ojos, la cinta con la que Argentina ganó el Oscar a la mejor película extranjera. Han pasado muchas cosas desde entonces: Rosana ha subido de modo estratosférico, pero Guillermo sigue cayendo (y cuanto más cae, más te atrapa). Comienza el desfile. Vamos a conocer a Cayetana López de Amor (que se autopresenta como community manager), a Marçal, becario de producción, mallorquinísimo (un poco facilón, pero el personal se revuelca de risa); a Nancy y Boris, dos bobos contemporáneos muy bien dibujados (“Acabamos de crear una fundación para todos aquellos influencers lisiados en actos de redes sociales”). Encabezan la Facción Madura Antonio Peñalver, exproyeccionista del Arcadia y abuelo de Guillermo, y Guada, la asistenta del cineasta. Más viajes en el tiempo. Mi favorita: cuando Roxana fascina a Guillermo y pasa la prueba de Quiero nadar en tus ojos. Y comienza el rodaje, que desbancará a las otras nominadas: hay que ver las secuencias de Japón (Yakisoba), España (Deséame), Irán (Burka) y Francia (Vin rouge). Primera caída: Guillermo rueda Dinosauria, para Disney, con la coreógrafa Jennifer y el racista Tim, ayudante de dirección.
¿Más personajes? Mary, transexual, y Vane, enfermera, casi parodias hospitalarias de Ángeles en América. El humor va adquiriendo un color cada vez más oscuro (y se agradece). Y que esa amargura cabalgue a lomos de la energía, también: véase la escena del taxista y Roxana, y la de Larry, el chulángano ocurrente, chispeante, de los mejores personajes, enfrentado con la puñetera Cayetana. Otra escena que me gusta, por original e imprevisible: Guillermo descubre las gafas de sexo virtual con un porno Disney musical. Como Roxana ya va por los siete millones de followers, hay un chiste sobre lo de “hablar con e final” que, lástima, se hace pesadito. Otro momento que arranca muy salado y al que tampoco le iría mal un tajo: el eslogan de quinoa.
Pasan tantas cosas en la última parte que vuelve a imponerse la selección. Como, por ejemplo, el premiazo que se lleva Roxana en Venecia. Eso es bueno, aunque, claro, es mucho más gordo lo que sucede con la cobertura, un poco a la manera de La Cubana. Eso no se puede contar. Y no se pierdan lo del pasadizo secreto del abuelo. Y el momento en el que el juego con los teléfonos móviles es llevado a una resolución extrema e inesperada, digna de La dimensión desconocida. Hay muchas peripecias, como decía, pero a ratos quedan un tanto enfrentados los pasajes sensacionales con los que resultan reiterativos, como suele suceder cuando la generosidad narrativa brota a manos llenas. Quizás haya que ajustar alguna escena (cosa lógica en los primeros días, y con la dificultad de la puesta). Pero lo que manda es la fuerza y el talento de Clara Segura y Bruno Oro. Y de Alejo Levis. Un aplauso para los tres.
Cobertura. Bruno Oro y Alejo Levis. Direccion: Clara Segura. Teatro Romea. Barcelona. Hasta el 15 de marzo.
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