‘Pocoyó’ echa raíces en Canarias
Gran Canaria y Tenerife trabajan para convertirse en el centro de la producción de animación de España
“Si miras Pocoyó y preguntas de dónde es..., mira, han dicho que éramos japoneses, rusos, estadounidenses, chinos, de todo menos españoles”. Habla Víctor M. López, director general de Zinkia, la productora que en 2005 con ese niño vestido de azul de pocas palabras y que vivía en un universo de fondo blanco, conquistó el mundo. Un fenómeno global que, a punto de cumplir 15 años de su estreno, ahora echa raíces en Gran Canaria para preparar una nueva entrega después de unos convulsivos años en la empresa, con un concurso de acreedores de por medio. Una estrategia que forma parte de la apuesta de Canarias por atraer a la industria del entretenimiento a sus islas, con especial hincapié en la animación. Su atractivo: buen tiempo, una cantera de artistas y profesionales cada vez mayor, instalaciones y unos incentivos fiscales muy competitivos.
Madrid, Valencia y Barcelona reunían hasta ahora el grueso de las empresas de animación en España, pero en los últimos dos años, tanto Canarias, País Vasco como Navarra han comenzado a ofrecer incentivos para atraer a estas compañías. "Tenemos una fiscalidad muy competitiva. El impuesto sobre beneficios de las empresas en Canarias es el 4% para actividades como las de la industria audiovisual, en relación con el 25% del impuesto sobre sociedades en Península", explica Cosme García, Director Gerente de la Sociedad de Promoción Económica de Gran Canaria (SPEGC) del Cabildo, organismo que invitó a EL PAÍS a la isla el pasado martes para conocer la iniciativa.
Y luego hay dos tipos de deducciones. "El presupuesto medio de una producción de animación de 52 capítulos de 11 minutos es de unos cinco millones de euros. Si al menos un 20% se gasta en Canarias, tienes un incentivo fiscal del 45% del primer millón y 40% del resto. Más de dos millones de incentivo. Esto permite producir más contenidos, ser más competitivo a la hora de ir al mercado internacional y generar más propiedad intelectual", explica López. El umbral baja del millón a 200.000 euros a las empresas internacionales que contraten un servicio de producción a una compañía canaria.
Para el Cabildo de Gran Canaria, la animación es la oportunidad de crear más puestos de trabajo que con otro tipo de producciones. "Una serie de animación va de 12 a 18 meses y encadena una producción con otra, eso te permite una estabilidad del empleo que si enganchas producciones puedes llegar a tener ciento y pico trabajadores", explica García. "Una de las ventajas de la animación frente al cine o la tele de imagen de real es que creas un poso de industria mucho más sólido, estás formando a gente de manera permanente. Lo que gana un actor es muchísimo dinero, pero la media salarial que tenemos en las compañías de animación debe de estar un 30% por encima de la media salarial que hay en Gran Canaria, con lo cual generas un trabajo de calidad, traes a gente de fuera, que suelen ser profesionales muy cualificados, que al final dejan un pozo de conocimiento", apunta el director de Zinkia.
Fue López el que en 2017 abrió el camino en Gran Canaria a las empresas de animación al llevar a la isla parte del proceso de animación de la serie Cleo y Cuquín (basada en la histórica familia de dibujos animados Telerín). Lo hizo con Ánima Kitchent, empresa en la que estuvo durante varios años para retornar a Zinkia como director general. Zinkia trabaja en la segunda mitad de la cuarta temporada de Pocoyó en coproducción con Koyi, una nueva compañía creada en Canarias, que se encargará desde Las Palmas a partir de este lunes 15 de octubre de hacer toda la parte de animación pura y dura, mientras en Madrid se lleva a cabo en la sede de Zinkia la parte organizativa y la de creación inicial. Durante el próximo año se producirán 36 episodios y 20 videoclips musicales con un equipo de 70 personas y un presupuesto de unos tres millones de euros (lo que cuesta de media, por ejemplo, rodar una película en España).
En Gran Canaria la estrategia no está solo en la parte monetaria. "Estamos convencidos de que con fiscalidad solo no vamos a competir, hay otros elementos en el cocktail, como el talento. Hay que invertir mucho en formación", comenta García. "Este sector se nutre de gente creativa. Aquí tenemos una Escuela de arte y diseño que tiene una matrícula media de 1200 alumnos, que son creativos. Hay muchos de ilustración y de diseño publicitario. Ahí podemos tener una cantera de 200 o 300 personas. Lo que faltaba es que para ser animador y especialista en el sector, nuestro sistema no daba la respuesta. Buscamos algo proactivo y estable, que seamos capaces de formar animadores con dos o tres años continuadamente", comenta el director de la SPEGC.
De forma conjunta con las empresas de animación que se establecen allí, el Cabildo organiza cursos de formación que cuentan con prácticas en, por ejemplo, la nueva temporada de Pocoyó. Pero para la industria, resulta insuficiente. "Nos falta un paso adelante. Si miramos a las escuelas de animación noruegas o francesas, allí estudian tres o cuatro años", dice López, que incide en la idea de la especialización: "Formar a un animador es relativamente fácil, es como formar un mecánico básico, pero en esta industria vamos a necesitar a ingenieros capaces de diseñar un coche, necesitamos gente que entienda qué es la producción ejecutiva, que sea capaz de dar forma a un proyecto, de armonizar todo ese engranaje que conforma la animación, que lo pueda llevar al mercado internacional y que consiga la financiación".
"En Canadá o Francia hay ciudades que viven de la animación, sobre todo por los incentivos o por las subvenciones. No es un sector limitativo, no necesitas grandes medios, no necesitas una industria muy pesada. Necesitas el talento de la gente y que esté bien formada. Con eso, una buena conexión a internet y ordenadores estás creando un contenido, estás construyendo sobre una industria que es inminentemente exportadora", explica López. "La animación es, de largo, lo que más se exporta de la industria del entretenimiento en España. El contenido más distribuido español se llama Jelly Jamm, y es animación, que se ha vendido en 120 países. La capacidad exportadora, de arranque y de estreno en diferentes países es enorme. La animación viaja mucho mejor que la imagen real", finaliza el directivo de Zinkia
La industria de animación ha visto en el auge de las plataformas una vía de distribución global casi inmediata. "El paradigma del audiovisual ha cambiado radicalmente. Hoy las plataformas son una de las bases económicas principales de esta industria. Si comparamos las plataformas con las televisiones, deben de estar ganando 10 o 12 a 1 ahora mismo en términos de ingresos para las productoras. Todos son negocios recurrentes, cosa que las televisiones no lo son. Sigue siendo cambiante, vamos a ver cómo entra Disney+ en la industria, a ver qué pasa con Netflix", comenta López.
Pocoyó se puede ver a nivel global en Netflix, por ejemplo, y también en YouTube, plataforma que además produjo su última entrega y con la que siguen colaborando. "Se ha convertido en uno de los lugares principales para la animación desde el punto de visto económico y desde el punto de vista de reconocimiento de marca y de exposición", apunta López. "Para nosotros ha sido un caldo de cultivo excelente. En YouTube sabemos los usuarios de dónde entran, hasta dónde, cuándo salen, dónde vienen, qué días son los que más consumo tienen. Tenemos un montón de información de los usuarios que es muy útil desde el punto de vista creativo. Es abono puro para nuevos proyectos", remata el directivo, que explica que en la plataforma, sumando todos los canales oficiales en una decena de idiomas, tienen 16 millones de suscriptores y que ya han superado los 16.000 millones de reproducciones.
En el caso de Zinkia y Koyi, el trabajo con Gran Canaria va más allá de lo profesional. Ambas productoras colaborarán para reforestar la isla después del incendio del pasado agosto en el que se quemaron 10.000 hectáreas. La iniciativa, llamada Bosque Pocoyó, se ha marcado como objetivo llegar a plantar 15.000 pinos canarios. Una acción solidaria que sirve también de símbolo de cómo Pocoyó y varias empresas del sector de la animación (Birdland, Ánima, Perruncho, 3 Doubles, B-Water o Tomavision, entre otras) están echando sus raíces allí.
El Hollywood del mojo picón
La idea de los cabildos de Gran Canaria y Tenerife, que no trabajan de forma conjunta, es atraer a las islas rodajes de series, películas, publicidad y videojuegos, tanto de acción real como de animación. En los últimos años se han rodado allí ficciones como Palmeras en la nieve, El niño, The Witcher, Furia de titanes, Doctor Who o Aliados, que buscaban en especial sus localizaciones naturales. Pero el plan canario es atraer también rodajes y trabajos de interior: desde la producción de proyectos de animación como Pocoyó a empresas de postproducción dedicadas a los efectos especiales, al talonaje, la música, etc.
En Gran Canaria quieren ir incluso más allá: están en construcción dos grandes platós para atraer más rodajes y más largos. Así como las producciones de animación se mantienen en las islas durante meses, los rodajes de grandes producciones son pocos días y se deben de cumplir unos mínimos de tiempo para beneficiarse de los incentivos. "Por guion, quizá las localizaciones exteriores no son suficientes para rodar ese mínimo de tiempo. Actualmente hay que rodar entre 11 y 19 días, pero hemos conseguido reducirlo a nueve siempre y cuando se haga una inversión de al menos el 15% del presupuesto de la parte española en procesos de postproducción", explica Nuria Guinnot, coordinadora en la Gran Canaria Film Commssion.
Por las islas pasará también en los próximos meses el rodaje de una nueva serie ambientada en la saga de Juego de tronos de George R. R. Martin, que estará protagonizada por Naomi Watts. Y en Tenerife ya espera la empresa de efectos digitales El Ranchito, encargada de varias de las secuencias más espectaculares de la serie de fantasía de HBO. Un paso más para que Canarias se convierta en el Hollywood del mojo picón.
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