De famoso a concursante
Las diferencias entre 'MasterChef Celebrity' y 'GH VIP' se basan en que en el primero se les pide a los famosos que hagan cosas y en el otro, se les hacen cosas
Una de las formas más certeras que existen para saber si a alguien del mundo de la farándula (y alrededores) le va bien en su negociado es ver la alineación de cualquier reality de estos que se hacen con famosos (y alrededores). Si no aparece en ninguno es que su carrera va viento en popa. Si sale en algo cuyo título acaba en VIP o Celebrity, es hora de preocuparse por el estado de su cuenta bancaria, de su ego o de su equilibrio mental. El miércoles a las 22.00 arrancaban en Telecinco y La 1 dos de estos programas de telerrealidad cuyos participantes son gente que se supone que debes conocer, que conocías o que solo desconoces porque el ritmo en el que se fabrican caras conocidas en el siglo XXI te ha dejó exhausto tras el undécimo Gran Hermano.
MasterChef Celebrity y GH VIP coinciden en la apuesta por colocar caras conocidas en situaciones comprometidas que nos ayudan a ver su capacidad para salir de prácticamente cualquier brete, o embarrarse hasta el cuello. Hoy les toca cocinar cincuenta lubinas acompañadas de elementos que se cocinan utilizando instrumentos que parecen sacados de un hospital o un taller mecánico, o entrar a la casa por el conducto de ventilación, algo que, si no eres Bruce Willis, es imposible hacer con dignidad.
Ante estos bretes se encontraron en La 1 gente como el actor Félix Gómez, la maravillosa Yolanda Ramos, el diseñador Juan Avellaneda, la actriz y presentadora Marta Torné o Tamara Falcó, icono pijo que seduce a los pijos a quienes les gustaría poder permitirse transitar por la vida sin filtros y a los que no lo son, pero aún creen que un día podrían llegar a serlo. Mientras, en Telecinco, la selección era menos intuitiva a ojos del espectador accidental, pues esta cadena ha logrado crear un ecosistema de Vips propio. Es casi imposible no tener que entrar a Google para saber quiénes son la mayoría de los concursantes cuando son anunciados en plató. Lo que está claro es que entre ellos todos se conocen y, sobre todo, se odian. Hartos de verse en los palcos de la cadena o en los reservados de las discotecas que hace años estuvieron de moda, han logrado fabricarse cuitas tan profundas como para merecer un puesto en el programa.
En esta edición del reality de Telecinco la gran sorpresa corrió a cargo de Antonio David Flores, ex de la hija de Rocío Jurado y, por su aspecto actual, primo de Benjamin Button. También estaba Dinio, ex de Marujita Díaz, quien según su defensora en el plató va mucho al baño porque se ve gordo. Y Mila Ximénez, que es aquella persona de Sálvame que más merece que intentes que te caiga bien. Intentes. Ella protagonizó los mejores momentos de esta primera gala, la de los sustos y las sorpresas, que avanzaba algo morosa hasta su irrupción. Se negó a entrar en la casa a través de una trampilla y es muy probable que a estas horas ya esté negociando su salida de aquel habitáculo, diseñado siguiendo los principios de la Escuela de Memphis, movimiento estético surgido en Milán en los años sesenta y liderado por Ettore Sottsass. Como es menester con cualquier cosa que rezume un mínimo de intención estética o cultural es motivo de mofa. “A mí me parece más de Minnesota”, se bromea en plató ante el jolgorio de audiencia, invitados e incluso Jorge Javier Vázquez, que está en mejor forma que nunca. Hasta hace un tiempo la idea de él era que podía tratarse de un tonto que se rodea de más tontos para parecer listo. Pero, como dijo hace muchos años Juan José Millás, alguien capaz de armar tamaña estrategia no es tonto, sino rematadamente inteligente. Él lo es.
Las diferencias entre ambos productos se basan en que en MasterChef se les pide a los famosos que hagan cosas y en Gran hermano VIP, se les hacen cosas. Curiosamente, a pesar de esta diferencia casi metafísica los resultados son similares. En el programa de La 1, la visita del chef Yotam Ottolenghi, epígono de la alta cocina basada en los vegetales, sirve como antesala para la elaboración de un plato vegetariano. Juan, uno de Los Chunguitos -durante toda la emisión resulta complicado saber si se trata de Los Chunguitos o de Los Morancos- decide hacer una ensalada, en lo que podría calificarse de performance situacionista. Desafortunadamente, el jurado no parece estar muy a favor de que se invoque a Marcel Duchamp en un programa serio y el hombre se lleva una severa reprimenda en ese estilo pasivo agresivo que define a los tres jueces.
En Telecinco, las reprimendas no las da el presentador, sino que se las cascan entre los concursantes. En este aspecto, la presencia de Alba Carrillo es garantía de que cada día se va a almorzar pollo. La chica parece vivir en una eterna reunión familiar de Navidad en la que le ha tocado el papel del cuñado. Ese rol, pero con menos vinagre y bastante más Lexatin, lo juega Ana Obregón en MasterChef Celebrity, la única que parece estar en el programa equivocado. Al final, la expulsan, algo que no hace más que explicitar los deseos de la actriz -Neymar debería tomar nota-, la única que merece situar sus intereses por encima de los de la audiencia. Una celebridad, no un concursante. Al menos, en su cabeza.
Gran Hermano VIP 7 fue seguido por 2.529.000 espectadores y logró un 24,6%de cuota de pantalla. Mejor estreno en número de espectadores que en las dos temporadas anteriores.
MasterChef Celebrity 4 fue seguido por 2.142.000 personas, con un 19,4% de cuota. El peor estreno del programa hasta la fecha en número de espectadores.
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