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Columna
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Málaga

Con 'Malaka' es curioso que se vuelva a situar en la Costa del Sol lo que se intuye ya como una trama con policías corruptos, constructores codiciosos y mafias de la droga

Maggie Civantos y Salva Reina en 'Malaka'. En vídeo, el tráiler de la serie.
Ángel S. Harguindey

No es el momento de valorar Malaka, la serie de La 1 de Televisión Española, puesto que solo se han visto dos capítulos. Lo que es curioso es que una ficción vuelva a situar en Málaga lo que se intuye ya como una trama con policías corruptos, constructores codiciosos y mafias de la droga, una Costa del Sol, al parecer, propicia a los excesos.

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También se rodó por allí la estupenda película La caja 507 y la serie Brigada Costa del Sol, sin olvidarse de esa realidad que es el caso Malaya o la herencia recibida de Gil y Gil... ventajas de que en un solo caso se mezclaran políticos populistas con palco presidencial en Primera División, cantantes populares de tronío y oscuros asesores que atesoraban obras de arte de dudosa autenticidad.

De que la ficción ha encontrado en los escándalos un filón no hay dudas. De que esos escándalos alimentan con constancia las tertulias televisivas, tampoco. Y de que se aplica una extraña selección en los casos escandalosos para ser llevados a la ficción, pues tampoco.

Es evidente que hay poco interés, al menos por estos pagos, en llevar a la pantalla los tejemanejes de los políticos y de la justicia, algo que, por ejemplo, no ocurre en Italia con sus estupendas series y largometrajes, como 1992, 1993 y 1994, Il Divo o Silvio, ni por supuesto en EE UU con House of Cards a la cabeza, la noruega Borgen o la francesa En la sombra.

Una propuesta autóctona: un Ayuntamiento de una gran capital vende pisos de protección oficial a fondos buitre. Sus ahora socios políticos, que llegaron para regenerar el panorama, callan, y si inicialmente sus responsables fueron condenados por la venta, después el Tribunal de Cuentas anuló la sentencia. Ahí hay una historia.

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