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La Roja del críquet habla panyabí

Los jugadores de la selección española, la mayoría paquistaníes, entrenan en aparcamientos y llegan a los partidos directos de trabajar en taxis, tiendas y empresas de mudanzas

Cristian Segura
Desde la izquierda, los jugadores de la selección de críquet Hamza Saleem Dar, Yasir Ali, Awais Ahmed, Zulqarnain Haider y Mohamed Asjer.
Desde la izquierda, los jugadores de la selección de críquet Hamza Saleem Dar, Yasir Ali, Awais Ahmed, Zulqarnain Haider y Mohamed Asjer.Juan Barbosa

Mohamed Asjed puede llegar a trabajar 14 horas diarias en su taxi, también las noches de sábado. El domingo por la mañana, muchas veces sin haber dormido, sale de Barcelona hacia el campo en el que a su equipo, el Friends XI, le toca jugar en la liga catalana de críquet. Cuando tienen tiempo, el Friends XI también entrena en un aparcamiento cercano al Camp Nou, con pelotas de tenis, para evitar romper algún cristal o lesionar a algún transeúnte —las bolas de críquet son muy pesadas—. El esfuerzo vale la pena, aseguran Asjed y otros dos componentes paquistaníes del club, Awais Ahmed y Zulqarnain Haider, porque les ha permitido representar a España en el deporte que más aman.

Asjed, Ahmed y Haider volarán a Helsinki el 15 de agosto para enfrentarse a Finlandia con la selección española. El equipo nacional participa cuatro veces al año en encuentros como este, que puntúan en la clasificación del Consejo Internacional del Críquet (ICC, por sus siglas en inglés), del que forma parte la Asociación Española de Críquet (AEC) y en el que la selección ocupa el puesto 43º de 82 integrantes. “Si pudiéramos entrenar en un campo reglamentario en Barcelona, subiríamos mucho”, afirma Asjed. De los 14 jugadores de la selección, siete proceden de Barcelona y uno de Girona. Solo uno de los 14 que estarán en Finlandia tiene la nacionalidad española, el capitán Christian Muñoz. El resto del equipo lo forman ocho paquistaníes, tres británicos y dos indios. El ICC establece que las selecciones pueden alinear a jugadores que tengan tres años de residencia estable en el país que representan.

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El críquet es minoritario en España, pero está muy arraigado en las áreas geográficas por donde se extendió el Imperio Británico; por ejemplo, en India y Pakistán es el deporte rey. Los miembros paquistaníes de la selección española son de Punyab, una región caracterizada históricamente por su diáspora de pequeños empresarios y comerciantes. Asjed y Awais estudiaron en la misma escuela y jugaron en el mismo club de su ciudad natal, Jhelum. Ambos son openers, los primeros en batear en un partido. Asjed muestra una imagen que guarda en el móvil, de los dos, muy jóvenes, posando en un campo del pueblo en el que crecieron. Años después vuelven a coincidir juntos ante la cámara, esta vez en Montjuïc, a 6.200 kilómetros de su infancia, con el uniforme de la selección española.

Entre ellos, en la calle o en los partidos, hablan en panyabí o en inglés. Además de trabajar para sustentar a sus hijos, ahorran para transferir dinero a sus allegados en su país natal, pero también para jugar a críquet. Ahmed y Asjed son los veteranos de los catalanes de la selección. Se estrenaron en 2016 en un encuentro contra Suecia. Ahmed llegó a Barcelona en 2010, donde ya vivía su padre. Es también taxista, aunque antes trabajó de transportista para Danone. Recuerda sus primeros años en Barcelona, cuando jugaba en el parque de las Tres Chimeneas, en la avenida del Paralelo. Ahmed es una de las estrellas de la selección: tiene una entrada dedicada en Wikipedia porque en marzo de 2019, frente a Malta, fue el primer jugador de la historia de la selección en superar los 100 puntos bateando. Otra figura de referencia del combinado español es Yasser Ali, un empleado de una tienda de móviles en Santa Perpetua de Mogoda (Barcelona) que incluso jugó con la selección sub 19 de Pakistán. “Pudo llegar lejos en el críquet, pero vino aquí siguiendo algo más importante, el amor”, añade burlón Haider. Su esposa y él tienen dos hijos. Ella es propietaria de otro establecimiento de telefonía.

Haider y sus compañeros calculan que un 70% de los jugadores de críquet en España son paquistaníes y un 20%, indios. La AEC no tiene datos de las personas que practican este deporte en España. “Hay menos indios jugando a críquet en España porque es más difícil que dediquen fines de semana a la liga o a viajar para un torneo; prefieren trabajar más”, asegura Afzaal Ahmed, director de la AEC en Cataluña. Afzaal tiene 31 años y lleva 10 en Olot (Girona), donde está empleado en una multinacional cárnica. Cuando no elabora embutidos se le puede encontrar con la selección o jugando con su equipo, el United de Olot, en el campo de rugby municipal.

Con la sede en casa del presidente

La Asociación Española de Críquet (AEC) está reconocida por el Consejo Internacional del Críquet desde 1992 como la institución que rige este deporte en el país, aunque no está inscrita ni como federación ni como asociación deportiva en el Consejo Superior de Deportes. El organismo internacional financia con una subvención anual de 100.000 dólares (algo más de 90.000 euros) a la AEC, según explica el director de esta última, John Howden, cuyo domicilio particular, en Alicante, sirve de sede a la asociación.

La AEC fue fundada en Madrid en 1989 por expatriados europeos. Inicialmente, el principal radio de operación fue la costa alicantina, Murcia y Málaga, pero el grueso de la actividad se ha desplazado a Cataluña, donde viven actualmente la mitad de los 82.874 paquistaníes censados en toda España, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. En España viven también 43.577 indios, y el 53% están en Cataluña. De los 65 clubes de críquet inscritos en la AEC, 35 son catalanes.

Jon Woodward es el director del Madrid Cricket Club, el decano en España, creado en 1975 por británicos e indios residentes en la capital. En Madrid no hay instalaciones para la práctica reglamentaria de este deporte y, para jugar torneos, los jugadores deben trasladarse al club de críquet de La Manga, en Murcia, centro de operaciones de la selección. Tampoco Barcelona tiene un campo oficial, pero Woordward destaca que la Federación Catalana de Críquet (FCC) cuenta con el apoyo de la Administración. La directiva de la FCC entre 2013 y 2017 mantuvo una excelente sintonía con la Generalitat —su presidente, Khalid Shabaz, era miembro de CDC y su vicepresidente fue el exsenador de ERC Robert Masih—. De aquella época ha quedado el campo de Vidreres (Girona), el único reglamentario de España junto al de Murcia.

La FCC ya no recibe subvenciones de la Generalitat, pero en Cataluña ha cuajado una sensibilidad hacia este deporte, afirma Mirza Basharat, presidente de la FCC. El canal de deportes de la televisión pública catalana retransmitió la última semana de julio los partidos del barcelonés Catalunya Cricket Club en el campeonato de Europa de clubes, disputado en La Manga, torneo en el que participó como campeón de España. Basharat también destaca que el Ayuntamiento de Barcelona colabora en la formación de una selección femenina catalana, la primera en España.

Algunos Ayuntamientos, como los de Vic, Sabadell o Badalona, facilitan permisos para jugar en instalaciones públicas. En esta última ciudad vive y juega Hamza Saleem Dar, estrella del Badalona Shaheen y miembro de la selección. Saleem cuenta que el Consistorio les ha concedido una licencia para entrenar en un aparcamiento municipal, un espacio más apto que los de un centro comercial y un hipermercado Alcampo, donde quedaban antes. Afzaal cuenta que es habitual que la gente se los quede mirando como algo exótico: “En mi empresa no saben qué es el críquet. Yo les digo que para nosotros es como el fútbol para los españoles. De niños, el primer juguete que nos regalan es un bate de plástico”.

Hamza Saleem Dar, de 24 años, lleva desde 2015 en España. Su padre regenta una panadería en Badalona. Alterna su empleo en una empresa de mudanzas con el trabajo en el horno familiar. Su hermano, Ghoulam Mustafa, encargado en una tienda de electrónica, de 20 años, ya jugó en la selección española sub 19.

Awais Ahmed posa orgulloso en su foto de perfil de Facebook con el uniforme de la selección española. Tiene 28 años, es taxista (en la imagen conduce su vehículo) y juega con el equipo nacional desde 2016. Llegó a España en 2010. Padre de una hija, espera conseguir el año que viene la nacionalidad española.

Yasser Ali llegó a Barcelona desde Pakistán en 2012, siguiendo a la mujer de su vida. Tiene 27 años y dos hijos. Trabaja en una tienda de móviles en Santa Perpètua de Mogoda y en otro establecimiento propiedad de su mujer. En julio disputó el campeonato europeo de clubes con el Catalunya Cricket Club, campeón de España de 2018.

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Sobre la firma

Cristian Segura
Escribe en EL PAÍS desde 2014. Licenciado en Periodismo y diplomado en Filosofía, ha ejercido su profesión desde 1998. Fue corresponsal del diario Avui en Berlín y posteriormente en Pekín. Es autor de tres libros de no ficción y de dos novelas. En 2011 recibió el premio Josep Pla de narrativa.

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