Nietzsche frente a Jung
Jung considera que hay capítulos del 'Zaratustra' que no pueden ser aceptados porque son contrarios a “nuestros sanos instintos”
En mayo de 1934, Carl Gustav Jung, ya en la cumbre de su fama como padre de la psicología analítica, dedicó uno de sus seminarios al libro más singular de Friedrich Nietzsche, Así habló Zaratustra. Las notas de estas sesiones, interrumpidas en el verano de 1939 ante el inminente estallido de la guerra, se editaron en libro en 1988 y nos llegan ahora en castellano. Jung y sus escogidas alumnas (más de dos tercios de los participantes eran mujeres) debaten sobre el sentido de un libro “extremadamente misterioso”. Y explosivo. Jung recuerda la conmoción que provocó el Zaratustra entre intelectuales como el historiador Jacob Burckhardt y la tranquilidad que sintieron al enterarse después de que Nietzsche había sido ingresado “en un manicomio”.
Nietzsche publica las cuatro partes del Zaratustra entre 1883 y 1885. Las tres primeras las escribió en una especie de trance místico. Aunque la obra se inscribe, dice Jung, en el espíritu de una época que abrazaba el materialismo (ya ha sido publicado El origen de las especies, de Darwin, y los dos primeros libros de El capital, de Marx) y Dios pierde terreno ante la ciencia, Nietzsche es todavía espiritual. Viene a demoler a martillazos el edificio de valores cristianos, o más concretamente, dice Jung, de valores protestantes (el catolicismo, opina, en tanto que religión mucho más antigua, es infinitamente más tolerante con el cuerpo), pero, como el propio psicoterapeuta suizo, ha recibido la impronta educativa de un padre clérigo. “Aún está bajo la sombra de la iglesia”, nos dice Jung, “dentro de los recintos sagrados, por lo que se siente absolutamente blasfemo”. Gran conocedor de las religiones orientales, apasionado del esoterismo, Jung hace una interesante interpretación del libro y, sobre todo, de su autor, del que dice: “Nietzsche es en realidad un psicólogo moderno. En nuestros días habría sido un analista famoso, pues tenía una ingeniosa perspectiva para los antecedentes oscuros y las motivaciones secretas, y se anticipó a Freud y a Adler”. Tenía además “un intelecto crítico”, pero no se limitó a ser crítico, sino que intentó “resolver el conflicto” heroicamente. En tanto que psicoterapeuta, Jung se atreve a diagnosticar el drama de Nietzsche: “En realidad sufría de una sobreintensidad de la consciencia, lo que siempre sucede cuando somos anacrónicos, cuando vivimos en un tiempo en el que no estamos destinados a vivir, porque no encontramos contemporáneos comprensivos”.
El Zaratustra está escrito, dice, con la sangre de su autor, y es también “la preparación para la locura” en la que se hundiría este finalmente. Jung considera que hay capítulos del libro (‘Del pálido criminal’) que no pueden ser aceptados porque son contrarios a “nuestros sanos instintos”. Por eso Nietzsche fue visto como el promotor de todo lo terrible, hasta de la Gran Guerra, y el propio Jung considera que el autosacrificio que propone Zaratustra (Nietzsche) tiene enorme paralelismo con lo que ve en ese momento (primavera de 1934) en los nacionalsocialistas alemanes. “Así que Nietzsche es, en cierto modo, el gran profeta de lo que sucede actualmente en Alemania”, dice. Como si Nietzsche hubiera anticipado en su propia vida lo que su país está a punto de vivir. Pero acaso lo más sorprendente de las notas del seminario es el juicio que se lee mediado el volumen. Y es que, según Jung, Nietzsche cometió el error de publicar el Zaratustra. Un libro que no debió ver la luz porque conecta directamente con el inconsciente colectivo, y ese material no debería caer en las manos de gente no preparada. Incluso si no lo entienden, les conmocionará profundamente.
El ‘Zaratustra’ de Nietzsche. Carl Gustav Jung. Traducción de Antonio Fernández. Díez Trotta, 2019. 776 páginas. 45 euros.
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