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Columna
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Homosexualidad

La represión política y social y la complejidad de asumir lo que se siente están íntimamente relacionadas en ‘Man in an Orange Shirt’

Ángel S. Harguindey

Una de las pequeñas joyas televisivas es Man in an Orange Shirt (Sundance), ganadora el pasado año, con sus dos capítulos, del Emmy a la mejor miniserie. Narra dos historias de amor homosexual en dos épocas diferentes: 1944 y 2017. En realidad, narra muchas más cosas: la represión social y política de una sociedad británica sobre las relaciones homosexuales en plena Segunda Guerra Mundial, y las complicaciones personales para aceptar la homosexualidad con la naturalidad que exige el deseo, en el segundo caso.

Naturalmente, la represión política y social y la complejidad de asumir lo que se siente están íntimamente relacionadas, algo que la excelente serie producida por la BBC desarrolla con una gran elegancia. El nexo de unión entre las dos historias es una extraordinaria Vanessa Redgrave, con algo más de 80 años, cuyo alter ego juvenil se casa con un capitán del ejército enamorado de un pintor, y a la que también le resulta difícil aceptar el enamoramiento de su nieto hacia un interiorista. Todo ello mostrado sutilmente, sin aspavientos, en base a los diálogos sencillos y verosímiles del guionista y autor de la novela homónima, Patrick Gale.

Son dos momentos separados por más de 60 años en los que han ocurrido muchas cosas. Se han modificado las leyes, pero la intolerancia se mantiene en algunos círculos, pese al criterio de la gran mayoría. Hace dos días, la prensa daba cuenta de una brutal paliza a dos lesbianas en un autobús nocturno en Londres, y por estos pagos basta recordar las acometidas del PP, de Vox y de la jerarquía eclesiástica a la divertida y multitudinaria Fiesta del Orgullo para comprobarlo. La caverna resiste.

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