Elogio de la intimidad
Eugenio Amaya adapta para el teatro 'La ridícula idea de no volver a verte', libro de Rosa Montero, con fidelidad a su esencia


Si ya es difícil convertir un texto narrativo en teatro, más aún cuando lo que se pretende adaptar no tiene un género claro. Eso ocurre con La ridícula idea de no volver a verte, un libro híbrido, inclasificable, que Rosa Montero escribió en pleno duelo por la muerte de su pareja. Hay de todo en él: reflexiones, confesiones, fotografías y recuerdos de la propia autora, entremezclados con el relato de la vida de la científica Marie Curie y lecturas del diario que la científica escribió igualmente tras quedarse viuda. También hay mucha intimidad: se lee como si se estuviera escuchando a una amiga del alma que te cuenta sus pensamientos más espontáneos, sin miedo a ser juzgada, una conversación de esas que purgan.
Esa intimidad que es la esencia de este libro se respira en la adaptación teatral que ha dirigido Eugenio Amaya, un monólogo bien armado, que puntea el texto original con cierto crescendo, aunque quizá en este aspecto se queda corto: por momentos tiene un tono de conferencia, didáctico, con el que cuesta empatizar. Se entiende que se haya optado por la contención, es lo que pide el libro original, pero ayudaría al público que hubiera más subrayados dramáticos, un progreso emocional más intenso, más juego escénico.
La voluntad de intimidad se advierte también en la interpretación de la actriz María Luisa Borruel. Muy cercana, dominando por completo el escenario, sujeta el monólogo sin estridencias y desde los primeros minutos consigue que el público se relaje y conecte con ella. Fue aplaudida con admiración en el estreno de la obra en Madrid.
La ridícula idea de no volver a verte. Texto: Rosa Montero. Dirección: Eugenio Amaya. Teatro Fígaro. Madrid. Hasta el 29 de julio.
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