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arte

El estado de la fotografía hoy: cuando las imágenes se rebelan

Nunca se han hecho tantas fotografías y han dejado tan poca huella. Marta Gili hace un diagnóstico al hilo de la actual edición de PHotoEspaña

'Over the Rainbow' (2018), de Diana Markosian (Magnum).
'Over the Rainbow' (2018), de Diana Markosian (Magnum).

Existen tantas posibles respuestas ante la pregunta: ¿cuál es el estado de la fotografía actual?, que una llega a la conclusión de que se trata de una cuestión a la altura de aquella otra que repetimos varias veces al día al cruzarnos con alguien conocido: ¿cómo va todo? A riesgo de responder parcialmente a esta segunda cuestión, una parte importante de la creación fotográfica contemporánea es cada vez más consciente de que las imágenes se componen a partir de las fricciones entre lo que se da a ver y lo que no. Esta constatación se hace más evidente en el momento en que las elucubraciones sobre la propia naturaleza del medio fotográfico ya no constituyen, como antaño, un objetivo en sí mismo, sino que se integran en amplios debates multidisciplinarios en torno a nuestra sociedad contemporánea, global, polimorfa y mutante.

'Tameslohte (Marrakech Safi)' (2010), de Leila Alaoui.
'Tameslohte (Marrakech Safi)' (2010), de Leila Alaoui.

De la mano de la filosofía, de la antropología, de la historia, de la sociología, de la ciencia y, en general, de todas las disciplinas del saber y del pensamiento, la creación fotográfica se ha convertido en un territorio propicio para explorar la cohabitación de diversos regímenes de visibilidad, revelando sus consensos, sus deficiencias y sus simulacros. En muchas ocasiones, ya no se trata tanto de producir imágenes con una cierta excelencia técnica o un perfecto equilibrio estético, tal como obligaban los cánones de la modernidad. Muchas veces, los autores y autoras acuden a fondos de archivos fílmicos o fotográficos, o a imágenes realizadas con finalidad casi forense o, incluso, se sirven de la ficción narrativa con el fin de revelar, de forma crítica, las zonas oscuras de los modelos de gobernanza y de las prácticas de poder. Es decir, todos aquellos aspectos que forjan una buena parte de nuestra experiencia perceptiva y afectiva, y por tanto social y política, de los que las propias imágenes son en muchas ocasiones corresponsables.

En el último tercio del siglo XX, algunos fotógrafos y fotógrafas se esforzaron, tenaz y felizmente, en desarmar con sus obras el binomio fotografía y verdad. Las infinitas posibilidades de la fotografía de simular, de engañar o de transformar lo que parece en lo que es alertaron acerca de las paradojas e imposturas del medio fotográfico como garante de una cierta forma de concebir el mundo. Finalizando la segunda década del siglo XXI, bajo los signos de agotamiento, tanto de la verdad como del medio fotográfico, parece que existe una cierta tendencia a admitir que, en definitiva, las imágenes por sí solas ya no nos dicen nada.

'One Minute Sculpture (Double Bucket)' (2017), de Elina Brotherus.
'One Minute Sculpture (Double Bucket)' (2017), de Elina Brotherus.

Quizá por ello, algunos creadores contemporáneos emprenden la tarea de descifrar los silencios de las imágenes, lo que callan o lo que no muestran, con el fin de recuperar otras historias de la Historia, desplazar significados, construir otros nuevos o hasta ese momento inaccesibles o nunca dichos. Sabemos que, desde sus inicios, la fotografía se lanzó apasionadamente a registrar el mundo, el “cómo va todo”. Excelentes fotógrafos y fotógrafas desde el siglo XIX hasta nuestros días se han parapetado tras su cámara con el fin de mostrar, reseñar y describir el mundo, defendiendo posiciones variables frente a la realidad que han ido desde una consciente subjetividad hasta una cándida objetividad. No obstante, en pleno siglo XXI, con la llegada de formas masivas de producción, distribución, circulación y recepción de las imágenes (fotografía digital, Internet, redes sociales, etcétera), son ellas, las imágenes, las que han tomado posición contra este marketing de sensaciones visuales, cuestionando su propio valor y su propio saber.

'Dorothy + white light stripes' (1962), de William Klein.
'Dorothy + white light stripes' (1962), de William Klein.

El anacronismo, pues, está servido. ¿Acaso las imágenes ya no necesitan quien las mire? Posiblemente, todo lo contrario. Las imágenes se resisten, eso sí, a la mirada negligente que se pasea por su superficie sin detenerse a pensarlas. En su acto de sublevación contra nosotros, ellas exigen que ahora se las escuche, que se interpreten sus silencios y sus tiempos, que se las haga trabajar sobre lo real modificando perspectivas, de manera crítica. Las imágenes, en fin, tienen mucho más que decir acerca de nosotros cuando se agudiza el oído y se problematiza lo real. La creación artística ha vivido siempre periodos de ruptura; acaso una de las características del arte sea el constante cuestionamiento de sus fronteras, de sus límites y de sus categorías. No obstante, la creación fotográfica ha sufrido y sufre todavía una forma de “guetizacion”, favorecida por distintas vicisitudes históricas y culturales, que en ocasiones le ha impedido tomar la distancia crítica necesaria para ponerse en tela de juicio. Probablemente hemos llegado, pues, a un punto en el que la ruptura y la liberación procede de las propias imágenes; esta podría ser una de tantas respuestas a la pregunta acerca del estado de la fotografía actual. Son ellas, las imágenes, las que cuestionan sus propios límites, haciendo alarde, al mismo tiempo, de su porosidad y de su hermetismo.

'The Splitting of the Chrysalis and the Slow Unfolding of the Wings' (2014-2018), de Yorgos Yatromanolakis.
'The Splitting of the Chrysalis and the Slow Unfolding of the Wings' (2014-2018), de Yorgos Yatromanolakis.

Explorar el mundo de la mano de estas imágenes rebeldes implica indagar, de forma crítica y distanciada, el “cómo va todo” (que no es lo mismo que el “cómo va lo mío”, sino más bien, el “cómo va lo nuestro”, lo común). Entraña, también, emprender la tarea de fomentar experiencias sensibles y afectivas, que puedan llegar a cotejar lo visto con lo vivido, lo conocido con lo desconocido, es decir, cuestionar ideas recibidas y prejuicios de todo tipo; analizar los procesos de percepción, de creación de afectos, de ideas, de movimientos ciudadanos; estudiar las culturas en distintos contextos sociales, políticos, económicos. En fin, proporcionar un espacio público de construcción de sentido a través de la experiencia.

Imagen de la serie '1606-1907' (2012), de Sharon Core.
Imagen de la serie '1606-1907' (2012), de Sharon Core.

Ante la insurrección de las imágenes, las prácticas fotográficas deben tomar decisiones y actuar en consecuencia. O acceden a su reclamo y reconocen la necesidad de trabajar con ellas de forma distinta, renunciando a que la imagen sea “una” o que sea “toda”, como sugiere el filósofo francés Georges Didi-Huberman; o nos quedamos como siempre, viéndolas desfilar, de una pantalla a la otra, de una página a otra, susurrando una y otra vez: “Todo va bien. Gracias”.

Marta Gili es comisaria de exposiciones y exdirectora del Jeu de Paume de París.

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