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Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

‘Counterpart’, un experimento entre la distopía y el espionaje

La segunda temporada de la serie emitida en España por HBO mantiene el nivel y explota al máximo su peculiar apuesta

Juan Carlos Galindo

No sé qué cara pondrían los ejecutivos que compraron a Justin Marks la idea de hacer una serie de espías basada en un mundo en el que dos universos paralelos se desarrollan de manera diferente y enfrentados a raíz de un experimento fallido. Ya se sabe, un gesto de uno cambia para siempre algo en el otro, de manera que son mundos distintos en los que el miedo condiciona a la pequeña elite que sabe lo que ha pasado y que vive para espiar al otro lado. Lo que en un principio puede parecer una locura dio como resultado una serie sólida que utiliza el anclaje del género para desarrollar otros aspectos y que elige Berlín como referente geográfico y moral y como gran escenario conspirador. Counterpart, producida por Starz en EE UU, ha sido difundida en España a través de HBO. La segunda temporada ha terminado hace unas semanas y parece que no va a seguir, algo que no tiene por qué ser negativo porque existe el riesgo, más en este tipo de series, de darle demasiadas vueltas a lo mismo o de realizar extrañas piruetas que lo estropeen todo.

Vamos con aquello por lo que me ha gustado tanto. En los primeros 30 minutos de la serie aparecen tratados con hondura temas como qué es la verdad, quién es cada uno, el valor de los recuerdos frente a la ficción que elabora la memoria, la duplicidad o la lealtad, una apuesta que le convierte en una buena serie de espías. Desde el primer momento se ve que es un producto con acción pero el ritmo está equilibrado y los recursos del género están perfectamente imbricados en la narración.

El segundo episodio mantiene las virtudes del primero y, tranquilos que no voy a ir capítulo por capítulo, la trama de la primera temporada está cosida de tal manera que no se descose al pasar por los peligros por los que discurre. En la segunda temporada, los creadores, lejos de conformarse con la exhibición interpretativa del dual J. K. Simmons en el papel de Howard Silk —que como el resto de personajes interpreta a su yo en los dos mundos y que con un gesto lo cambia todo— tira de la calidad impecable de Olivia Williams para abrir la historia a nuevas e inquietantes posibilidades. Tampoco está nada mal ese Harry Lloyd con cara de pijo en apuros.

Tras un inicio de la segunda temporada que a algunos les pareció titubeante (demasiadas cosas que plantear), en el episodio cinco sueltan una bomba argumental que lo cambia todo. Pero antes la serie nos hace preguntarnos: ¿es el otro tan malo? ¿Son nuestras justificaciones tan acertadas? ¿Hasta dónde iríamos por preservar nuestro modo de vida? No hay grandes peroratas, ni flashbacks explicativos, es el desarrollo del personaje el que hace que el espectador entienda todo.

Hay momentos de novela de espías pura y dura, como cuando uno de los personajes tiene que sacrificar a un ser querido para que no vuele por los aires su tapadera o interrogatorios a agentes que ya no sabes bien para quién trabajan. Pero quizás lo mejor es que se trata de una serie sobre espías en un futuro próximo, ucrónico, que se comportan como espías de la Guerra Fría, un mundo donde la tecnología no ha arruinado aún la parte más divertida del trabajo. Una serie extraña y buena que se puede ver como puro espectáculo pero que, como el buen género exige, tiene más.

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Sobre la firma

Juan Carlos Galindo
Es responsable de la sección de Pantallas y, además, escribe sobre libros en Cultura y Babelia y coordina el blog de novela negra Elemental. Lleva en EL PAÍS desde 2008. 'Hontoria' es su primera novela, publicada por Salamandra en 2023.

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