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La serie de Netflix sobre el ‘caso Madeleine’: morbo disfrazado de documental

El programa se limita a pasar a limpio los viejos apuntes del pasado, sin aportar nuevos datos sobre uno de los enigmas más mediáticos del siglo XXI

Kate y Gerry McCann con una foto de su hija desaparecida. En vídeo, tráiler del documental.
Héctor Llanos Martínez

El género del true crime ha sido una de las grandes aportaciones de Netflix en los últimos años. Reconstruye casos reales que llevan tiempo olvidados. Su combinación ganadora mezcla nuevas revelaciones resultantes de una exhaustiva investigación periodística, la búsqueda de la justicia social, un brillante envoltorio narrativo y, por qué no decirlo, el morbo propio de la información de sucesos.

Solo esta última premisa se cumple en la serie La desaparición de Madeleine McCann, que ha llegado el 15 de marzo al catálogo de la propia Netflix y cuyo estreno la plataforma no ha promocionado. A lo largo de ocho capítulos, el director Chris Smith (Fyre, The Yes Men) se limita a ofrecer una sucesión de hipótesis macabras sobre lo que pudo ocurrir con la niña británica. Todas ellas ya ocuparon en su momento las primeras planas de los medios.

La narración, hábil y tramposa, es capaz de recurrir a las mismas fuentes para mostrar a los McCann como los claros culpables de la desaparición de su hija y, dos capítulos más tarde, hacerlos parecer víctimas de la negligencia de la policía portuguesa. Para Smith es más importante mantener la tensión narrativa que mostrar los datos de forma objetiva y ordenada, así que omite sin pudor información para recuperarla después y crear con ella un forzado giro de guion.

El matrimonio McCann rechazó la invitación a formar parte de la serie porque “no ven cómo esta serie puede ayudar a la búsqueda de su hija”, explicaba su portavoz Clarence Mitchell a The Guardian días antes de su estreno. Sus palabras proceden de sus intervenciones públicas pasadas, entre ellas la agitada entrevista que ofrecieron a Jordi González o su encuentro con Roberto Arce.

Casi todo el entorno de la pareja también se ha negado a aparecer en La desaparición de Madeleine McCann. Los responsables de la serie compensan tantas ausencias recopilando una gran variedad de testimonios: periodistas portugueses y británicos que cubrieron el caso, investigadores de varios países que intentaron encontrar la pista definitiva que diera con el paradero de la niña y algunos de los que en su día fueron principales sospechosos del caso. Buena parte de ellos han convertido en los últimos años de ellos sus testimonios en torno al caso en una profesión y una constante fuente de ingresos.

En el primer capítulo se ofrece la reconstrucción más sofisticada hasta la fecha de lo que ocurrió la noche de mayo de 2007 en la que la familia británica veraneaba en un complejo turístico de Praia da Luz, situado al sur de Portugal. A partir de ese momento, Smith se limita a pasar a limpio los viejos apuntes del caso de crónica negra más mediático del siglo XXI.

En ellos desaprovecha la oportunidad de ahondar en algunos temas interesantes que trata. El choque cultural entre una pareja británica de clase media-alta y el equipo policial de una pequeña localidad del sur de Europa y las razones por las que los McCann decidieron contratar una elaborada y controvertida campaña de comunicación en torno a la búsqueda de su hija.

Hubiera resultado mucho más interesante explicar la psicología de algunos de los curiosos personajes que surgieron en torno a este drama. Por ejemplo, el nuevo rico Brian Kennedy dilapidó grandes cantidades de dinero jugando a ser un sofisticado detective privado. Cuando la imagen de una niña marroquí dio la vuelta a todos los tabloides del mundo por su parecido con Madeleine, el millonario asegura haber volado en avión privado hasta el país africano para comprobar si se trataba de la desaparecida.

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Sobre la firma

Héctor Llanos Martínez
Redactor especializado en nuevas narrativas audiovisuales (streaming, pódcast, redes sociales) y en el género documental, con varios años como autor del blog 'Doc&Roll'. Formado en Agencia Efe y elmundo.es, antes de llegar a Verne y la sección de Madrid de El País, escribió desde Berlín para BBC, Deutsche Welle, Cineuropa, Esquire o Yorokobu.

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