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Lo que piensa Najwa Nimri del final de ‘Vis a vis’: “Yo quería acabar agarrada a las demás”

La actriz comenta con EL PAÍS sus últimas escenas como Zulema en la serie que marcó época en la televisión española

Najwa Nimri en una secuencia del final de 'Vis a vis'. En vídeo, la actriz recorre la prisión de la serie para EL PAÍS.

**Esta entrevista destripa el capítulo final de Vis a vis de principio a fin**

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Los últimos minutos de Vis a vis han reinsertado a las reclusas, mediante un caleidoscopio al futuro (12 años), en ese final feliz que llevaba cuatro temporadas eludiéndolas. Saray, la gitana que fue violada por Sandoval, el director de la prisión, y cuya hija (fruto de la agresión) le fue arrebata, recupera la custodia y vive con su novia (La Mala Rodríguez). La disfuncional Rizos sigue trapicheando y volviendo a la cárcel cada dos por tres. Tere, la politoxicómana, se desintoxica y se hace terapeuta social. Goya sigue aguantando un total de cero tonterías de nadie ahora como jefa de almacén. Luna, la voz de la razón, se hace azafata de vuelo. Y el guarda Palacios se convierte en el mejor director que Cruz del Norte ha conocido jamás. Lo de las protagonistas, Maca (Maggie Civantos) y Zulema (Najwa Nimri), es otra historia.

Tras despertar del coma que la ha tenido apartada de la serie desde el principio de la tercera temporada, Maca regresó a la prisión para firmar una tregua con su némesis, la desalmada Zulema. ¿De dónde sale esa alianza? “De los guionistas”, aclara Najwa Nimri por teléfono a EL PAÍS. “Zulema se mueve solo por necesidad y por mucho amor que sienta por Saray sabe que con ella está perdida y no va a ningún lado. Zulema aprende a controlarse y Maca a superarse, ahí surge el pulso, así que ese final puede verse como una fantasía”. La última escena de Vis a vis muestra a Maca y Zulema sobreproducidas como una versión de Thelma y Louise jugando a Ocean's 11: atracan una joyería cuyo valor Zulema no entiende pero vive Dios que va a disfrutar. 

“Zulema acaba sola y yo, como Najwa, le decía a todo el mundo que quería acabar con las demás agarrada de la mano. Pero no me dejaban. Supongo que ella jamás se quedaría ahí a despedir a Sole, está donde tiene que estar. Como siempre, hemos ido sin concesiones y a saco”, concluye la actriz, que debutó en televisión con Vis a vis y ahora rueda La casa de papel con el mismo equipo. En el capítulo final de la serie las presas se amotinan no para escapar, sino por solidaridad con Sole. Ella, como la serie, quería morir en sus propios términos.

Sole se ha despedido de sus compañeras ejerciendo además como portavoz de los guionistas: “nunca he he sentido tan feliz y tan libre como en esta cárcel, y todo gracias a la marea amarilla”. Se saluda explícitamente así, por primera vez desde la prisión de Cruz del norte, al movimiento fan que consiguió resucitar la serie tras su cancelación en Antena 3 con dos temporadas más en Fox. Pero Vis a vis no ha sobrevivido en la cárcel de los audímetros gracias al público sino a pesar de él: como ocurrió con La casa de papel, el consumo tradicional falló a la serie (ambas ficciones perdieron casi dos millones de espectadores a lo largo de sus dos temporadas en Antena 3) pero la televisión de pago la salvó.

Un drama carcelario en el que una reclusa (Zulema) le provoca un aborto a otra (Maca) en horario de máxima audiencia no vino a la televisión española a hacer amigos. “La gente quiere caña. Los chavales quieren ver a una persona quemándolo todo porque les libera que alguien lo haga por ellos, ya que ellos no pueden”, explica Najwa Nimri. En una ficción televisiva, la española, en la que los personajes que trascienden apelan a la familiaridad (Chanquete, Marcial, Recio) Vis a vis y Nimri han colado en ese panteón a un “elfo del puto infierno”.

En el capítulo final hemos visto su última versión. Najwa Nimri, la única cantante del reparto, no participa en la eutanasia a Sole (el aquelarre la despide cantándole Contigo aprendí) porque Zulema está encerrada con Sandoval en un careo final entre los dos villanos. El elfo se ha convertido en un payaso, mediante un maquillaje que recuerda al Joker de El caballero oscuro y con el que Zulema se ha pasado los dos últimos episodios: ese rímel corrido es un mapa de la única vez que ha llorado en toda la serie, por la muerte de su hija (a quien conoció en esta temporada) literalmente a sus pies cuando fue empujada desde un helicóptero al patio de la cárcel por órdenes de Sandoval. Esta vez es personal.

“Como no nos pusimos del todo de acuerdo, el maquillaje ha quedado un poco sorpresivo. Se me ocurrió que había que llevarlo más allá, con una composición casi arquetípica, absolutamente dramática y muy expresiva”. Nimri ha luchado por preservar la naturaleza animal de su personaje, siempre pidiendo permiso a los guionistas: Zulema apenas ha concedido testimonios a cámara, como sí hacían sus compañeras, y la actriz sugirió que el trauma de su personaje radicase en el abandono de su madre y no de su padre, “porque de eso sí que no te recuperas nunca”. Sin embargo, la humanización de Zulema no es tanto una decisión creativa como, de nuevo, una adaptación ante la adversidad: “Ella no ha evolucionado, lo que pasa es que Maggie [Civantos, que interpreta a Maca] se tuvo que ir a otra serie y me han ido dando más metraje. Entonces has visto a Zulema en diferentes situaciones y ya no solo a expensas del personaje de Maca”.

Que Sandoval, el sistema, haya acabado apuñalado hasta la muerte por las presas no le resta sentido a su discurso sobre cómo en esta sociedad uno tiene que elegir si quiere ser pez gato (comer) o bacalao (ser comido) pero ambas especies se necesitan la una a la otra. Zulema le escucha atenta, con un revólver en una mano y un puñal artesano en la otra generando esa sensación que ha marcado todas sus escenas en la serie de que en cualquier momento podría asesinar al que tiene enfrente. Pero le escucha, porque una villana comprende el derecho de otro villano a su monólogo final.

“Muchos bacalaos se creen más pez gato de lo que son” opina Nimri, “hay mucho tolai que se cree superlisto, por momentos nos pensamos que lo tenemos todo controlado pero en realidad no hay nada que controlar. Por eso todos somos bastante bacalao”. La mayoría de mujeres de la serie, sin embargo, han optado por la tercera vía (saltar del acuario) y dedican el resto de su vida a vivir, cansadas de sobrevivir.

Nimri confiesa que no le cuesta sacarse a Zulema de la cabeza pero sí de la carne e incluso a veces entra en combustión espontánea para encararse con algún conductor temerario. “La movida es que yo me la he quitado de encima, estoy más tranqui, pero la gente no. Y no sé cómo me la voy a sacudir, sinceramente, todo el mundo me quiere un poco en Zulema y tengo que poner todo mi ahínco en hacer un personaje mejor”. Mientras Nimri decide su próximo golpe, ¿hacia dónde va Zulema? “Ya lo veréis”. ¿Dónde? “En algún lado, seguro. Seguimos sirviendo a la maquinaria, que no solo son los ejecutivos y los creativos sino también los consumidores”. Al final resulta que, aun sin pretenderlo, todo el mundo es el pez gato de alguien.

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