Retratos de la identidad
La valiosa colección de Artur Walther, que se muestra por primera vez en España, indaga en la representación de la identidad a lo largo de la historia
¿Quiénes somos como individuos? ¿Cómo nos presentamos como individuos dentro de la sociedad? ¿Cómo somos observados dentro y fuera de esta? A lo largo de la historia de la fotografía artistas procedentes de distintas culturas han hecho uso del género del retrato tanto para reafirmar los estereotipos sociales como para desafiarlos. Foto Colectania reúne cerca de doscientos retratos, procedentes de Europa, Asia, África y América, en una muestra que, bajo el título Estructuras de Identidad: The Walther Collection, indaga en la representación construida en base a las nociones de género, raza, política, clase y nacionalidad en la fotografía vernacular y documental. Lo hace a través de series realizadas por maestros como August Sander, Richard Avedon o Seydou Keïta y fotógrafos contemporáneos como Samuel Fosso, Zhang Huan o Zanele Muholi.
Las imágenes pertenecen a Artur Walther, y como colección refleja la sensibilidad, la personalidad y los intereses de aquel que la atesora: la afición por lo desconocido y por aquello que no se ha institucionalizado ni comercializado. Nacido en Neu-Ulm, Alemania, su nombre figura dentro de las listas de los personajes más influyentes de la escena internacional del medio fotográfico. Forma parte de distintos comités de fotografía de instituciones culturales y educativas, como el del Whitney Museum, los de las universidades Vassar y Bard y el de Arquitectura y Diseño del MoMA.
Hace más de dos décadas que este exsocio del banco de inversión Goldman Sachs abandonó el mundo de las finanzas para entregarse de lleno a la fotografía. Matriculado en el International Center of Photography (ICP) de Nueva York, y bien entrado en la cincuentena, pudo disfrutar de maestros como Stephen Store. Pronto comenzó su colección. Adquirió una tipología de Bernd y Hilla Becher, e inicialmente se centró en la fotografía alemana modernista. “Comencé mi relación con la fotografía haciendo fotos”, explica Walther. “Esto me proporcionó un entendimiento del oficio. Aprendí a mirar de una forma muy deliberada y desarrollé una claridad visual y una perspectiva”. Su fundación con sede en Nueva York y Burlafinger, Alemania, alberga obras que van desde el siglo XIX hasta la actualidad, y está considerada como la mayor colección de fotografía africana del mundo. Su pasión, su conocimiento del medio y su inquietud se manifiestan en las exhibiciones que organiza con el fin de explorar la historia de la fotografía “más allá́ de los límites convencionales, temporales, culturales y geográficos”, tal y como lee la nota de prensa que acompaña a la muestra. “Estoy especialmente comprometido con los aspectos personales de las imágenes fotográficas y con las historias que cuentan acerca de la vida y las aspiraciones de la gente”.
Consciente de que la historia de la fotografía es selectiva y ha sido determinada por la historia del arte (escrita desde la supremacía occidental y blanca), sus preferencias le llevan a indagar más allá del canon occidental. Así, basa su colección en culturas que no han recibido suficiente atención por parte de los expertos y coleccionistas, como la africana, la asiática y más recientemente la latinoamericana. De esta suerte, fue pionero a la hora de exhibir a iconos del mundo occidental junto a artistas africanos, y de forma habitual establece un dialogo entre este tipo de artistas a través de publicaciones eruditas y exposiciones. “Creo que es importante establecer conexiones cruzadas conceptuales. También me interesa la forma en la que las imágenes históricas nos miran en la actualidad”, apunta. Así, yuxtapone la famosa serie de August Sander El rostro de nuestro tiempo, (1929) a los retratos de los años cincuenta realizados por Seydou Keïta en su estudio de Malí, y a la “inquebrantable” serie de retratos de Richard Avedon La Familia (1974). Estas obras invitan a “una reflexión sobre las estructuras jerárquicas subyacentes dentro de sus particulares contextos sociales. Ha sido muy importante para mí, a modo personal, distanciarme de mis raíces y descubrir una afinidad universal en todas estas obras y culturas”
En la actualidad ha puesto el énfasis en la fotografía vernacular, imágenes creadas por autores desconocidos, algunos con fines científicos policiacos o médicos, donde quedan expuestos conceptos e ideas a los que no se suelen prestar atención. Como aquellas que integran la exhibición atribuidas al sheriff Thomas Cunningham, quien a finales del siglo XIX recopiló en un álbum más de 42.000 imágenes cuya comparación (basándose en el método de Alphonse Bertillon) servía para clasificar a los delincuentes según las características físicas de su rostro.
Su método de coleccionar es muy personal. “Quiero aprender a conocer a los artistas, comprender el contexto de su obra y coleccionarlos en profundidad”, subraya. “Me atraen los artistas que utilizan un acercamiento metódico y conceptual a la fotografía. Sus presentaciones rara vez se desarrollan a través de una imagen única. Por el contrario, se presentan en series y secuencias, dispuestas en cuadrículas o tipologías firmemente controladas y seleccionadas. La precisión y la autenticidad de la imagen individual, totalizada por la fuerza del grupo, es lo que me atrae psicológicamente y emocionalmente.
“De todos los artistas presentes en la exposición, Samuel Fosso ocupa un lugar especial en mi colección”, destaca Walther. En su serie African Spirits, el artista africano se transforma a sí mismo en distintos iconos de la historia del siglo XX de África y de su diáspora, desde los líderes de la liberación y los fundadores de los estados- nación poscoloniales, a los héroes del Movimiento por los derechos civiles en América. Fosso adopta la vestimenta, la postura y las expresiones faciales de estas figuras históricas, tal y como aparecen reproducidas en las revistas y periódicos que circulan por todo el mundo. “Sus autorretratos son asombrosas suplantaciones que pretenden honrar el espíritu de solidaridad panafricano, así como expresar el estilo personal deliberado de estas personalidades que dieron forma al pensamiento político y a las aspiraciones culturales. El mito y la historia, el heroísmo y la tragedia convergen en una presencia central y persistente: el propio artista”.
Walther observa la muestra como “una historia general que incluye diversas culturas, sociedades y acercamientos, tal y como queda reflejado en la universalidad de la fotografía de retrato. Lo interesante para mí no es necesariamente las historias por separado de las identidades dominantes o marginadas, sino cómo coexisten y dialogan a través de la representación del ego, investigando temas de raza, genero, sexualidad, política, o posicionamiento social”. Independientemente de nuestra procedencia, todos tenemos el mismo tipo de deseo: ser verdaderamente nosotros mismos.
Estructuras de Identidad: The Walther Collection. Fundación Foto Colectania, Barcelona. Hasta el 17 de febrero.
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