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arte / proyectos

Me toca tirar

DAFO es una productora de proyectos a medio camino entre el centro de arte de pequeña escala y el espacio independiente 'non-profit'

Obra de Bárbara Sánchez en una exposición de DAFO y La Panera.
Obra de Bárbara Sánchez en una exposición de DAFO y La Panera.

Normalmente, entendemos por DAFO el método de análisis más conocido para definir una estrategia empresarial. Tiene ya unos cuarenta años y es vital en la toma de decisiones. A nivel práctico, funciona como una herramienta de estudio de la situación de una empresa o un proyecto y analiza sus características internas y externas. Sus debilidades y fortalezas así como sus amenazas y oportunidades. A nivel simbólico, es una vía de autoconocimiento y ayuda para juzgar sin autocomplacencia. Para ir a la raíz, a destajo, y analizar cómo uno es, cómo actúa y cómo le afecta el entorno.

Ese mismo ejercicio lo llevó Jordi Antas al campo del arte en 2012. Por aquel entonces, los teléfonos de los comisarios como él sonaban poco y la crisis se había instalado en el arte sin intención de irse. Un traslado de residencia de Barcelona a Lleida, buscando nuevos contextos de vida y trabajo más equilibrados con la economía, abrió la primera puerta de un proyecto que llamó DAFO buscando ese equilibrio entre la debilidad y la oportunidad. La analogía está cargada de humor, claro. Tras las famosas siglas estaba, tal vez, la clave para una posible alternativa al circuito de galerías comerciales que sustentan y definen el mercado del arte. La idea era trabajar sobre un espacio no tan rígido como el institucional y poder programar con libertad y riesgo. No depender de nada ni de nadie. Cuando consiguió eso, un local sin gasto, una programación independiente y alguna ayuda del Ayuntamiento de Lleida, implicó a otro comisario, David Armengol para compartir dudas y entusiasmo. Así empezó todo.

Hoy DAFO ha pasado la línea de los cinco años que se presupone que es el tiempo en que un proyecto se afianza o no. Mantiene mucho de su espíritu inicial y todavía hoy funciona como un megáfono del contexto emergente de Lleida. Formalmente, el proyecto ha dado muchos giros. Ha tenido espacio propio, ha sido un satélite en un centro de arte como La Panera, ha trabajado en relación con una escuela de arte y desde hace un año funciona como espacio pop up. Tiene una dinámica y un calendario abiertos, y entre manos el reto de editar un libro que recoja toda la actividad desde que el proyecto se puso en pie. En un momento en que tienen más importancia los pequeños gestos que los grandes eventos, DAFO propone una relación mucho más íntima que el museo. No perder la experiencia directa, y al mismo tiempo, investigar en la naturaleza de lo pequeño. De ahí que su idea de exposición abarque diferentes caras: pequeñas, grandes, rápidas, lentas. Es una cuestión de diferenciación, de mantener viva la diferencia, diferentes rumbos, diferentes navegaciones. Abrimos aquí la hoja de ruta que guía a Jordi Antas.

Lleida parece un contexto pequeño para lo artístico. ¿Qué lugar ocupa un proyecto como DAFO allí?

Siempre digo que en Lleida pasamos del 0 al 100 muy rápido. No tenemos ninguna galería, ni tampoco ningún espacio independiente más, y pasamos a tener una de las colecciones de arte más grandes de Europa, como la de la Fundación Sorigué o un centro de arte de prestigio como La Panera. Una ciudad espejo es Grenoble. A nivel de tamaño y habitantes es parecida a Lleida, aunque el entorno y el poso cultural es muy diferente, y existe un tejido cultural en artes visuales muy potente.

No es fácil romper ese límite resistente entre centro y periferia...

Obra de Quim Packard.
Obra de Quim Packard.

No lo es, pero lo intentamos. Actualmente, desde La Panera estamos trabajando en un proyecto llamado Archivo Jabalina. Desde lo local, intenta generar diferentes relaciones profesionales de visibilidad, de formación y asesoramiento a artistas que trabajan en la ciudad. También hemos inaugurado Los márgenes, un proyecto expositivo que se estructura en torno a una serie de artistas que trabajan diferentes lenguajes dentro del ámbito audiovisual lejos de los formatos convencionales y con voluntad de romper los límites entre esos dos conceptos excluyentes: centro y periferia.

Una de las cosas que platea DAFO es qué entendemos por espacio independiente.

Sí. Desde el inicio su intención era la de programar de manera independiente y regular con un funcionamiento híbrido, entre mini centro de arte y galería encubierta, que nos permitía abrir la puerta a la venta de obra y de esa manera poder obtener otra fuente de financiación. En toda nuestra trayectoria solamente vendimos un libro, así que fracasamos. En La Panera, DAFO cubría un espacio dedicado al arte emergente que no tenía, pero desde 2017 ha vuelto a la trinchera del espacio independiente.

¿Es la fórmula pop up el relevo de los espacios independientes?

Un planteamiento pop up te permite trabajar por proyecto y mirar cual es la mejor opción. Todo es más ligero, más dinámico. Cuando teníamos un espacio físico, los horarios, la programación estable era un planteamiento muy exigente y pedía muchas horas de gestión. Los pop up son una alternativa a espacios que no pueden mantener sus espacios físicos y te permiten operar en distintos lugares y con un calendario más abierto. La economía es frágil y los proyectos independientes se deben reinventar apostando por otras formas, ya que si no pierden ese espíritu con el que nacieron. Además, es un buen momento para participar en ferias. Hace ya algunos años que las ferias se han abierto a recibir e invitar proyectos que no sean únicamente comerciales y provocar un contrapunto distanciado de la oferta de las galerías. Esos puntos de contacto pueden plantear nuevos contactos y proyectos.

¿Cómo se financia el proyecto?

Los tipos de financiación han marcado las fases del proyecto. Al principio, nadie ganaba dinero pero nadie perdía. En otras etapas, hemos aplicado a alguna subvención de la Generalitat de Cataluña, pero solamente en algunos momentos concretos, como el programa de formación DEMO. Actualmente tiene financiación para la publicación de los 5 años de DAFO que tenemos entre manos ya. A veces, a más subvención, más precariedad, ya que el mito de las subvenciones públicas te provocaban menos capacidad de decisión, más tiempo de elaboración de memorias, aplicaciones y demás. Vaya, que dependías demasiado de ellas, así que a veces vale la pena poner dinero de tu bolsillo escapando de la dinámica viciada de la subvención. Trabajas un poco más e “inviertes” en el proyecto.

¿Cuáles son los proyectos futuros?

Los próximos pasos quieren acercarse a la posibilidad de que DAFO pueda albergar una pequeña residencia de artistas, investigadores y comisarios. Una residencia en primavera y en otoño que dejaría de ser nómada, ya que está ubicada en un antiguo gallinero de unos 30m2 en nuestra casa. La idea es hacer pequeñas reformas para poder abrir un estudio. Aunque lo más inmediato es una publicación que recoge la actividad de estos últimos cinco o seis años, que saldrá a finales de año, un taller de formación en el contexto del Archivo Jabalina del La Panera a cargo del artista Rubén Verdú, y la participación de DAFO en la próxima edición de Supersimétrica 2019.

¿Cómo acabar con la precariedad que esconde este tipo de proyectos?

La inestabilidad es una condición permanente en este tipo de proyectos independientes. Se puede apostar por abrir una puerta a la venta a partir de algún proyecto editorial, algún trabajo seriado más accesible económicamente, aprovechar que las ferias están más permeables a este tipo de proyectos...

Hay muchas cosas que debatir en el contexto del arte pero, señale las más urgentes...

Es necesario hablar de los diferentes modelos de exponer, producir y gestionar el arte hoy. También sobre las formas de escritura y esa idea performativa latente en el contexto del arte.

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