Sobrenatural
‘The Innocents’ es una serie interesante, unos paisajes en los que lo sombrío se entremezcla con lo espectacular y un ritmo narrativo más que correcto.
No deja de ser curioso que una buena parte de los comentaristas de televisión señalen que la nueva serie de Netflix, The Innocents, explote poco el componente sobrenatural de la historia de amor de una pareja de adolescentes, pero que todos ellos acepten la posibilidad de que se trata de unos Romeo y Julieta del siglo XXI. Probablemente sea mucho más ofensivo compararla con la obra de Shakespeare que aceptar que la nínfula asuma el aspecto y los recuerdos de la persona que toque cuando entra en trance.
Ni el cine ni la televisión tienen que ser verosímiles, pero tienen ya la suficiente madurez, o deberían tenerla, para que resulten innecesarias comparaciones o referencias sin sentido. The Innocents es una serie interesante, con una excelente interpretación de Guy Pearce, unos paisajes en los que lo sombrío se entremezcla con lo espectacular y un ritmo narrativo más que correcto. Dejen a Shakespeare en paz.
El que dos adolescentes bastante elementales (como no podría ser de otra forma, dicho sea de paso) decidan escapar de la rutina familiar para tratar de vivir su historia de amor y que ésta se complique por las peculiares características de uno de los dos enamorados, no deja de ser, o casi, realismo social. Que uno de sus responsables sea Simon Duric, vinculado a la excelente serie Black Mirror, ya permite intuir que lo extraordinario puede ser parte de lo cotidiano.
El problema de recurrir a lo sobrenatural, o uno de ellos, es encontrar el equilibrio entre la narración y los efectos especiales, y en este sentido The Innocents es ejemplar por una austera utilización de las ventajas tecnológicas del medio. No menos cierto es que la trama deja muchos flecos sin resolver, quizá porque si lo que se persigue entra en el terreno de lo sobrehumano los detalles de lo habitual parecen una ordinariez. En resumen: The Innocents es una serie atractiva, bien realizada, bien interpretada y fotografiada que solo exige olvidarse del hipotético racionalismo del espectador.
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