Sofía Suescun: “Tengo esa cosa que le gusta a España entera y no sé lo que es”
"Soy consciente de mi aguante y tengo seguridad en mí misma, me como a cualquiera", asegura Sofía Suescun, la crack de los realities en Telecinco
Sentada en la terraza de un hotel de extrarradio madrileño, Sofía Suescun, la crack de los realities en Telecinco, se ha tomado un cola cao mientras espera. “Para merendar”, dice, “cola cao con galletas”.
¿Hasta dónde ha estudiado?
He hecho selectividad con notazas. Soy muy empollona. Me metí en psicología y ese año lo paralicé porque de rebote entré en Gran Hermano.
De rebote, no creo.
Sí, porque no me presentaba yo, se presentaba mi madre.
¿Y qué se le había perdido a su madre ahí?
Todo el mundo le decía que lo intentara. Tiene algo que le diferencia del resto de humanos. Su forma de ser, de analizar la vida. Ella es conductora de autobús. La primera mujer de Navarra que entró en eso. Lleva 23 años.
¿Y su padre?
Mi padre también ha hecho lo mismo, entró ahí por mi madre. A día de hoy, debería darle las gracias. Come por ella.
¿Qué le vieron a usted en los castings que no ven en otros?
Esa cosa que le gusta a España entera y que no sé lo que es.
El primer día de Supervivientes se la notó pasota...
De primeras doy esa imagen de superficial. Al principio fui de postureo, pero cuando me vi con hambre...
¿Qué tipo de hambre? ¿De comer o de ganar?
Yo sabía que era fuerte y que iba a sorprender y a callar muchas bocas. Soy consciente de mi aguante y tengo seguridad en mí misma, me como a cualquiera.
A lo mejor eso es lo que le gusta a España entera.
Quizás. En ningún momento sufría. Solo por el agujero negro del hambre.
Odia el hambre, bien. ¿Qué ama?
La tranquilidad, la naturaleza. Aquí donde me ves, y pese a lo que haya podido mostrar, a mí lo que me apasionan son mis dos rottweilers, que parecen personas, y mis tres gatos.
¿Usted quién cree que es?
Yo soy una niña de 22 años con mucha suerte. Todo me ha ido viniendo caído del cielo. Sí que es verdad que lo he sabido gestionar. No se me tiene que ir la cabeza como a otros de mi edad, que se creen dioses o yo que sé.
¿Y qué les diría a quienes piensan que lo suyo no es un trabajo?
La gente está muy estancada en la vida de antes. Todo cambia y evoluciona. Tengo casi un millón de seguidores en Instagram, hago muchísima publicidad, salgo en la tele. Son trabajos que, a lo mejor, hace 10 años no existirían, pero ahora sí. Te puedo vender desde un pintaúñas a un blanqueador de dientes. Ahora, eso sí: lo peor que me puede pasar es madrugar.
¿Se administra bien?
El dinero puede ser tu mejor aliado o tu peor enemigo, depende. Sé lo que no deseo en la vida. No quiero gente interesada. Ya me he llevado muchos timos.
¿Merece la pena llorar delante de toda España?
Sí, sí que merece la pena. A mí me gusta hacer partícipes a los telespectadores de mi situación, que sean cómplices. Yo a buenas soy la mejor, pero a malas...
¿No hay nada pautado en esos programas?
No, allí nadie te mira, ni los técnicos. Te dejan tres meses tirado en la isla, en ese paraíso barra infierno y ya. Lo único, que no puedes estar callado.
¿Y la chulería, de dónde la saca?
Todos tenemos un lado chulo y prepotente, pero hay que saberlo administrar con clase y elegancia.
¿Conoce sus defectos?
Sí. Me castigo mucho conmigo misma. No sabría decirte más. A veces ser impulsiva me juega malas pasadas.
¿Se siente marioneta de un guiñol?
No, conozco a lo que me expongo. Cuando triunfas te hacen la pelota. Pero sé distinguirlo. Con la mirada lo pillo todo.
¿Hasta qué punto alguien tan joven puede interesar a mucha gente bastante tiempo?
Un tema enlaza a otro… Los responsables de estos programas lo saben. A todo el mundo le interesa la vida privada, no te preguntan por lo duro que es ganar. No me gusta jugar con falsedades, eso sí.
¿Sigue los realities?
No; la verdad, ni veo la tele.
¿Y cómo ha aprendido?
Simplemente he dado la mejor versión de mí y tratar de que te lleguen a entender. Ese es el secreto para aguantar y ganar. A mí me han criticado mucho, pero vencer en dos programas de estos... Y sin verlos.
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