E3 2018 – El videojuego como odisea LSD
La ecléctica conferencia de Microsoft ejemplificó como ninguna el ruidoso y abrumador estado en que vive inmerso el décimo arte
Las calles de Los Ángeles son demasiado anchas. Se siente uno muy solo en el caminar, porque sus aceras son de gigantes , pero apenas circula nadie por ellas. Solo aquellos que no tienen adónde ir. A veces tirados a pleno sol, se podría decir que muertos. A veces ocultos tras sus tiendas iglús. A veces mascullando cánticos o amenazas mientras se tambalean tras sus carritos inflados de basura. A veces, las más, mirando a la nada con una expresión vacía.
Caminar por estas calles desiertas, cruzarse los grandes números en línea recta —la novena, la octava, la séptima…— es enfrentarse a la literatura de no retorno; la de Ligotti o Becket, por ejemplo. Aquí se espera a Godot en cada esquina. Y no se lo espera. Sin embargo, en las inmediaciones del Convention Center…
Tres enormes cartelones de un Pip-Boy, el chaval rubiales y cartoon de Fallout, forrando tres enormes edificios. La Eleven de Stranger things y sus colegas en un lateral del teatro Microsoft. Los Lego transformados en superhéroes, una vez más. Y el batiburrillo de prensa y fans, en todas sus proporciones, con las camisetas frikis de rigor, luciendo los colores de su equipo —aquí se llaman PlayStation y Xbox— mientras esperan bajo ese sol inclemente angelino en unas colas kilométricas.
Vamos, el videojuego y su farándula, ambos sinónimos de E3 y de Los Ángeles por estas fechas, pues hasta el próximo jueves esta ciudad es capital del arte interactivo. La cita mayúscula, en capitulares, de todo el año. Y también el mejor diagnóstico de cómo se encuentra la industria cultural de este sector. Y la respuesta más clara que se me ocurre es que se encuentra… lisérgica, berreando en el centro de la pista con un colocón de alucinógenos mientras la bola de la disco deshace el arcoíris de los magos.
La conferencia de Microsoft fue paradigma de esta sintomatología de yonqui. Con un léxico de estrategia trumpiana —machacar una serie de voces muy concretas: exclusivo, poder, diversidad, cantidad—, Phil Spencer y sus adláteres de la gran X verde reventaron a zambombazos este primer gran día de la feria. Y le viene al pelo lo de feria, porque lo que Microsoft dio fue un espectáculo de barraca. Tanto llovían hojas otoñales para meternos más en el mood de que el nuevo Forza Horizon tendrá las cuatro estaciones como novedad como los ojos se quedaban titilantes de imágenes retinales por los cañonazos de estrobo con los que se subrayaba cada anuncio.
En resumidas cuentas, y a pesar de los cincuenta juegos y pico que pudieron verse durante la hora y pico de conferencia a todo tripi, la revolución que algunos esperábamos no llegó. Las consolas pueden respirar un poquito más ante la evidente amenaza que supone un futuro e inevitable modelo “A lo Netflix”. No anunció Microsoft una gran salva en este apartado, aunque Spencer subrayó que el equipo de investigación de la compañía, una de las Top 4 en la valoración bursátil, se encuentra trabajando muy duro en este terreno.
Lo que sí anunció, para sorpresa general, por la contundencia de los socios, fue un repóquer de estudios que desarrollarán videojuegos en exclusiva para el ecosistema Windows-Xbox. Algunos, ya conocidos, como PlayGround Games, que sumarán a sus exitosos Forza horizon otro proyecto por desvelar. Otros de nuevo cuño, como The Initiative, que supone el aterrizaje de Darrell Gallagher, uno de los papás de Tomb raider, a una nueva aventura. Pero el más insólito de todos ha sido Ninja Theory, el estudio británico en boca de toda la industria por el enorme éxito artísticio y comercial de su Hellblade: Henua’s sacrifice, un título que demostró que se podía unir la máxima calidad audiovisual con el riesgo en longitud y forma de una obra indie.
En un vídeo imprescindible publicado hoy, Ninja Theory explica el porqué de esta venta. Es un movimiento tremendamente inteligente, porque una gran marca como Microsoft despierta recelos de por sí —es famosa tanto por su compra de estudios como por su posterior cierra—, recelos que se suman al hecho de que un estudio indie, por así decirlo, se cambie la chupa de cuero por el traje y la corbata. En dicho vídeo, lo explican admirablemente y al menos en las intenciones dejan bien claro que no son corderos en boca de lobo. Y dejan una frase como lema guerrero para el recuerdo y lagrimilla: "Hacer juegos enfocados en la experiencia, no en la monetización". Habrá que ver en los hechos.
Pero lo más característico de la conferencia de Microsoft, y en cierto sentido también de la de Electronic Arts, fue el eclecticismo que domina ahora mismo la escena del videojuego. En cierto modo, se parece a ese Hollywood desnortado de los 70 en el que florecieron los Scorsese, Spielberg, Cimino, Coppola y cía. Aquí se dispara a todas las dianas, sin molestarse en apuntar. Así, en los 50 juegos largos que vimos en la conferencia de Microsoft —hagan las cuentas y les saldrá a minuto y pico por juego; eso si no hablara nadie de por medio—, hubo literalmente de todo. Un zorro liándose a espadazos en un mundo de estética cubista. Guiños a la nostalgia con retornos tan esperados o inesperados como el Devil may cry V, Gears of war 5 o Battletoads. O el mundo Blade runner en esteroides que plantea el prometedor Ciberpunk 2077, la vuelta de los polacos de The witcher por todo lo alto; que venía, por cierto, con una larga carta a los fans oculta en el tráiler, que la web Polygon ha conseguido desencriptar. Al igual que Ninja Theory, destaca el rotundo mensaje de dar antes que recibir y centrarse en la calidad artística de la obra y no en el avida dollars.
Como decía, las conferencias de otros gigantes, como la de Electronic Arts, fueron una mímesis de esta amalgama desquiciada. Por un lado las jabalinas de Anthem, robots de combate especializados en explorar un planeta de la exuberancia vegetal de Avatar pero con ecos a una ciencia ficción dura a lo 2001. Y al mismo tiempo el Sea of solitude, un juego que parece haber parido la mente de Neil Gaiman, una aventura inquietante en una ciudad inundada plagada de doppelgängers. Y todo esto a la vez del Fifa, claro; y los tiros del Battlefield, ahora también en modo battle-royale, como dictan las ordenanzas ¿Dónde está el nexo? A saber, pero hoy es obligatorio tener un poco de todo.
O no… Porque hay compañías que quieren seguir yendo completamente a su bola, les vaya mejor o peor. Es el caso de Bethesda, que se desmarcó, y no por primera vez, con una de las mejores conferencias que llevamos. El broche de oro, como reza al tópico, a un día laaaargo y raro. Nuevo Elders of scrolls, nuevo DOOM, nuevo Fallout y Rage [estos dos ya los sabíamos], y algo nuevo, el primer videojuego original en 25 años de esta gran casa. Y el primero, también, que se atreve a anunciarse para la “siguiente generación”. Starfield, del que apenas pudimos ver un minuto, es el título de tal franquicia.
Y luego de todo este fragor, a la calle, a cruzar la novena, octava y séptima esquivando a los que miran al vacío. A encontrarse con mensajes de esperanza, "La diversidad es un orgullo", en impresionantes frescos callejeros en un intento de embellecer esta fea ciudad. Y a sentir esa capa de silencio dadaísta que envuelve a Los Ángeles lejos del Moulin Rouge contemporáneo que es el E3. Mañana, más batallas.
Babelia
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.