La mente automática
Una exposición en Madrid muestra el mundo creativo de José Antonio Suárez Londoño a través de muchos de los grabados que atesoran colecciones como la del MoMA
Pocos artistas son tan resistentes a la palabra como José Antonio Suárez Londoño (Medellín, Colombia, 1955). Basta leer la entrevista que le hace Emiliano Valdés a contracorriente en el precioso catálogo de la exposición que le dedicó La Casa Encendida en 2015, coproducida por el CAPC (Museo de Arte Contemporáneo de Burdeos) y el MAMM (Museo de Arte Moderno de Medellín), y comisariada por Yara Sonseca. La resistencia de lenguaje se palpa en cada pequeño párrafo porque el artista apenas cede a la palabra, como si no quisiera desvelar qué pensamientos ocupan esa mente llena de automatismo. Rescato de allí una frase que de pronto abre una puerta: “Siempre he estado atraído por obras que mientras más se adentra uno en ellas, más perdido se siente”, dice. Parece un acertijo, y seguramente lo es, como sus dibujos. Cuando el acertijo lo lleva a los sellos y ex-libris, el campo mental se dispara. Y en sus grabados, como los que ahora Bernal Espacio recoge en Madrid a modo de gabinete. A pesar de ser conocido por sus dibujos, el grabado ha sido una práctica simultánea en la carrera de este escurridizo artista. Instalado en Medellín, vive el arte al margen del mundo del arte,volcado casi obsesivamente en sus libretas y cuadernos de viajes. Los que aquí vemos son imaginarios. Mitologías y fábulas internas. Grabados llenos de animales, laberintos, círculos, luchas, abrazos y algún que otro trozo de poesía.
Todo el conjunto está lleno de tanteos, bifurcaciones y huellas. En el trabajo de Suárez Londoño todo se aprovecha, cada cita y cada circunstancia, y todo tiene más de una lectura. Ocurre también en los dibujos de Marcel Dzama con el que hay cierto parecido. O con los de William Kentridge, de quien tampoco está lejos. De hecho, el diálogo, aquí sí, fluye entre estos tres creadores que se conocen más allá del papel y de la magia, Doré, la botánica, la infancia, Goya y el presente. Los tres hablan de lo aprendido, lo cotidiano y lo imaginado comprimido en un tiempo conquistado. Lo que tantas veces llamamos fábula. Pocas veces pueden verse trabajos de este nivel y con esta cercanía, rozando la miniatura y el preciosismo, así que esta es una exposición para detenerse y para descubrirse.
Y lo es, además, porque no es tan fácil ver estos trabajos por aquí. Atentos a ellos están varias colecciones, entre ellas la del MoMA, quien ya atesora una edición de todos sus grabados, unos 300 a día de hoy, entre ellos los que vemos en Madrid. Además, el museo neoyorquino ha acordado con Suárez Londoño comprar todos los que produzca a partir de ahora. Un hito para un artista vivo y latinoamericano, y un compromiso que sólo se ha realizado antes con Louise Bourgeois. Será cosa del destino, ya que ambos artistas han trabajado en el mismo taller de grabado, el mítico Harlan & Weaver de Nueva York. Con Benveniste Contemporary, en Madrid, también ha hecho una estupenda colaboración. Pregunten por ella cuando vayan. Y por el libro que ilustró con muchos de sus dibujos uno de los poemas de Patti Smith. Otra joya. Y expandan la visita a r/e projects, al espacio artkunstarte también en Madrid, porque Suárez Londoño también se ha colado en una colectiva allí.
José Antonio Suárez Londoño. Gabinete de grabados. Bernal Espacio. Madrid. Hasta el 2 de junio.
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