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en pocas palabras

Joan Matabosch: “El disparate del ‘Brexit’ será algún día una enloquecida ópera bufa”

El director del Teatro Real, que celebra esta temporada su bicentenario, aborrece "las tradiciones caducadas"

SETANTA

Joan Matabosch (Barcelona, 1961) dirige desde 2014 el Teatro Real de Madrid y antes también llevó las riendas del Liceu de Barcelona. Esta temporada celebra el bicentenario del Real con un programa que combina grandes títulos populares como Aida (ahora en cartel) con apuestas de futuro.

¿Qué o quién le llevó a la ópera? Me llevaron mis padres y mis abuelos. A la ópera, al teatro, a conciertos y a exposiciones de arte. Algo quedó…

¿Qué libro tiene en su mesilla de noche? Siempre hay algo de Chéjov. Hay que releerlo con frecuencia para comprender la naturaleza humana, para recordar que quienes no tienen la inteligencia libre, siempre tienen pensamientos turbios.

¿Cuál es su ópera favorita? La Tetralogía wagneriana. Y también Il Trovatore, y Billy Budd, y Wozzeck.

¿Y la que más aborrece? No suelo aborrecer las óperas sino las tradiciones caducadas que atentan contra lo que podrían llegar a expresar.

¿Qué libro recomendaría para sumergirse en el mundo de la ópera? Si quiere reírse, El gran teatro, de Mujica Láinez. Si quiere información sintética, Voz, emoción y personaje, de Laia Falcón, y menos sintética, El siglo de Jenufa, de Martín Bermúdez.

¿Y una película? La estupenda Gloriana, de Phyllida Lloyd, con Josephine Barstow. Un filme estupendo para preparar el próximo estreno de la ópera de Britten en el Teatro Real, por cierto.

¿Qué personaje o historia merecería una ópera? El disparate del Brexit será algún día una enloquecida ópera bufa. Lástima que ya no tengamos a Rossini. Menudo remake de Il viaggio a Reims nos hubiera servido. Muchos políticos merecerían una ópera, no siempre bufa, pero quizás mejor evitarlo: a los que tienen sueños de poder deberíamos pedirles, al menos, que tengan la educación de no roncar en voz alta.

¿Qué canción escogería como autorretrato? Más que una canción escogería una fuga concertante: Tutto nel mondo è burla del Falstaff verdiano. Ese mirar directamente a la cara de la fragilidad humana, pero perdonarla con una sonrisa, es una lección del viejo Verdi que todos deberíamos aprender.

Si no se dedicara a la gestión artística, ¿qué le gustaría ser? Periodista. Para tener como lema lo que ya decía Séneca y hoy muchos olvidan: la ceniza es obra de un momento; la selva, de años.

¿Qué está socialmente sobrevalorado? Opinar sobre todo y acerca de todo el mundo sin el más mínimo pudor, con tanta seguridad como falta de información. Soy de los que prefieren madurar una opinión. Y rectificarla: solo quien borra con frecuencia llega a escribir cosas dignas de ser leídas (creo que lo decía Horacio).

¿Qué cargo no aceptaría jamás? El de cortesano, en ninguna de sus múltiples reencarnaciones contemporáneas.

¿A qué compositor vivo le daría un Nobel? A Kaija Saariaho. Su música es un bálsamo de espiritualidad que invita al recogimiento. Nos hace mucha falta.

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