Sacar punta con melancolía
Sempé se ríe con sutileza de cierta masculinidad en este libro ilustrado para adultos publicado en Francia en 1965
Pocos como Jean-Jacques Sempé (Burdeos, 1932) redondean una atmósfera con trazos inacabados. El señor Lambert, que se publicó originalmente en Francia en 1965, había permanecido inédito en España hasta ahora que la editorial Blackie Books está recuperando los trabajos para adultos del dibujante de El pequeño Nicolás. Con las minúsculas herramientas de un lápiz, un esbozo y una cháchara, Sempé logra que El señor Lambert ofrezca un retrato costumbrista del bistró económico, un apunte sociológico de la masculinidad del francés medio de los años sesenta y una minitragicomedia. Su ironía afilada e ingenua nada tienen que ver con la sal gruesa del espíritu de Charlie Hebdo. Sempé saca punta al mundo con un deje melancólico.
El señor Lambert, donde coinciden algunas fijaciones creativas del dibujante (la amistad o la monotonía laboral), discurre en un único plano: el comedor de un restaurante al que, de lunes a viernes, acuden los mismos oficinistas. En esa sala con apenas espacio entre mesas se repiten como rituales cotidianos los menús, los diálogos y las polémicas. El ajetreo se puede medir por la ocupación del perchero. La hora punta coincide con el sempiterno intercambio entre Lucienne, que atiende las mesas, y el señor Cazenave, cliente solitario y apresurado, que engulle a la velocidad del pavo para regresar corriendo al trabajo.
La monotonía y la reiteración forman parte de Chez Picard hasta que un día una ausencia trastoca la vida corriente. Si hasta entonces la política y el fútbol habían monopolizado las conversaciones, a partir de la metamorfosis del señor Lambert, se suceden los relatos confidenciales y nostálgicos, las fabulaciones masculinas sobre gloriosas hazañas eróticas de juventud. Y Sempé, armado solo de lápiz y ternura, se ríe de todo ello.
El señor Lambert. Sempé. Traducción de Miguel Azaola. Blackie Books, 2017. 60 páginas. 17,90 euros
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