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FOTOGRAFÍA

Howard Greenberg: “Europa valora más el fotoperiodismo que el público americano”

El Patio Herreriano de Valladolid exhibe parte de los fondos de la galería neoyorquina del marchante

Jean Pearson, c.1948
Jean Pearson, c.1948Saul Leiter / Cortesía Howard Greenberg Gallery, Nueva York

Lleva más de cuarenta ejerciendo como galerista. Redescubriendo a grandes fotógrafos del pasado y posicionándolos en el mercado gracias a su instintivo olfato y a su indudable perspectiva histórica. Si algo caracteriza a Howard Greenberg es su pasión por la fotografía. En 2005 la revista American Photo le situó entre las veinticinco personalidades más importantes de esta comunidad a nivel mundial. Su erudición sobre la fotografía del siglo XIX y XX, su tenacidad, compromiso y empeño, así como su generosidad a la hora de compartir fotografías y fotógrafos han hecho de él una figura tan atípica como relevante a la hora de fomentar y educar la mirada del público en este medio.

Una exposición en Valladolid da muestra de un centenar de obras procedentes del archivo de la galería del entusiasta marchante, Howard Greenberg Gallery, ubicada en Nueva York. Bajo el título Del archivo a la historia, supone una relectura a la historia de la fotografía a través de la mirada de algunos de los fotógrafos más significativos del siglo pasado, Berenice Abbott, Man Ray, Walker Evans, William Eggleston, Arnold Newman, y Helmut Newton entre otros. Se podrá ver en el Patio Herreriano de Valladolid hasta el próximo 8 de abril. La muestra no solo da a conocer fotografías desconocidas de varios de los grandes maestros del siglo pasado sino que ofrece al público una oportunidad única. “Se trata de imágenes destinadas al coleccionismo con exclusividad, cuyo trayecto normal es de la galería a la colección “explica Anne Morin, comisaria de la muestra. “En esta ocasión hacemos visible a través de un museo una franja de la historia no destinada al público (ni tampoco a los soportes de subasta o de publicación). Supone una excepción poder observarla, ya que no es este su destino original”.

Sin título, c.1984
Sin título, c.1984William Eggleston /Cortesía Howard Greenberg Gallery

“Un archivo fotográfico es, antes que nada, una forma, una tipología, una sensibilidad”, apunta Morin. De esta suerte, el archivo es un claro reflejo de la personalidad y los intereses de Greenberg quien considera una buena fotografía “aquella que involucra a mi pensamiento, a mi corazón y a mi alma". Su interés por la fotografía surgió nada más finalizar sus estudios, cuando adquirió su primera cámara. Dos años más tarde comenzaría una corta pero fructífera carrera como fotoperiodista que le llevó a ver publicadas sus fotografías en las grandes cabeceras de la prensa americana, como The Washington Post o The New York Times. Pero fue el descubrimiento de algunos relevantes fotógrafos residentes en la colonia artística de Woodstock, Nueva York, y miembros de la Photo Secession fundada por Stieglitz, a comienzos del siglo veinte, lo que le estimuló a profundizar su interés por la historia de la fotografía, y finalmente le animó a abrir su primera galería. Sus fondos alcanzan en la actualidad 30.000 imágenes.

Hace cuarenta años, cuando Greenberg daba sus primeros pasos como galerista, la fotografía no había sido aun reconocida como un arte dentro del mercado. “Trabajé duro para que se aceptase el valor monetario de ciertas fotografías” recuerda el galerista. “Cuando yo empecé, eran pocas las imágenes que superaban los 1000 dólares y algunas de las que hoy alcanzan grandes cifras entonces no tenían ningún valor. Los precios han cambiado drásticamente durante este tiempo. El mercado se ha vuelto mas selectivo y menos predecible en la actualidad, pero la gama alta no ha variado mucho en varios años, mientras dentro de la pintura contemporánea la gama alta alcanza cifras, digamos, de locura”. Considera que el público europeo valora en la actualidad la fotografía como arte tanto como lo hace el americano, “Y añadiría que el europeo parece aceptar y valorar más el fotoperiodismo, o aquello a lo que me gusta referir como la fotografía del ‘mundo real’”, matiza el galerista.

Robert Rauschenberg, 1956
Robert Rauschenberg, 1956Bob Cato

La exposición abarca todo el siglo XX. Desde una de las primeras fotografías tomadas por André Kertész en Hungría; un retrato de su hermano, con un tamaño de 4 centímetros por 5, hasta llegar a nuestros días con la obra de Mark Citret. Este último es un artista prácticamente desconocido en Europa. “Va a contracorriente de la fotografía contemporánea de grandes formatos”, señala Morin. “Trabaja en soportes pequeños, impresos en platino y de corta tirada. Todo lo que incluye la exposición son imágenes de pequeño formato e intimistas que se apoyan en su sencillez y simplicidad, subrayando los preceptos de la fotografía del siglo XX. Existe una vuelta a estos criterios”, añade la comisaria.

Greenberg fue uno de los primeros en exhibir fotoperiodismo en su galería. “En la exposición están muy presente los fotógrafos del Farm Security Administration, como Walker Evans, y de la Photo League, como Lewis Hine, quienes a partir de los años de la Gran Depresión establecieron los parámetros de la fotografía documental”, señala Morin. “Su idea era cambiar el mundo gracias al testimonio de lo visible. Luego vinieron otros como Garry Winogrand que querían documentar sin intención de cambio. Las dos perspectivas están muy presentes en la colección”.

Sin título, c.2006
Sin título, c.2006NOBUYOSHI ARAKI /CORTESÍA HOWARD GREENBERG GALLERY, NUEVA YORK

Su entrega por la fotografía ha hecho que Greenberg compagine su labor como galerista con la de coleccionista privado. “Colecciono aquellas fotografías que tienen un significado profundo para mí y que me mueven emocionalmente”, dice. “Siento mucho respeto por el cuarto oscuro. Trata del lenguaje fotográfico, y de esa magia que a veces ocurre. Para mi es una experiencia muy personal”. Aun así, dice haber aceptado de lleno la tecnología digital: “Los artistas fotográficos, o creadores de imágenes visuales, han hecho siempre uso de los avances tecnológicos del momento para evolucionar y redefinir lo que instituye el arte. Las posibilidades de la fotografía digital son infinitas y supone un reto hacer uso de ellas para conseguir una declaración artística coherente y efectiva. El ojo y la mente del fotógrafo unidos siguen siendo los responsables de una buena fotografía.”

Cada una de las imágenes que forman esta exposición “se yuxtaponen las unas con las otras, en ocasiones se contradicen, se abrazan o se miran directamente a la cara”, escribe la comisaria. “Acaban formando este 'museo imaginario' del que hablaba André Malraux, porque cada una de ellas, gracias a la presencia de las otras, se transforma y cuentan juntas otra cosa nueva”.

Del archivo a la historia. Howard Greenberg Gallery. Museo Patio Herreriano. Valladolid. Hasta el 8 de abril

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