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DISCOS

Canciones memorables

Ezra Furman vuelca su talento literario en un gran disco narrativo con temas y melodías bellísimos

Xavi Sancho
Ezra Furman, retratado en agosto de 2016.
Ezra Furman, retratado en agosto de 2016.Anthony Pidgeon / Redferns

Hasta hace poco más de 10 años, Ezra Furman era un joven con aspiraciones literarias que acumulaba decenas de documentos de Word en el ordenador. En cuanto lograra darle cierta coherencia a esa montonera de fragmentos de diario, ensoñaciones posadolescentes, teorías queer repensadas y frases huérfanas y brillantes se convertiría en escritor. Pero en 2006, Ezra lanzaba su primer disco junto a The Harpoons y el mundo descubría en él a otro candidato a esa condición tan elusiva: el nuevo Bob Dylan.

Después de dos álbumes junto a The Harpoons y tres en solitario, Furman edita por fin ese disco para el que se ha estado preparando desde que el destino, la prensa y el público le convencieron de que sus borradores eran canciones y él se puso a toda pastilla a aprender cómo se escribía una cosa de esas. Así, en este Transangelic Exodus queda poco de ese folk juguetón de sus primeras aventuras musicales y casi nada de sus aventuras en rock de garaje y el ska que han definido su carrera en solitario hasta la fecha.

Este es un largo conceptual que narra la historia de amor de dos desheredados enamorados. Uno es un ángel y al Gobierno no le gustan los ángeles, por lo que deben huir del hospital en el que este se halla ingresado dejando atrás un reguero de sangre, carmín, calmantes y plumas. “Progresamos, ¿pero hacia qué?”, se pregunta el narrador en el absolutamente fascinante primer corte del disco. ‘Suck the Blood From My Wounds’ narra la huida del hospital de nuestros héroes y es una de las mejores canciones de rock que se han escrito en los últimos años, una especie de ‘Born To Run’ para la generación no binaria, llena de frases memorables y con una melodía río que podría no acabar nunca.

En la siguiente canción, ‘Driving to L.A.’, Furman se arranca con un tango roto y se desgañita sobre una producción que parece imitar el sonido de mil bolsas de patatas estrujándose. En ‘No Place’ se reimagina a la PJ Harvey de sus dos últimos largos, y en la siguiente, ‘The Great Unknown’, oficia el matrimonio entre ella y Walker Brothers.

Más adelante, en ‘Maraschino-Red Dress $8,99 at Goodwill’, vuelve a los sonidos rotos y crea el ataque de epilepsia musical más bello. Tras tomar aire con ‘Love You So Bad’, acaso la melodía más redonda del paquete —es a ‘I’m Goin’ Down’, de Springsteen, lo que el primer corte del disco era a ‘Born To Run’—, se convierte en una suerte de Tom Waits producido por James Blake en la grandiosa ‘Come Here Get Away From Me’.

La historia, de forma muy apropiada, termina con un tema titulado ‘I Lost My Innocence’ (perdí mi inocencia), un luminoso ejercicio de doo woop robótico que despacha a lo grande esta narración, que es una especie de Thelma & Louise con guion de JT Leroy.

Es probable que se editen cuatro o cinco (no más) discos mejores que este en 2018, pero es muy complicado que salga alguno tan interesante, uno que después de la segunda escucha haya dejado seis folios en notas garabateadas y unas ganas locas de sentarse a escucharlo otra vez.

Ezra Furman. Transangelic. Exodus

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Sobre la firma

Xavi Sancho
Forma parte del equipo de El País Semanal. Antes fue redactor jefe de Icon. Cursó Ciencias de la Información en la Universitat Autónoma de Barcelona.

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