La (re)vuelta de ‘Expediente X’
Tras un arranque mediocre, el segundo regreso de la serie ha remontado con capítulos inquietantes y autoparódicos
Hace dos años, Expediente X volvía a nuestras vidas. Era como si Mulder y Scully nunca se hubieran ido. Pero sí lo hicieron, y el regreso no fue todo lo bueno que se podía esperar. Los seis capítulos que lanzaron supieron a poco, con dos episodios centrados en la clásica conspiración que envuelve a los protagonistas e implica a secundarios, FBI, Gobierno y extraterrestres, y cuatro entregas de monstruo de la semana donde el nivel subía. Fuera cual fuera el resultado, el caso es que el evento revival, en plena fiebre de nostalgia televisiva, había surtido efecto. Era de esperar que no se quedara en un regreso puntual y se estirara un poco más el chicle.
Así que este año, dos después de aquel regreso y 25 después de que empezara la serie original, Expediente X ha vuelto de nuevo. Y esta vez lo hace en una versión un poco más larga (10 capítulos) y parece que con sabor a despedida definitiva tras la negativa de Gillian Anderson a seguir interpretando a Scully por los tiempos de los tiempos. De esta nueva resurrección de la serie se han emitido ya cuatro capítulos en Fox y, a excepción del primero, debemos dar gracias por esta nueva vida.
El arranque de temporada fue mediocre tirando a malo. La conspiración ya no da para más y los guionistas se sacan de la manga giros locos con tintes culebronescos que suenan a desesperado. Pero, afortunadamente, cuando se ha vuelto a las historias autoconclusivas el asunto se ha enderezado jugando entre el humor que salpica el segundo capítulo, con Mulder y Scully convertidos en pareja cómica, el terror y suspense al más puro estilo tradicional de la serie del tercer capítulo (mención especial a Karin Konoval, la actriz que interpreta aquí a dos hermanos y que ya se encargó de aterrorizar al personal en esta misma serie en un episodio mítico de1996, Home) o la autoparodia surrealista del cuarto episodio, lleno de referencias al pasado de la ficción y al presente político, llevándose a su propio terreno las fake news e incluso el muro de Trump. A algunos espectadores les parecerá una tontería supina. A otros nos regaló días de vida por las risas que nos echamos. El propio David Duchovny parece a punto de ponerse a reír en cualquier momento. A Expediente X le sienta muy bien no tomarse en serio, y aquí lo demuestra.
Vamos a echar de menos a Mulder y Scully. Pero es bueno que les echemos de menos y no de más.
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