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Columna
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Reliquias

Películas valiosas como 'La conquista del Oeste' suelen colarse entre los retales cinematográficos emitidos por Trece TV

Juan Jesús Aznárez

Películas valiosas como La conquista del Oeste (1962) suelen colarse entre los retales cinematográficos emitidos por Trece TV, que administra un arsenal de filmes baratos y wésterns. Más de medio siglo después de su estreno, merece la pena repasar la superproducción dirigida por John Ford, Henry Hathaway y George Marshall por su calidad y porque constituye un referente de la batalla entre el cine y la televisión, que se abría paso en los años 50 y 60.

Si los contenidos eran importantes en la liza por la audiencia, también lo era su presentación. La industria cinematográfica inauguró el sistema Cinerama, que rodaba con tres cámaras sincronizadas entre sí; las imágenes eran panorámicas y proyectadas en pantallas gigantes y curvas.

La conquista del Oeste pierde mucho en pantalla pequeña porque la espectacularidad, la gran baza de la Metro Goldwyn Mayer, desaparece. No obstante, aún impresionan los escenarios naturales, la banda sonora de Alfred Newman y es fácil imaginar el impacto de la estampía de 2.000 bisontes sobre el patio de butacas.

La película se divide en cinco historias, Los ríos, Las llanuras, La guerra civil, El ferrocarril y Los forajidos, que recrean los peligros asumidos por los colonos en su recorrido hacia California y los estados del Pacifico. Nada que ver con La diligencia, Centauros del desierto y otras reliquias, pero el regreso a un film seleccionado por la Biblioteca del Congreso de Estados Unidos para su inclusión en el Archivo Nacional de Películas invita a la reflexión histórica.

Los indios, despojados de sus tierras, son casi actores de reparto en historias de líricos argumentos protagonizadas por Henry Fonda, Carroll Baker, Karl Malden, Gregory Peck, Debbie Reynolds, James Stewart y John Wayne, entre otras luminarias de la época. El órdago a la grande de Hollywood fue valiente pero no definitivo porque la trocha abierta por la televisión ya era profunda, imparable, y se universalizó con internet y las redes sociales.

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