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Columna
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Holograma

La campaña de Junts per Catalunya se ha colgado de la innovación y la modernidad para promocionar a sus candidatos prófugos

Juan Jesús Aznárez
Carles Puigdemont en Bruselas.
Carles Puigdemont en Bruselas.DIRK WAEM (AFP)

Nuevamente Cataluña en campaña, y nueva reiteración punitiva de las cadenas machacando con doble ración de sobrasada electoral. Más allá de la noticia, millones de empachados claman contra la recaída en lo dicho y redicho: los tiempos pautados por la Junta Electoral son más que suficientes. No hay necesidad de mayor castigo.

Yerran por antiguos y dejados. La campaña de Junts per Catalunya se ha colgado de la innovación y la modernidad para promocionar a sus candidatos prófugos: la televisión por Internet vía streaming, en directo y en diferido, a través de webs y apps descargables en tabletas y smartphones. La pera limonera.

Pero el campanazo sería el holograma del caudillo en tres dimensiones: Carles Puigdemont desde Bruselas en sesiones de mañana y tarde, trascendente, irradiando una luz cegadora sobre las concentraciones independentistas de la avenida María Cristina, a los pies de las columnas de Montjuic. Y si es necesario, saliendo del plasma de un bar de Gerona, y paseando por Arenys de Munt en loor de república.

Los asesores ponderan esa herramienta porque están lejos de la patria y porque el espacio alrededor es tridimensional pero sólo a simple vista; el jefe se encuentra en una dimensión más profunda, que necesita explicar personalmente a sus votantes para que entiendan y reincidan.

Las comparecencias en pantalla gigante por videoconferencia y Skype reclaman ahora el láser: el avatar secesionista guapeándose en los camerinos de Tv3 y descendiendo después sobre los platós de las generalistas españolas para combatir el unionismo cara a cara.

El aspirante a primer ministro de la India, Narendra Modi, compareció al mismo tiempo en 90 mítines en distintos lugares en 2014, gracias la proyección de imágenes conocida como el Fantasma de Pepper. Pero el mérito del activismo electoral desde Bruselas no corresponde al mundo digital ni a la holografía sino al arcano proceder de una audiencia que aplaude en calles y urnas los trucos del nuevo ilusionista.

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