Sufrimiento
En 'The Sinner', protagonizada por Jessica Biel y Bill Pullman y realizada con el buen oficio de la industria estadounidense, el problema es la historia
Decía Rafael Azcona cada vez que alguien le recomendaba un dramón que él no iba al cine a sufrir. Con toda seguridad, no vería la serie The Sinner (Netflix) ni ninguno de sus ocho capítulos, pues, salvo los primeros 20 minutos, con un arranque espectacular, todo hay que decirlo, el resto es un enorme sufrimiento.
Protagonizada por Jessica Biel y Bill Pullman y realizada con el buen oficio de la industria estadounidense y los medios suficientes para contar lo que se quiere contar, el problema es la historia: un ama de casa normal, madre de un niño y felizmente casada, es decir, aceptando la tranquila rutina de la convivencia —tampoco hay que pedir milagros—, decide pasar un día festivo en el lago. Algo ocurre en su cerebro cuando escucha una canción en el transistor de un grupo próximo de jóvenes. Fuera de sí, acuchilla siete veces a uno de ellos. Lo ha visto todo el mundo. No hay salida. Entrará en prisión. Es entonces cuando entra en juego el detective Harry Ambrose y, también, cuando la historia desbarra, por más que la autora del libro que adapta, Petra Hammesfahr, participe en el guion, o quizá por eso mismo.
Que un detective indague con constancia en los motivos inexplicables e inexplicados de un asesinato cometido a la vista de medio pueblo y reconocido por su autora chirría. Que en sus tenaces pesquisas vaya surgiendo un amplio muestrario de complejos freudianos de la asesina confesa, de su hermana menor, enferma de cáncer, y de unos padres fundamentalistas cristianos que tanto recuerdan a Flannery O’Connor, salvando las distancias, chirría aún más. Si a eso se le añade que el primer novio de la protagonista es un camello de oxicodona sin escrúpulos y que el perseverante detective también tiene un pasado y un presente dolorosos, se harán una idea de por qué Jessica Biel tiene unas ojeras cada vez mayores y por qué el espectador reconoce la sabiduría de Rafael Azcona.
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