La fricción de objetos e imágenes
La nueva exposición de Gabriel Pericás multiplica perspectivas y modos de mirar
Gabriel Pericás (Palma de Mallorca, 1988), en esta segunda exposición en la galería PM8, nos sitúa de nuevo en la encrucijada de un relato digresivo: lo que supura detrás de lo perceptible. Un registro de lo inmediato que el artista acomete con compleja naturalidad, pegado a la escultura y a la fotografía —ejecutada en su curso más elemental—, procurando dislocar al público mediante una vehemente y divertida franqueza.
El excelente conjunto de piezas expuestas se compone de un grupo fundamental de tres estructuras de acero monocromas: las matizadas en rojo revelan los trucos de levitación de artistas callejeros y la blanca otorga sentido al truco de los magos que atraviesan cuerpos sirviéndose de un aro. Estas obras se acompañan, manteniendo ese juego o metodología análoga de desocultación, de una bola de ratón de ordenador, diseccionada y colgada gracias a unos cuantos pelos de la cola de un caballo —retratado en una fotografía también expuesta— y de un bolígrafo publicitario de una entidad bancaria, despiezado en una suerte de escultura que se corona con un diente infantil. Son objetos, todos ellos, que esconden algo de prototipo y de esperpento, desarrollados desde el centro y los márgenes, reduciendo la explicación del argumento, casi siempre basado en una acción, reducido a elementales esenciales, a conexiones y gestos que fluctúan del sentido absoluto a la reserva de un pensamiento.
La exposición alimenta un recorrido convertido en una metafórica lengua. De nuevo, la imagen de lo performático está en el trasfondo de toda su obra, se transforma y sirve de pretexto para ser una inabarcable retórica que filtra lo real y lo abstracto en la búsqueda de un discurso de acciones críticas, gracias a la participación, recomposición y relectura de trozos, de partes de cosas. El pecho bajo un jersey humedecido, un reluciente diente de leche o el muelle de un bolígrafo son fragmentos que van marcando, puntuando y registrando otros elementos. De este modo, se articula un espacio subjetivo y relativo que existe a partir de la fricción de objetos e imágenes, que apela a la estructuración de nuestra mente, del conocimiento de las cosas que nos rodean, multiplicando perspectivas, modos de mirar. Se trata de tomar la distancia precisa respecto de pieles adheridas a otros lugares que dialogan y establecen una nueva obra, una instantánea de otros paisajes que conectan con el público que visita la galería, al fin y al cabo, un lugar en el que todo puede ser mágico y real.
Gabriel Pericàs. Une énorme langue. Galería PM8. Pablo Morillo, 8, bajo. Vigo. Hasta el 8 de diciembre.
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