A golpe de telescopio
Fernando Castillo traza una 'constelación literaria' de españoles que vivieron en el París ocupado por los nazis
A un modianero como el ensayista Fernando Castillo no le ha de desagradar nada que su editor considere este y los dos libros anteriores, Noche y niebla en el París ocupado y París-Modiano, como una “trilogía de la ocupación”; pues es lo que es efectivamente esta trilogía, compuesta por tres ensayos, tres miradas, con diferentes lentes, al París ocupado. Como ya se nos advierte desde el subtítulo, lo que nos esboza el autor es una vivísima “constelación literaria”, las (mal)andanzas de un grupo de españoles de diferentes pelajes; unos, refugiados, exiliados españoles sin fortuna; otros, aprovechados de la situación (González Ruano, of course), y todos ellos forzados a (sobre)vivir bajo el dictado del ocupante alemán, en ese París de contrastes, de penurias y aprovechamientos, en esa mitificada metrópoli para tanto español (y de otros lugares), pues ya decía —nos recuerda Castillo— el gran Chaves Nogales, perdedor en varios frentes, que todo hombre civilizado tiene dos patrias, la suya y Francia. Así fue durante mucho tiempo, al menos.
Algunos nombres de esos “españoles en París” son de sobra conocidos, y otros lo son menos: a todos los atrapa el autor a golpe de telescopio, y con todos ellos, agrupados por afinidades, ideologías o sinsabores, compone una excelente constelación. La mayoría de estos nombres atrapados en esta vía láctea son conocidos, pero cada uno ellos, o casi, tiene una vida novelesca, que daría, sin exageraciones, para una narración más amplia: destacaría, entre tantos aciertos, las pinceladas dedicadas a la actriz María Casares, cuyas memorias reivindica, o a la traductora y mujer republicana Consuelo Berges o a Victoria Kent (sus recuerdos escritos abarcan esos terribles cuatro años en París, y conmueven), sin olvidar a la periodista Josefina Carabias, pero también sobresalen, entre tantos nombres (re)conocidos, otros de aparente menos luz, pero que brillan igualmente en este firmamento.
Señalaría a Quiroga Pla o a Carles Fontserè, con (curiosas) memorias propias, o al pintor Manuel Viola de siete (apasionantes) vidas, y a otros más. El telescopio de Castillo no es solo generoso en su recorrido celestial, sino que apresa, con mucho detalle, mil y un datos que ayudan a policromar el perfil; unos perfiles, estos, que es de justicia señalarlo están estupendamente escritos.
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Autor: Fernando Castillo.
Editorial: Fórcola (2017).
Formato: tapa blanda (155 páginas).
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