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música

Stefan Winter: “Lo importante es la música. El silencio es la muerte”

El productor, famoso por unir clásica y jazz, inaugura el Festival de Jazz de San Sebastián con un insólito espectáculo: un “poema sonoro” acompañado por 60 músicos en directo

Iker Seisdedos
Un momento de ' Poem of a Cell'.
Un momento de ' Poem of a Cell'.

El tocadiscos de alta fidelidad, la pared de CD dispuestos como pequeñas obras de arte y el puñado de lienzos abstractos a medio terminar llaman la atención de los transeúntes desde el bajo de una calle residencial de Múnich donde siempre parece domingo. Es la sede, mitad oficina, mitad galería, de Winter & Winter, discográfica europea conocida desde los años noventa por tender puentes entre un invierno y otro invierno: el jazz y la música clásica. La fundaron hace 22 años el productor, compositor y artista sonoro Stefan Winter y su mujer, Mariko Takahashi. Ambos reparten su vida entre la oficina de abajo, a la que se accede por un plácido jardín particular, y el apartamento del primer piso, donde recibieron al visitante hace un par de semanas con un espléndido brunch para hablar de Poem of a Cell, Triptych of Love and Ecstasy, la pieza audiovisual dirigida por él y producida por ella que servirá para inaugurar el jueves el 52º Festival de Jazz de San Sebastián.

Veo en Beethoven la misma pulsión revolucionaria que en 'La balsa de la medusa', de Géricault. O entre Kandinsky y Schönberg

El espectáculo cinematográfico-musical, que podrá verse gratis en la playa de la Zurriola, es una de esas creaciones que mejor se definen en negativo. No es exactamente una película, ni un concierto. Tampoco una pieza de videoarte. Winter se refiere a ella como un “poema visual y sonoro”, en el que “el pasado, el presente y el futuro de una mujer”, la artista de performance Noriko Kura, se despliegan simultáneamente en tres canales. Ella sostiene los 138 minutos de metraje, que están inspirados “en un poema de amor de cada una de las tres grandes religiones monoteístas”: el Cantar de los Cantares del Tanaj hebreo; La luz que fluye de la divinidad, de la monja cisterciense del siglo XIII Matilde de Magdeburgo, y Unidad con lo divino, de la temprana mística sufí Rabi’a al Adawiyya. Pese a lo que el planteamiento podría invitar a pensar, Winter no ha pretendido tanto un canto a la alianza de las civilizaciones en un momento que desaconseja toda inocencia como una reflexión sobre “la búsqueda de uno mismo en el amor y el éxtasis”, “la igualdad de la mujer” y “la conmoción del arte”.

Las idas y venidas de Kura por las localizaciones en las que se ha rodado el proyecto (Tanzania, Irán, Israel, Italia y el Vaticano) están filmadas en largos planos secuencia sin apenas edición, para evitar “caer en el estilo de nuestro tiempo, en el que todo se presenta con rapidez para ser consumido sincopadamente”. El conjunto, financiado con dinero público alemán, lo completa una banda sonora con la participación de cerca de 200 músicos en la órbita estética del sello. En San Sebastián tocarán unos sesenta: entre ellos, los pianistas Uri Caine y Fumio Yasuda, el bajista Mark Helias, el saxofonista Joachim Badenhorst, la cantante Saada Nassor o los conjuntos Kettwiger Bach Ensemble y los españoles Forma Antiqva. Será la primera vez que Poem of a Cell se vea con acompañamiento musical en directo, tras su estreno mañana en el Festival de Cine de Zanzíbar.

De la playa a 'La Trini'

Del 20 al 25 de julio. El festival de San Sebastián se reparte entre 17 escenarios de la ciudad con la playa de la Zurriola, con sus conciertos gratis de rock y similares, y la tradicional Plaza de la Trinidad, donde se concentra la oferta mas jazzística, como principales puntos.

Gratuitas. Las citas playeras arrancan el jueves con Stefan Winter y continúan con nombres como The Pretenders, Lucky Chops, Cory Henry & The Funk Apostles King Creosote u Of Montreal.

Jazz de ayer y de hoy. Wayne Shorter, en el Kursaal, o, ya en la Trini, Herbie Hancock, Abdullah Ibrahim o Charles Lloyd, distinguido con el Premio Donostia del Jazzaldia, ofrecerán distintas visiones de la gloriosa historia del género. En representación de los nuevos derroteros de la escena comparecerán Kamashi Washington, Gregory Porter o Robert Glasper. Más información en http://heinekenjazzaldia.eus.

El rodaje y posterior montaje, en los que el productor ha “perdido 16 kilos”, han obligado a bajar el ritmo de “10 u 11 referencias anuales” de Winter & Winter. El sello es la casa, entre otros, de las excursiones entre el jazz y la clásica de Uri Caine, de la obra tardía del batería Paul Motian o de la serie Audiofilms, que el sello define como “cine para ojos cerrados” y son discos entre el diario de viaje y el paisaje sonoro de lugares como La Habana, la factoría de canciones Tin Pan Alley, el triángulo del flamenco o Venecia, que inspiró el best seller Venezia La Festa (1998).

El productor inició esta aventura a mediados de los noventa después de hacerse un nombre en el Nueva York de la década anterior con JMT, sello con el que opuso rabiosa contemporaneidad al discurso dominante en la época, marcada por el jazz de fusión y el neoconservadurismo del trompetista Wynton Marsalis y los suyos. “Recuerdo la primera vez que le vi actuar [a Marsalis] en el [club] Village Vanguard. Estaba con Paul Motian y Max Roach. En el descanso, Max le dijo a Paul: ‘Suenan como si tuviesen miedo a equivocarse’. No hay mejor descripción de aquella música”. JMT dio voz a una escena de jazz del Bajo Man­hattan unida por la estética del riesgo, que giraba en torno al colectivo M-Base de los saxofonistas Steve Coleman o Greg Osby, la cantante Cassandra Wilson o la pianista Geri Allen, recientemente fallecida.

Aquello duró exactamente 10 años. “Teníamos un acuerdo de distribución con [la multinacional] Polygram. Un día decidieron que no había hueco para un sello de vanguardia como el nuestro. Eso se juntó con mi deseo de producir música clásica”. Winter aprovechó el evento en el que había citado a la prensa internacional en un club de Nueva York para celebrar el décimo aniversario de JMT para anunciar el cese de sus actividades, y así fue como la fiesta de cumpleaños devino en funeral. Volvió a Múnich —ciudad superpoblada de compañías de jazz y aledaños dirigidas a un público refinado, como Enja, donde él empezó como becario, ACT o ECM— y fundó Winter & Winter. Con su sello, la vieja aspiración del movimiento Third Stream de los años cincuenta de juntar improvisación y partituras tomó la excitante forma de unos discos de cartón con cuidado diseño gráfico que recordaban a los libros de tapa dura.

De izquierda a derecha, Stephan Winter, el director de fotografía Gernot Aschoff y Noriko Kura.
De izquierda a derecha, Stephan Winter, el director de fotografía Gernot Aschoff y Noriko Kura.mariko takahashi

La imagen contribuyó al éxito inmediato de la empresa. “Entonces no teníamos tanto conocimiento sobre lo nocivo que podía llegar a ser el plástico, pero yo ya tenía claro que es uno de los materiales que peor envejecen”. La producción de sus emblemáticos CD ha tenido que perder en ambición debido a la crisis de la industria, que a ellos tardó en alcanzarles más que a otros (aún puede presumir de éxitos exigentes como Let Me Tell You, ciclo de canciones del danés Hans Abrahamsen publicado en 2016). “Antes, de un disco de vanguardia vendías 5.000 copias. Ahora ya te puedes felicitar si colocas 500. Eso se une a que la manufactura se ha encarecido. Se hizo difícil conseguir los materiales. Cuando las cosas se complicaron, Mariko me preguntó: ‘¿Quieres dedicarte a la fabricación de bellos envoltorios o quieres producir música?’. La respuesta estaba clara, lo importante es la música”.

Y para alguien para quien “el silencio es la muerte”, esta no cabe contemplarse como un arte aislado de los demás. “Veo en Beethoven la misma pulsión que en La balsa de la medusa, de Géricault. O entre Kandinsky y la ruptura de Schönberg”. Por eso, sueña con la invención de un nuevo tipo de museo, consagrado al arte sonoro y diseñado como una sala de conciertos, donde un experimento como Poem of a cell cobre pleno sentido.

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Sobre la firma

Iker Seisdedos
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Licenciado en Derecho Económico por la Universidad de Deusto y máster de Periodismo UAM / EL PAÍS, trabaja en el diario desde 2004, casi siempre vinculado al área cultural. Tras su paso por las secciones El Viajero, Tentaciones y El País Semanal, ha sido redactor jefe de Domingo, Ideas, Cultura y Babelia.

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