Confianza
Jesús Cintora, presentador y tertuliano, tuvo la valentía en 'El programa de Ana Rosa' de disculpar el veto de Podemos a varios medios de comunicación, entre ellos este diario
La creación de espacios de confianza entre políticos y periodistas es empeño de tortuoso desarrollo porque el objetivo de los primeros suele ser reducir a los segundos a la condición de amanuenses. Es normal que durante la cimentación del vínculo y hasta la licenciatura en periodismo copista, se produzcan desajustes, incluso correctivos del político, pero cuando hay buena voluntad y cobardía todo se arregla.
Jesús Cintora, presentador y tertuliano, tuvo la valentía en El programa de Ana Rosa de disculpar el veto de Podemos a varios medios de comunicación, entre ellos este diario. No es para tanto. Vino a decir que si alguna prensa no manipulara tanto habría desayunado ricamente y proseguiría la edificación de esa área de familiaridad con los morados tan necesaria para la democracia.
“¡A ver Cintora, que no puedes justificar esto! ¡No puedes buscar argumentación para justificar esto”, despachó Ana Rosa Quintana. “No, si yo no lo justifico, pero ellos han dicho, tengo entendido…” Conmovía observar al susodicho nadando y guardando la ropa, exculpando, culpando y excluyéndose.
La confraternización de periodistas y políticos es tan antigua como la figura del escriba en el antiguo Egipto, entre cuyas funciones destacaba la transcripción de las órdenes del faraón. Los descendientes de los faraones dirigen partidos y destinos, se han digitalizado y aparecen en televisión dirigiéndose a periodistas como si fueran amanuenses.
Yo también he sido convocado a participar en la generación de espacios de confianza, frecuentemente y siempre desde las alturas. La más tentadora fue en un jet privado rumbo a los campos de crudo pesado de Orinoco: güisqui on the rocks, dos azafatas, el generador de confianza y un periodista abrumado por su derroche de franqueza.
El café de Podemos puede ser tedioso y de incierta rentabilidad comparado con el atajo elegido por los dueños del Falcón. No se anduvieron por las ramas: cruasanes y una suculenta cuenta bancaria a cambio de información “constructiva”. Donde hay confianza, da asco.
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