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Columna
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Dobleces

'Oficina de infiltrados', la muy interesante serie francesa, muestra los entresijos de uno de los departamentos policiales más opacos de cuantos existen

Ángel S. Harguindey

Oficina de infiltrados, la muy interesante serie francesa que su primera temporada exhibe en la actualidad Movistar Series Xtra, muestra los entresijos de uno de los departamentos policiales más opacos de cuantos existen, aquel en el que se controla a los agentes secretos, espías e infiltrados en todas las zonas conflictivas del planeta. Sin embargo la serie, creada y producida por Éric Rochant, se centra más en los problemas personales, psicológicos, de quienes tienen que adoptar identidades falsas para realizar su trabajo que en las escenas de violencia y acción que tradicionalmente se asocian con las series de espías.

Su protagonista Guillaume Debailly (Mathieu Kassovitz) vuelve a París tras seis años en Damasco en donde, con otro nombre, había simulado ser profesor de francés. En realidad es un canto al trastorno de la doble personalidad y a los conflictos íntimos que tal juego conlleva.

En La noche en 24 horas, por su parte, los tertulianos se explayan con el conflicto del presidente de Murcia, un caso paradigmático, si no de doble personalidad, sí de doble opinión. Donde dije digo (dimitir si soy imputado), digo Diego (no dimito, al menos de momento). Apasionada arenga de Noelia Arroyo, portavoz del gobierno murciano, defendiendo lo indefendible (que la conducta de su señorito es intachable) y un denominador común entre los intervinientes: tiene que dimitir.

Mientras tanto en la Direction Générale de la Sécurité Extérieur se muestran todas las artimañas, chantajes y juego sucio de los servicios secretos. El fin justifica los medios en un mundo cambiante en el que los que antes eran rivales, ahora pueden ser aliados. Siria y Bashar al-Asad son el omnipresente telón de fondo de una serie pegada a la actualidad.

Los componentes de la tertulia nocturna comentan ahora la decisión del Consell de Garanties Estatutàries de la Generalitat de declarar inconstitucional la partida presupuestaria de la Generalitat dedicada al referéndum. No pasa nada. Al parecer también aquí el fin justifica la desobediencia.

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