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¿POR QUÉ CREER EN LOS LIBROS?

“Es posible vivir de una librería, siempre y cuando la librería viva de ti”

Traficantes de Sueños da voz y espacio, entre otros, a colectivos de ocupación, feministas, y ecologistas

Traficar no es un verbo que una pueda conjugar con facilidad. Todo lo que habitualmente le acompaña tiene connotaciones turbias: armas, drogas, órganos… El asunto varía notablemente si el objeto –por llamarlo de algún modo- con el que se negocia son los sueños. Y puestos a elegir nombre para un proyecto cultural cosido a una sociedad que pretenda explicar y comprender el mundo que habita, ninguno se antoja mejor que este: Traficantes de Sueños.

Ubicada en pleno barrio madrileño de Lavapiés y con 20 años de experiencia a sus espaldas, sigue en pie esta librería cuyo germen no es otro que dar voz y espacio a diversos colectivos con los que se identifican: movimientos de ocupación, feministas, antimilitares, centros sociales o ecologistas. Todo surgió hace dos décadas, cuando Traficantes de Sueños era únicamente un puesto más del mercadillo que Tirso de Molina. Comenzaron como librería itinerante que luego mutó a establecimiento físico: primero en la calle Hortaleza, después en Embajadores y desde hace dos años en la calle Duque de Alba. “Esta es una librería que ha tenido mucha presencia en la calle y uno de esos lugares es la plaza Tirso de Molina que siempre ha sido un referente para todo tipo de iniciativas políticas los domingos por la mañana. Ahí cuaja gran parte de lo que es hoy Traficantes de Sueños. Estar ahora a 10 o 15 metros de ese lugar tan señalado y con tanta vida es, para nosotros, un lujazo”, afirma Blas Garzón, uno de los más de quince integrantes de este colectivo. Uno con nombre evocador y envuelto en un cierto misterio: “No hay una historia muy clara con respecto al nombre de Traficantes de Sueños. Algunos dicen que surge de unos versos de la nicaragüense Gioconda Belli, otros que el nombre ejemplifica de manera gráfica las aficiones de la gente que forma parte del colectivo, pero nosotros preferimos mantener un cierto misterio”, explica Garzón.

Librería Traficantes de Sueños.
Librería Traficantes de Sueños.SANTI OCHOA

En su nueva ubicación lucen en las cristaleras del escaparate los diseños del comprometido dibujante Miguel Brieva. Ya desde el inicio, algunos de los actuales dirigentes y componentes madrileños del partido político Podemos encontraron aquí su refugio: “Nuestra librería es una librería especializada, de respuesta y propuesta en torno al pensamiento crítico”, afirma Garzón. Dividida en cuatro grandes espacios, destaca un salón de actos con una intensa actividad y en la que tienen cabida todo tipo de asociaciones, movimientos y asuntos a debatir.

Traficantes de Sueños parece una rara avis en medio de todo el entramado librero de Madrid. Las razones son múltiples. Para empezar, aquí no hay jefes: “Somos una asociación cultural y nos organizamos de manera asamblearia. No hay jerarquías como en una empresa, más bien nos repartimos como equipos de trabajo. Aquí no hay cargos, sino responsabilidades”, señala Garzón. En este sentido, son un proyecto integral: “Producimos textos a través de la editorial todos bajo el sello de creative commons –es decir, se pueden compartir libremente-, los distribuimos en la librería y los trabajamos en nuestros cursos”. Tienen una media de 10-15 cursos anuales a precios económicos en los que afrontan los textos de las temáticas que más les interesan. Pero, ¿de qué tipo de textos hablamos? “Dentro de las humanidades, tenemos textos que nos ayudan a analizar de manera crítica nuestra realidad, en el pasado y presente; pero no queremos quedarnos ahí, también queremos textos de futuro, de propuesta, para una generación de proyectos alternativos y viables que puedan cambiar el estado de las cosas”, confirma Blas Garzón. Sus lectores son eclécticos por naturaleza pero en los últimos años sí han percibido un aumento de gente joven que se acerca a Traficantes de Sueños no sólo a escuchar charlas o empezar cursos, sino con la intención de “buscar recursos y orientación en una serie de textos que ofrecen discursos no tan accesibles en otros espacios culturales”.

“Nuestra librería es una librería especializada, de respuesta y propuesta en torno al pensamiento crítico”, afirma Blas Garzón

Tras más de veinte años dedicados a los libros de una u otra manera, Garzón cree firmemente que “es posible vivir de una librería, siempre y cuando la librería viva de ti”. No acabo de comprender la respuesta y repregunto: “Quiero decir que las librerías son espacios que deben permanecer con gran vitalidad por parte de quien la coordina pero también de quien la visita. Es un proyecto vivo y, como tal, necesita gente vital a su cargo”.

Si convenimos que los libros podrían asemejarse a los sueños en tanto que ambos encierran las capacidades de la imaginación y la ilusión, sería fácil pensar que Blas Garzón cree en los libros tanto como en los sueños. Me equivoco: “Yo no creo que haya que creer en los libros, sino en las personas”. Así pues, más que creer en los libros, Blas confía en ellos. Y lo hace para todo tipo de misiones: “Un libro grande, de tapa dura, bien arrojado, con la velocidad y puntería adecuada también puede ayudar a transformar algo, aunque sea la cabeza y un chichón”, termina entre risas.

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