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Pepa Fernández: “Las redes sociales son como conversaciones de bar”

Para la directora de ‘No es es un día cualquiera’, mucho de lo que se oye en Facebook o Twitter hay que ponerlo en cuarentena

Rosario G. Gómez
Pepa Fernández, en los estudios de RNE de Madrid, este sábado.
Pepa Fernández, en los estudios de RNE de Madrid, este sábado.Carlos Rosillo

La periodista Pepa Fernández lleva 18 temporadas en RNE al frente de las mañanas del fin de semana. Todo un récord radiofónico. Ha vivido de cerca una revolución tecnológica que contrasta con formatos “enquistados” en el pasado. “Se copia lo que funciona. Nadie se atreve a arriesgar”, lamenta. Quizá por eso la radio no ha sabido atraer al público joven. “Las nuevas generaciones crecen con tantos estímulos audiovisuales que es muy difícil que un medio que apela simplemente a la imaginación consiga atraparlos”.

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Nacida en Cervera (Lleida) hace 51 años, la suya es una carrera de fondo. “Los programas en la radio no duran porque son buenos; son buenos porque duran”, dice para explicar el periplo de No es un día cualquiera, un magacín que heredó en 1999 de Magín Revillo y Nuria Guitart. En estos años, ha conseguido hacer el programa que le gustaría escuchar. Porque a sus oyentes le gusta llamarlos “escuchantes”, un término que desapareció en los noventa del diccionario por falta de uso y que ahora ha regresado. “Oír es un acto involuntario; escuchar implica prestar atención”, aclara.

No es un día cualquiera (sábados y domingos, de 8.30 a 13.00) es un formato peculiar. “La política, el corazón y el deporte los hemos eliminado de un plumazo”, advierte su responsable. A cambio, da cobijo a los libros, al teatro, la tecnología o al medio ambiente. “La gente está saturada del espectáculo político. El fin de semana permite reivindicar y explorar otros ámbitos. La cultura puede ser entretenida, vistosa y divertida”. Son días propicios, igualmente, para cultivar el humor con el camaleónico Juan Carlos Ortega. “Es un genio. Tiene unas ideas y un registro de voces fabuloso”.

La radio también ha cambiado para el oyente. “A través de Internet, el público se puede diseñar una programación a la carta. Además, gracias a las redes sociales el contacto es inmediato”, percibe la periodista, que ve en estas plataformas tecnológicas un vehículo “interesante” para conocer las inquietudes de la audiencia. Sin embargo, Twitter y Facebook tienen un lado oscuro.

El trabajo del periodista es eso: discriminar y discernir

“Conviene saber de lo que se está hablando en las redes sociales, pero es necesario discriminar. Hay mucha paja. Existe gente preocupada en reventarlo todo. El hecho de que tengan un altavoz tan potente es un peligro. Todo el mundo tiene acceso a las redes sociales y, puesto que no puede haber una selección, este es un problema irresoluble. Se ha demostrado que Twitter y Facebook no sirven para cuestiones muy profundas. Son como las conversaciones de bar. Mucho de lo que se oye hay que ponerlo en cuarentena”.

Precisamente, para contrarrestar el ruido de estos canales, Fernández considera más necesario que nunca el trabajo de los periodistas. “Es bueno que haya profesionales que comprueben las cosas y separen lo importante de lo que no lo es. El trabajo del periodista es eso: discriminar y discernir”.

La directora de No es un día cualquiera no oculta su inquietud por la cruzada que el presidente de EE UU, Donald Trump, ha emprendido contra los medios de comunicación. Sostiene que ser periodista en aquel país se ha convertido en una tarea “muy difícil” y frente la mordaza que Trump intenta imponer a algunos informadores, enfatiza que “el periodismo sin preguntas no existe”.

La gente está saturada del espectáculo político

Pepa Fernández lleva la radio en las venas desde que tenía 18 años. “Es muy adictiva. La radio es vida, sinceridad y cercanía. Es el medio más auténtico”, asegura. Aunque ha perdido el hechizo de otros tiempos. “Antes estábamos encerrados en los estudios y ahora llevamos el programa a auditorios y teatros. Eso hace que la radio pierda magia, pero a cambio gana en proximidad. Trabajar cerca del público da mucha vidilla. Es un estímulo mental imprescindible para sobrevivir”.

Y también, apunta, contar con colaboradores como José María Íñigo, Andrés Aberasturi, Joaquín Araujo o Forges, algunos de los cuales la acompañan desde las primeras temporadas. “Son una pandilla de septuagenarios, aunque cuando empezamos no eran así”, ironiza.

¿Su próxima meta? “Me gustaría llegar a celebrar los 20 años de No es un día cualquiera. Hemos estado a punto de caer varias veces, pero ya llevamos 18 temporadas. Después... ya se verá”.

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