_
_
_
_

Doble diana

Barenboim y Lisa Batiashvili logran un prodigioso emparejamiento de los 'Conciertos para violín' de Chaikovski y Sibelius

Luis Gago
Daniel Barenboim durante unconcierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena.
Daniel Barenboim durante unconcierto de Año Nuevo de la Filarmónica de Viena. DIETER NAGL AFP

El emparejamiento de los Conciertos para violín de Chaikovski y Sibelius recuerda inevitablemente a un disco legendario protagonizado en su día por Eugene Ormandy y David Oistrakh. Más de medio siglo después, otro director judío y otra violinista llegada del Este obran un prodigio similar. La pieza de Chaikovski conoce una versión marcadamente lírica, muy alejada casi siempre de las exhibiciones de fuerza y vigor de los grandes virtuosos. Ayudan unos tempi por lo general plácidos para permitir el fraseo de altos vuelos en que se recrean solista y director por igual. Es una lectura muy personal, aunque en las antípodas del experimento con gaseosa, de una pretenciosidad que roza lo insoportable, propuesto muy recientemente por Teodor Currentzis y Patricia Kopatchinskaja, que consiguen el extraño prodigio de convertir una obra tan familiar en una partitura casi irreconocible. Batiashvili y Barenboim, en cambio, transforman una obra habitualmente teñida de heroísmo y pujanza en una música delicada, introvertida y a ratos casi camerística. Las cosas mejoran aún más si cabe en el Concierto de Sibelius, estrenado en su versión definitiva justamente en Berlín con Richard Strauss al frente de la misma orquesta que dirige ahora Barenboim, quien ya lo había grabado con Pinchas Zukerman, mientras que Batiashvili había hecho lo propio con el finlandés Sakari Oramo. Con 16 años, fue la más joven participante de la historia en el Concurso Sibelius de Helsinki y se percibe de inmediato su afinidad natural con esta música, recreada con un aliento poético incesante. La técnica de la georgiana le permite sortear con tersura todos los escollos, no menos temibles aquí que en Chaikovski: pocas veces, por ejemplo, se han escuchado las escalas ascendentes en terceras del último movimiento tocadas con semejante limpieza y precisión. Barenboim le presta un acompañamiento lleno de empatía, reforzando la presencia de las maderas, siempre esenciales en Sibelius. Parece claro que ninguno se ha plegado al otro, sino que los dos han cedido y se han enriquecido mutuamente. Uno de los mejores discos de los últimos meses.

Chaikovski /Sibelius. Conciertos para violín. Lisa Batiashvili (violín). Staatskapelle Berlin. Director: Daniel Barenboim. Deutsche Grammophon.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Luis Gago
Luis Gago (Madrid, 1961) es crítico de música clásica de EL PAÍS. Con formación jurídica y musical, se decantó profesionalmente por la segunda. Además de tocarla, escribe, traduce y habla sobre música, intentando entenderla y ayudar a entenderla. Sus cuatro bes son Bach, Beethoven, Brahms y Britten, pero le gusta recorrer y agotar todo el alfabeto.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_