Los editores alertan en un informe sobre el estancamiento de la lectura
Un informe del sector en España exige un plan para aumentar el porcentaje de lectores: el 39% no leyó ningún libro en 2015
Cada vez se editan más libros en España. Hay oferta y variedad para todos los gustos, tanto en papel como en digital. Así que cabría imaginarse a un ejército de lectores frotándose las manos. Sin embargo, puede que sea solo eso, una fantasía. Porque la realidad y sus datos abofetean: el 39,4% de los españoles no abrió ni un libro en 2015, según el CIS (Centro de Investigación Sociológica). Por esa, y más razones, la Federación de Gremios de Editores (FGEE) presenta este martes el informe La lectura en España 2017, que actualiza alegrías y miserias del sector. Sobre esta base, reforzada por cifras y opiniones de expertos, los editores pretenden renovar la petición al Gobierno para que ponga en marcha un Plan de Fomento de la Lectura como el que plantean desde 2015.
Se trata del tercer informe con ambición de abarcarlo todo que la federación encarga. El primero llegó en 2002, el segundo en 2008. De ahí que la fotografía empezara a desgastarse e hiciera falta sacar una imagen nueva. “Hay varias diferencias respecto a 2008, y no todas para bien”, explica José Antonio Millán, coordinador del texto, que estará disponible online para cualquier interesado. Por ejemplo, las librerías se redujeron hasta 3.650 en 2013 (casi 700 menos que el año anterior) y en una década ha cerrado el 25% de los puntos de venta de prensa: de los 30.000 de 2006, en 2016 quedaban 22.300. Porque “es un error asociar la lectura solo con las novelas”, destaca Millán.
También, claro, se leen periódicos, cómics o webs. Si se tiene en cuenta, resulta que el 92% de la población es “lectora”. Pero el público que ignora los libros sigue dejando números sangrantes y en aumento: en la Encuesta de Hábitos y Prácticas Culturales 2014-2015 del Ministerio de Cultura, los que no habían leído ningún libro en un año suponían el 37,8%. De ahí que Antonio María Ávila, director ejecutivo de FGEE, lamente un “estancamiento” de la lectura. Además, el 42% de quienes no leen argumenta que no le interesa.
Apenas consuela saber que el llamado “lector frecuente” —ojo, se califica así al que lee al menos una vez por semana— subió cada año, hasta suponer el 47,2% de los españoles en 2012. Desde luego, para Ávila no basta: “No es razonable que un 39% no lea nunca un libro. Podría entender que fuera un 10%”. Aunque reconoce que parte de la fractura es “irreparable”: “A menudo son personas mayores, desconectadas culturalmente, de zonas rurales, que no han leído ni sentido esa necesidad”.
Un futuro de oportunidades
El informe dedica varios capítulos a las novedades que trajo el avance arrollador de Internet y las nuevas tecnologías. "Uno de los factores más interesantes es el auge de las recomendaciones online, por un lado algorítmicas, como las de Amazon, y por otro de prescriptores como blogs y booktubers", afirma José Antonio Millán, coordinador del estudio.
El texto también se centra en el auge de la narrativa transmedia, aquella que se mueve en varios formatos a la vez (cómic, cine, series, libros, videojuegos...) y invita al fan a participar y ser parte activa. Ejemplos claros son Juego de Tronos, Star Wars o la saga de Harry Potter.
En el último capítulo, escrito por él mismo, Millán traza un perfil del nuevo lector, que mezcla papel y formatos electrónicos, emplea mucho su móvil y vive atento a todo y nada. "Las tabletas han entrado en la lectura nocturna, un nicho que antes pertenecía a libros y revistas. Y han creado un nuevo mundo de acceso pero también más distracción potencial", afirma.
El experto concluye que, pese a su informe, "hace falta un plan de conocimiento de cómo está la lectura. Es decir, descubrir quiénes son los que leen más en detalle y qué leen. A las encuestas la gente responde con una pobreza extraordinaria. Se sabe por ejemplo que ha aumentado muchísimo la lectura digital, pero no hay datos reales", remata.
Pero, ¿cómo se recluta a más lectores? Ante todo, Ávila y Millán apuntan a la importancia de darle “más valor social” a la lectura. “No se ha trabajado para que esté bien vista. ¿Nuestros líderes políticos, económicos o deportivos suelen aparecer con un libro? Agradeceríamos que el presidente Rajoy nos dijera sus lecturas aparte del Marca”, ataca el director ejecutivo de FGEE. Para los demás frentes, está el informe. Sin datos tan actualizados como se podría esperar en 2017 —“hay estadísticas que llegan incluso año y medio después”, responde Ávila—, el texto sí proporciona un repaso completo a las facetas que contribuyen a la lectura.
El informe muestra así que leen más los jóvenes, los universitarios y los habitantes de municipios de más de un millón de habitantes. También señala que el número de bibliotecas se ha mantenido (eran 6.717 en 2014, el 60,6% públicas) pero los problemas se multiplican: las aprovecha apenas un cuarto de la población, están abiertas menos horas, en 2014 hubo ocho millones de préstamos menos respecto a 2010 (de 60 millones a 52) y las colecciones han envejecido. Prueba de ello es, según Ávila, la caída del gasto en adquisiciones: “En 2009 invertían 1,50 euros por habitante; en 2014, solo 0,56 céntimos”. El documento deja claro además cómo ha disminuido el apoyo público a las bibliotecas escolares.
Y luego está la educación, quizás la clave principal. El texto crítica la LOMCE, la reforma educativa aprobada por el PP en 2013, por varios aspectos. Entre otros, la anterior normativa fijaba “un tiempo diario de lectura no inferior a 30 minutos” para la Educación Primaria. En la nueva ley, ha desaparecido la referencia a la media hora cotidiana y la lectura se junta con otras actividades: “La compresión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación audiovisual, las Tecnologías de la Información […] se trabajarán en todas las asignaturas”.
Editores y Gobierno, eso sí, buscan acercarse. Ávila relata que el Ministerio de Educación, Cultura y Deporte ha pedido "hacer alguna sugerencia o añadido” sobre su Plan de Fomento de la Lectura, pero parece haber voluntad común de sacar el proyecto adelante. Más dinero para las bibliotecas, ayudas a los libreros o un IVA reducido para los libros electrónicos son algunas de las ideas propuestas. Solo así, sostienen los editores, esta gran novela tendrá final feliz.
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