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Blogs / Cultura
El toro, por los cuernos
Por Antonio Lorca

¿Fue benéfico o no el homenaje a Víctor Barrio en Valladolid?

Celebrado el pasado 4 de septiembre, aún se desconocen las cuentas definitivas del festejo

El patio de cuadrilals de la plaza de Cuéllar ha pasado a llamarse 'Vïctor Barrio'.
El patio de cuadrilals de la plaza de Cuéllar ha pasado a llamarse 'Vïctor Barrio'.Efe
Antonio Lorca

El pasado 4 de septiembre, hace ya un mes y medio, se celebró en Valladolid -con el cartel de ‘no hay billetes colgado en la taquilla- una corrida homenaje al torero fallecido Víctor Barrio, que alcanzó categoría de gran espectáculo. Incluida en el abono de la feria local, se anunciaron seis figuras -Juan José Padilla, José Tomás, Morante de la Puebla, El Juli, José María Manzanares, Alejandro Talavante- que lidiaron otros tantos toros de ganaderías conocidas por todos y, especialmente, reconocidas por los matadores.

El festejo fue organizado por la empresa Matilla, que ejerce la gerencia del coso castellano, y patrocinada por la Fundación del Toro de Lidia. O, quizá, fue al revés, pero lo cierto es que la primera se favoreció del buen fin del festejo para vender abonos, y la segunda se dio a conocer y anunció entonces que los beneficios servirían para un doble objetivo: la producción de una obra de arte conmemorativa para Víctor Barrio, y financiar la estrategia de comunicación necesaria para la correcta promoción de la tauromaquia.

La Fundación del Toro de Lidia informó también de que, tras romperse el paseíllo, se haría entrega a los familiares de Víctor Barrio de un capote firmado por todos los aficionados que quisieran dejar su mensaje al torero a través de las redes sociales.

La plaza de Valladolid lucía espléndida, llena hasta la bandera, pero el homenaje comenzó a torcerse desde que se abrió la puerta de cuadrillas. Lo que se presumía como un acto único, cálido y emocionante quedó muy desvaído. Para empezar, no hubo entrega de capote a la familia del torero muerto, ni una sola imagen de Víctor Barrio, ni una palabra, ni un solo gesto de recuerdo más allá de los brindis de los actuantes a la familia y al cielo.

Y en el ambiente de los ‘mal pensados’ revoloteaba una pregunta: ¿Esta corrida es benéfica o no? Y surgía la duda porque ni la Fundación ni la empresa informaron con claridad sobre este detalle. Al parecer, los matadores no cobraron, pero no está claro que no lo hicieran los ganaderos. Pero no lo está porque la organización tampoco comentó tales extremos. ¿Qué porcentaje recibió la empresa organizadora, además de los abonos vendidos para el resto de la feria? Tampoco se supo.

El problema se acrecienta cuando pasado mes y medio de la celebración del festejo aún se desconocen las cuentas definitivas de la corrida, si hubo o no beneficios, que los habría; a cuánto ascendieron; qué parte correspondió a la empresa y cuánto ingresó la Fundación del Toro de Lidia. Nada se sabe todavía de la obra de arte conmemorativa de Víctor Barrio que se iba a sufragar, ni del presupuesto dedicado a la promoción de la tauromaquia.

En una palabra: no se sabe nada.

Y surgen, como es natural, las dudas más inocentes: ¿qué ha pasado con el dinero? ¿Dónde está? ¿Cómo es que la Fundación del Toro de Lidia, organización recién nacida para ‘normalizar la presencia de la tauromaquia en la sociedad’, guarda un más que preocupante silencio?

Otra vez, el oscurantismo del negocio taurino se impone a la imperiosa necesidad de transparencia. Otra vez, las sospechas, la falta de credibilidad, la supuesta picaresca… Otra vez, la fiesta caduca, rancia, cerrada y silenciosa del pasado cuando lo que necesita la fiesta de los toros es abrir las ventanas para que circule el aire fresco de la verdad.

Toda la labor de la Fundación no puede ni debe consistir en denunciar a los locos y cobardes anónimos que aprovechan la ruidosa taberna de las redes sociales para lanzar exabruptos miserables. No; entre otras razones porque esas acciones legales no prosperan en los juzgados y ofrecen un espacio gratuito en los medios de comunicación a una agria e insustancial polémica que siempre produce alguna herida sangrante a la fiesta de los toros.

La labor de la Fundación -‘fomentar, conservar, mejorar, defender, promover y divulgar el toro y la tauromaquia’, según sus fines estatutarios- pretende alcanzar altura, influencia y autoridad. Y el primer método de trabajo debe ser la transparencia.

Acaba de nacer, aun anda a gatas y no puede estar ya enfangada en un asunto tan feo como las cuentas del homenaje a Víctor Barrio en Valladolid.

Es más que lamentable que, a estas alturas, no se sepa aún si la corrida homenaje a Víctor Barrio fue benéfica; y si lo fue, ¿dónde están las cuentas?

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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