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Enrique Moradiellos: “La buena Historia siempre es desmitificadora”

El biógrafo de Juan Negrín publica 'Historia mínima de la Guerra Civil española' en el 80º aniversario del estallido de la contienda

Ilustración: Setanta

Catedrático de Historia Contemporánea en la Universidad de Extremadura y biógrafo de Juan Negrín, Enrique Moradiellos (Oviedo, 1961) ha publicado Historia mínima de la Guerra Civil española (Turner) coincidiendo con el 80º aniversario del estallido de la contienda.

-¿Qué libro o hecho le hizo querer ser historiador?

-Supongo que fue una combinación de cosas. De niño me impresionó mucho entrar en la Cueva de Tito Bustillo e imaginar lo que fueron los hombres prehistóricos. También me fascinaba ir a la Catedral de Oviedo y ver sus partes prerrománicas, románicas y góticas… Era como pasear por la historia.

-¿Qué libro ajeno le habría gustado escribir?

-El que escribió C. W. Ceram sobre la historia de la arqueología: Dioses, tumbas y sabios. Más de uno estimuló su afición histórica gracias a ese relato a medias literario y a medias historiográfico.

-De no ser historiador le habría gustado ser...

-Músico, sin lugar a dudas. Y particularmente director de orquesta. Hay algo verdaderamente mágico en la música y más en poner de acuerdo a varios músicos haciendo su tarea.

-¿Qué archivo aún cerrado le gustaría poder consultar?

-El archivo particular del general Franco, si es que existe y no reduplica su archivo oficial ya disponible. Y lo mismo diría del archivo particular de su cuñado y primer asesor político, Ramón Serrano Suñer. Estoy convencido de que son una mina histórica.

-¿Cuál es el mayor mito en torno a la Guerra Civil?

-El de su carácter supuestamente inevitable: no lo fue. Ni estaba escrito en las estrellas, ni respondía a un fin ulterior transcendente, ni derivaba de ninguna pulsión caracteriológica de los españoles.

-¿Y el mayor secreto?

-El de su propia existencia: qué pasó para hacer posible que una contingencia tan brutal, tan sanguinaria y tan cruel, deviniera una realidad flagrante.

-¿Cuál ha sido el último libro que le ha gustado?

-Acabo de leer una biografía espléndida de fray Bartolomé de las Casas, escrita por el historiador Bernat Hernández. Soberbia y desmitificadora, como siempre es la buena historia.

-¿Cuál es la película que más veces ha visto?

-Me gusta mucho el cine histórico y soy un devoto de la película Faraón, de Jerzy Kawalerowicz.

-Si tuviese que usar una canción o una pieza musical como autorretrato, ¿cuál sería?

-Yo creo que sería la canción de Nacha Guevara titulada Yo te nombro... libertad.

-¿Y como condensación de la historia contemporánea?

-Pues me inclinaría por el himno francés, La Masellesa, que siempre tuvo una transcendencia europea y que con la Segunda Guerra Mundial se hizo todavía más internacional.

-¿Qué suceso histórico admira más?

-El triunfo aliado en la Segunda Guerra Mundial de 1945. Costó mucho más de lo que a veces se imagina y estuvo más en duda de lo que muchos suponen. Y gracias a él vivimos como vivimos hoy en día.

-¿Qué encargo no aceptaría jamás?

-Supongo que un cargo de carácter político ejecutivo. Soy demasiado independiente para someterme a disciplinas partidarias o políticas que no me convenzan plenamente.

-¿Qué está socialmente sobrevalorado?

-Esto lo tengo bastante claro: la capacidad de influencia social que tienen las personas que salen en la televisión, el cine o en los espectáculos deportivos. Es inexplicable que la opinión de uno de ellos, sin título conocido para considerarse experto de nada, pueda arrastrar a miles o millones de seguidores. Da miedo.

-¿E históricamente sobrevalorado?

-Muchas cosas. Pero una en particular podría ser el propio peso de la historia sobre el presente. Es uno de sus factores conformadores, sin duda, pero no somos prisioneros de ella, afortunadamente.

-¿A quién le daría el Nobel de Historia si existiera un premio así?

-Discriminaría entre muertos y vivos. De los primeros, se lo daría ex aequo a Eric Hobsbawm y a Jaume Vicens Vives. Y de los segundos, de igual manera, a Enzo Traverso y Santos Juliá.

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