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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El diablo

'Lucifer' es una alternativa veraniega a ese cansino trasiego de declaraciones políticas

Ángel S. Harguindey
Fotograma de 'Lucifer'.
Fotograma de 'Lucifer'.

En primer lugar habrá que decir que a Fox no le duelen prendas. Sus informativos pueden ser profundamente reaccionarios, su división de ficción es otra cosa. La pela es la pela. El pasado lunes se pudo ver Lucifer (Antena 3), una serie estrenada unos meses atrás en Estados Unidos y que no dejará una huella indeleble por más que su estreno tuvo 2.300.000 espectadores, el programa más visto de esa noche. Una serie entretenida para esos días en los que la televisión puede ser una alternativa a ese cansino trasiego de declaraciones políticas salvo que se tenga un buen libro a mano.

Hubo un tiempo en el que el cine bebía de la literatura. Después, algunos literatos, bebieron del cine. Ahora, cine y televisión beben de los cómics. Lucifer es una adaptación del cómic homónimo que a su vez es una derivación de The Sandman. Una evolución en la que los efectos especiales, los videojuegos y la pubertad se entremezclan para mayor gloria del mercado audiovisual. Sin embargo la historia protagonizada por el Señor del Averno, un Lucifer Morningstar deseoso de cambiar de vida y dejar las tinieblas para gozar del Los Ángeles más glamuroso -sin llegar, por supuesto, a la sofisticación de la excelente American Gigolo, de Paul Schrader-, tuvo el inestimable apoyo en su lanzamiento de la ultraconservadora Asociación de Familias Americanas que consideraba la serie una glorificación del diablo. La Fox ya anunció la realización de la segunda temporada.

Su compañera de reparto, la detective Chloe Decker, cumple los requisitos, casi institucionales, del contrapunto en la pareja: Bones, Castle, Elementary, Blindspot... ya no hay serie policiaca en la que los coprotagonistas no sean polos opuestos. En el caso de Lucifer, él es, naturalmente, un golfo divertido y ella, una racionalista con un punto de agobio personal. El sexo, el alcohol y la música-disco completan esta nueva serie en la que ya destaca una representante genuina del american way of life: Linda Martin, la psicoanalista.

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