Una obra magna, un final épico
The Glowing Man, la última entrega de esta etapa de Swans, funciona como el cierre de un círculo, la síntesis perfecta de los tres trabajos anteriores.
en los seis años que ha durado esta encarnación de Swans (la banda lleva en activo, en diferentes etapas, desde 1983), Michael Gira y sus acólitos (Phil Puleo, Thor Harris, Christopher Pravdica, Norman Westberg, Christoph Hahn y Bill Rieflin para la ocasión) han entregado cuatro discos épicos en multitud de sentidos, todos ellos para el sello Young God Records (propiedad del líder). The Glowing Man cierra la tetralogía iniciada en 2010 My Father Will Guide Me Up a Rope To The Sky, al que siguieron The Seer (2012) y To Be Kind (2014). Discos épicos por su minutaje (todas las entregas duran en torno a dos horas de duración, por su sonido, por su estética y por las letras). Épicos, al fin, porque su escucha lo es.
My Father Will Guide Me Up a Rope To The Sky funciona tras una reescucha en perspectiva, como un prólogo, una declaración de intenciones de lo que serían sus tres sucesores: rock experimental al servicio de un Gira que canta y recita como un predicador airado sobre religión, violencia física y espiritual, lo divino y lo humano, lo sagrado y lo profano, el yo y el otro, la vida y la muerte. Revisados The Seer y To Be Kind se revelan como dos pasos previos necesarios hacia la gestación de la obra magna que es The Glowing Man. Esta última entrega funciona como el cierre de un círculo, la síntesis perfecta de los tres trabajos anteriores: aunque la continuidad de los cuatro discos es clara, es en este último disco en el que las composiciones están más conseguidas y la obra unitaria funciona mejor.
Ocho cortes conforman The Glowing Man. ‘Cloud of Forgetting’ abre el álbum en lo que podría ser el cruce perfecto entre los Swans primigenios y ruidosos de Filth (1983) y Cop (1984) y el gusto por la canción folk de Angels of Light (otro de los proyectos de Gira). ‘Cloud of Unkowing’ es puro Swans: 25 minutos para moldear una canción a base de múltiples capas de distorsión, interludios instrumentales de tensión abstracta, ritmos de batería crudos y repetitivos que suben poco a poco de intensidad y un Gira inconfundible en sus recitativos a medio camino entre el grito y el susurro.
‘The World Looks Red / The World Looks Black’ es minimalismo rock en esencia —al éxtasis se llega a través de la repetición de la melodía mediante una compleja estructura de pregunta / respuesta—, mientras que ‘People Like Us’ cierra el primer disco (en su edición en CD) en un soberbio ejercicio de folk blues a medio tiempo y un evocador coro al fondo de la escena. ‘Frankie M’ retoma el discurso en una catarsis grupal de drones de guitarras e intensidad y repeticiones de frases hipnóticas de un Gira intentando escapar a la esquizofrenia. ‘When Will I Return’ es una oscura balada en la que la mujer de Gira, Jennifer, interactúa con su marido en busca de su lugar en el mundo tras una experiencia de abusos sexuales sufridos por ella. Y ‘The Glowing Man’ es a este disco lo que ‘Bring The Sun / Toussaint L’Ouverture’ a To Be Kind y ‘The Seer’ al álbum del mismo título: la canción central, tronco y raíz, ritual colectivo de una intensidad in crescendo sin concesiones, compleja, pura, radical, una obra maestra de casi media hora que en sí misma justifica el valor de todo un disco. ‘Finally, Peace’ es la rúbrica perfecta al álbum y a esta etapa de Swans; su título ilustra a la perfección la calma tras la tempestad, la descompresión necesaria tras una escucha exigente, que debería colocar por méritos propios y continuados a Michael Gira entre los compositores más influyentes del rock contemporáneo.
The Glowing Man. Swans. Young God Records
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.