Hashtag cero

Es extraño hablar de una cadena cuyo nombre es difícil de verbalizar, porque lo primero que viene a la cabeza es distraerse con preguntas que no vienen a cuento: ¿Quién se lo puso? ¿Tiene ventajas? ¿Somos nosotros los raros por no lograr asimilar las palabras “hashtag cero”, que suponemos es como se pronuncia #0? ¿Dónde está el # en el teclado? Y sobre todo: ¿Qué novísimos criterios de marketing se nos escapan para no entender esa elección?

Superadas las preguntas, que no las respuestas, y con el ruego de que no se distraigan ustedes tanto como quien esto escribe, vamos al grano. El programa Late Motiv suele merecer la pena. Este miércoles, Andreu Buenafuente entrevistó al torero Alejandro Talavante, quien arrojó curiosamente más cuestionamiento sobre la fiesta que la que suscita este canal sobre su nombre.

Talavante era un niño de 10 años sin ninguna conexión con los toros cuando pudo ver a José Tomás y decidió ser como él. Lo cuenta con gracia: se presentó en su casa con un plan y burló a su madre, que pensó que las clases de toreo eran como el piano o la gimnasia rítmica, una actividad extraescolar como otra cualquiera.

A partir de ahí, el determinismo histórico jugó su papel. “Aquello me vino dado”, relata Talavante, que reconoce que no tiene “ni puta idea” de lo que hace ahí.

Se acerca la lidia de San Isidro y resurgen estos días las denuncias sobre el anacronismo de una fiesta cuya diversión se centra en el sufrimiento de un animal. Manuel Vicent lo ha llamado “carnicería”, Julio Llamazares “resto de circo romano” y la encuesta realizada en Facebook por este periódico (sin valor estadístico, sí, pero significativa) recoge 65% de votos a favor de la prohibición.

Y si no creen a estas voces, tenemos otras. Escuchen a Talavante, que ante Buenafuente dijo: “Si yo no hubiera nacido donde nací, seguramente sería el mayor activista antitaurino”. Pues eso.

¿Cultura, dicen? Resulta aún más difícil de pronunciar en este caso que “hashtag cero”.