Extra, extra: una desconocida gana ‘Gran Hermano VIP’
Entraron el 8 de enero y salieron la noche del 14 de abril, aniversario de la República, habiendo soltado por sus orificios todo tipo de deyecciones los unos de los otros
Paren rotativas: Laura Matamoros, una morenaza de 23 años, ganó anoche la cuarta edición de Gran Hermano VIP, el reality de Telecinco en que una purrela de ¿famosos? contienden, perdón, conviven encerrados en una casa hasta que solo queda uno. ¿Que quién? Sí, hombre, una de los cuatro hijos de Kiko Matamoros con su primera esposa. ¿Qué quién? Sí, mujer, el cuñado de Mar Flores, la exmodelo que se acaba de separar de Javier Merino. ¿Qué quiénes? Vale, dejémoslo en una canterana de la cadena, que hay que explicároslo todo. Lo de Telecinco es como lo de los cuentos. Si ponemos en duda que el lobo feroz le habla Caperucita porque los lobos no hablan, no hay relato. Y si nos tomamos lo de VIP al pie de la letra, porque ni Dios conoce a la ganadora, no hay programa.
Entraron el 8 de enero, con el roscón de Reyes obstruyéndoles aún en el intestino grueso, y salen la noche del 14 de abril, aniversario de la República, habiendo soltado por sus orificios todo tipo de deyecciones los unos de los otros, hasta el punto de que el sustantivo llano bisílabo “mierda” fue, quizá, el más pronunciado. De eso se trataba, mayormente. De que ellos se expusieran de cabo a rabo al escarnio, perdón, escrutinio público, y de que nosotros lo viéramos, evaluáramos sus dones y faltas, y decidiéramos soberanamente quien aguantó mejor el tipo en esa pelea de gallos y gallinas. Estando en semejante foro Rosa Benito, Raquel Bollo –¿que quiénes?, vale ya, si seguís preguntando, rompo la baraja- Rappel, que nadie dude de que hubo lances de gran altura dialéctica y de la otra. En ese sentido, cabe destacar la capacidad de innovación lingüística del elenco de este año al incorporar el vocablo “mueble” –dícese del concursante que no da espectáculo y se limita a despatarrarse en el sofá todo el santo día- como el mayor insulto entre la concurrencia. Al cierre de esta edición, la RAE estaba estudiado llevar tal acepción al Diccionario en su próxima sesión plenaria.
Total, que después de 14 semanas conspirando entre cámaras, cuchicheos y cuchillos voladores, los Grandes Hermanos salen como entran. Casi, casi, como los Grandes Cuñados del Congreso de los Diputados. Entraron sin Gobierno y salen sin Gobierno después de tres meses de entradas y salidas, dramones, invectivas, coqueteos, reconciliaciones, puñetazos en la mesa, maniobras de aproximación, rupturas, recelos, y toneladas de postureo. Eso sí, los concursantes de la casa de Guadalix le llevan ventaja a los de la Casa del Pueblo. Sacaron a centenares de personas a la calle a apoyarles, mientras aún está por ver algún día, en algún sitio una triste concentración de cuatro gatos metiéndoles prisa a los padres de la patria para formar Gobierno.
Pues eso, que Laura Matamoros, una belleza morena de 23 años, ganó anoche Gran Hermano VIP, en reñida competencia con Carlos Lozano, un presentador con mejores siglos a la espalda. Dentro de una semana, nadie se acordará de nadie. Pero que no cunda el desánimo. El jueves que viene empieza Supervivientes, siguiendo el Gran Juego de la Oca de Telecinco: De reality a reality y tiro porque me llevan los audímetros.
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