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ARTE

Picasso y las dos modernidades

La muestra 'Registros alemanes' ofrece materiales para una reflexión de alcance: la relación entre el modo en que las culturas francesa y alemana entienden lo moderno

Busto de una dama según Lucas Cranach el Joven II (1958), de Picasso. Sucesión Pablo Picasso. VEGAP. Madrid, 2015
Busto de una dama según Lucas Cranach el Joven II (1958), de Picasso. Sucesión Pablo Picasso. VEGAP. Madrid, 2015

Basculando en la figura de Picasso, la muestra Registros alemanes ofrece materiales para una reflexión de alcance: la confrontación de dos modernidades artísticas, la francesa, centrada en París, y la alemana, que desde Múnich y Dresde se consolida en Berlín. La exposición abarca medio siglo: de 1905 (año en que Picasso se afinca en París, y surge el grupo El Puente —Die Brücke— en Dresde) a 1955 (primera Documenta de Kassel), y aunque incluye la reflexión de Picasso sobre clásicos alemanes (Durero, Cranach o Grünewald), el plato fuerte es la relación entre el modo en que esas culturas entienden lo moderno. La exposición posee un primer valor: sugerir que la modernidad artística se elabora por cada cultura desde su diversidad. Valor al que añade su temple de invitación a la investigación. El término registro remite a las entradas de un archivo que otras indagaciones podrían alterar.

Desde esos supuestos, interesa el punto de partida: cómo Picasso y los alemanes vuelven los ojos a otras culturas (africanas o melanesias) y encuentran posibilidades artísticas. Son miradas diferentes: Picasso subraya los aspectos conceptuales de cuerpos y rostros, mientras los alemanes buscan vínculos entre hombre y naturaleza. En éstos hay además diferencias: al apasionamiento de Kirchner y Nolde, Paula Modersohn-Becker opone un sentido de la sencillez. Los géneros tradicionales sufren alteraciones que son igualmente específicas. Se advierte en el retrato: un motivo que viene de lejos, el de la lectora, se cumple con diversos matices por Picasso y ­Schmidt-Rottluff. Las variantes son más sutiles en los años de entreguerras cuando Picasso persigue valores clásicos y los alemanes ven en la Nueva Objetividad un modo de repensar las tensiones de la República de Weimar.

De estos años se dan dos claves: La insistencia en el compromiso social y político de autores como George Grosz y John Heartfield, en Berlín, y tachan de ideología burguesa al arte moderno (con menos palabras, Picasso hará, además del Guernica, Sueño y mentira de Franco); y la mutación del collage: extendiéndose a toda la imagen se hace fotomontaje. La exposición insiste acertadamente en los procesos de comunicación e intercambio. Sin las nuevas instituciones artísticas, la galería y la exposición internacional, el virus de la modernidad habría sido mucho menos corrosivo. Muestras como la Sonderbund (Colonia, 1912) y galeristas como Kahnweiler, Walden, Thannhauser o Vollard impulsaron esta marea que intervino en otras formas de comunicación como el cartel o el cine.

Picasso. Registros alemanes. Museo Picasso de Málaga. Hasta el 21 de febrero.

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